Capítulo 15

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-¡¿Dónde esta?!

Akuma rebuscaba por todos los cajones de su habitación en busca de un simple objeto que tanto necesitaba en esos momentos.

-No me puedo creer que cuando más falta me hace no este por ninguna parte.-gruñó para si misma sin escuchar como golpeaban la puerta-. Vamos, piensa.

Los golpes aumentaron llamando su atención y haciéndola olvidar por una milésima de segundo lo que estaba haciendo. Suspiró y abrió la puerta encontrándose con aquella mujer que la traía loca.

-¿Qué te pasa, reina?

-Solo venía a buscarte, llevas horas aquí dentro y solo escuchaba ruido.-observó levemente las cosas que se encontraban tras la joven con suma curiosidad.

-Oh, ya. No es nada de lo que tengas que preocuparte, solo estaba buscando entre mis cosas.-frotó el tabique de su nariz molesta.

-Podría ayudarte si gustas. Aunque claro eso es decisión tuya.

Tan digna y orgullosa cuando en el fondo estaba deseando ver lo que escondía la menor en aquel cuarto prohibido.

Akuma lo pensó por unos momentos. Puede que su ayuda la sirviera de algo o de nada, pero al menos tendría su compañía ahora que notaba que su tiempo juntas se agotaba.

No quería pensar siquiera en ello.

-Claro, pasa.-abrió del todo la puerta dejándola atónita mientras volvía a abrir los armarios.

La mujer de tres metros de altura la miró boquiabierta no esperándose su reacción, mucho menos sin siquiera haberlo dudado. Estaba notando cambios y la empezaba a gustar eso.

Puede que el estúpido de Heisenberg tenga razón y ella se este abriendo conmigo.

Sus ojos pasearon por aquella habitación de paredes moradas con decoración oscura. Toda ella desprendía la viva esencia de Akuma, sobretodo aquel azul oscuro de algunos de sus muebles o de las cortinas. Seguía sin haber fotos de nadie, pero si algún que otro póster de bandas.

Pero no fue ninguna de esas cosas las que realmente llamó su atención. El objeto que de verdad la atrajo fue una guitarra de madera colocada con cuidado sobre la cama. Pasó sus dedos con delicadeza notando su buen estado y se sorprendió aún más al no oír quejas de la menor.

-¿Sabes tocar?-fue la primera pregunta.

-No la tengo por pura decoración.-soltó casi sin darse cuenta. Negó con la cabeza y carraspeo antes de rectificar-. Quiero decir, si se tocarla. Me gusta componer.-admitió con un leve sonrojo sin voltearse a verla.

-Nunca te he escuchado hacerlo. Me encantaría escuchar una pieza tuya.

-Precisamente estoy buscando los recambios de las cuerdas que le compré al Duque la semana pasada. Últimamente he tenido muy poca inspiración y... Dejemoslo en que estaban desgastadas y tampoco podía tocar.

Lady Dimitrescu comprendió a que se refería y lo dejó estar. Simplemente fijó sus ambarinos ojos en las cajas altas y extendió sus manos para buscar allí. Mientras tanto Akuma rezaba porque no encontrara sus partituras.

¡¿Cómo no has pensado en eso, idiota?!

Al poco sintió unos golpecitos en la cabeza que la sacaron del trance y la obligaron a mirar hacia arriba. La vampira sacudió un paquete con cuerdas con una gran sonrisa en sus labios.

-¿Cómo lo has...?

-Te sorprenderías si supieras la de cosas que pueden llegar a perder mis hijas.-la menor asintió intentando alcanzar el paquete cuando Alcina volvió a levantarlo.

Eres insufribleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora