Capítulo 1

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La llegada de la nueva integrante de la familia y por tanto nueva lord fue impactante para toda la villa, pero ninguno de los creyentes tardó mucho en tomar una fotografía de ella y colocarla al lado del resto de Lords. Las semanas pasaban y seguían habiendo reuniones a las que todos asistían incluida Akuma, pero nadie había sido capaz de escuchar su voz ni una sola vez desde que había llegado.

Otra reunión había finalizado y seguían en las mismas.

-Joder y yo que pensaba que Donna era callada.-soltó Heisenberg de la nada al ver a la joven marcharse no sin antes despedirse de Miranda.

-Ni que lo digas.-comentó Alcina a su lado.

-¿A vosotros no os da curiosidad? No se, solo miradla.

-¡Yo quiero jugar con ella! Es rápida seguro que se le da bien.-rió Angie.

-Yo.... Ella... Ella no se ve bien.-dijo Moreau pausandose entre palabras.

-¿A qué te refieres?-Donna habló al fin, en un susurro como siempre.

-Sus ojos.-se señaló a si mismo comparando sus ojos con los de ella-. No brillan, parece sin vida.

-Creo que esta es la primera vez que te escucho decir algo con sentido.-rió el mayor.

-¡El feo tiene razón! ¡Su mirada parece la de un zombie!

-¡Angie!-regañó Donna.

-Con que muerta eh...-murmuró Alcina para si. Puede que probara algo la próxima vez con ella.

Así fue, mientras los días pasaban se dio cuenta de que Akuma solía ser la primera en llegar y quien esperaba fuera hasta que su madre llegara. Ese día aprovechó su puntualidad para tratar de tener una conversación con ella.

Allí la vio, sentada en los escalones y abrigandose con la larga chaqueta de cuero que había conseguido no hace mucho. Era de mayor tamaño del que debería llegando a simular una gabardina. También vio como estaba apoyada en sus rodillas con la mirada perdida y decidió acercarse.

Akuma no se había dado cuenta de ella hasta sentir el crujir de las tablas y un peso extra a su lado, fue cuando vio a Alcina sentada junto a ella sonriente. Ni siquiera la saludó, solo volvió a como estaba ignorándola por completo.

-Llegas muy pronto pequeña.-siguió sin responder-. Akuma ¿Verdad?-la chica la miró de reojo y asintió levemente formando una sonrisa en el rostro de la vampira.

Estaba bastante claro que de ahí no iban a surgir muchas palabras, pero los pequeños gestos ayudaban. La joven de cabellos negros sacó un paquete de tabaco de uno de sus bolsillos para tomar uno de los cigarros y ponérselo en la boca. Extendió el paquete hacia Alcina quien negó rápidamente.

-No, gracias.-observó como lo encendía y lo consumía como si fuera una droga para ella-. ¿Tienes edad para fumar?-negó con la cabeza sacando una pequeña sonrisa de la mayor-. Entonces eres una rebelde.

La expresión de la chica cambió y por una milésima de segundo Lady Dimitrescu pudo ver una sonrisa ladina por el comentario. Podría tomar ventaja de esto.

-¿Sabe Madre Miranda que fumas?-otro cambio pero esta vez mayor. Vio temor en los ojos de la chica y como sujetó el objeto entre sus dedos para que no se cayera de su boca-. Tranquila, tu secreto esta a salvo conmigo.-rió para tranquilidad de Akuma.

Es una niña, una simple adolescente. Pero me recuerda tanto a mis hijas.

-Es bueno tenerte entre nosotros después de tanto tiempo escondida.-Akuma escuchaba sus palabras mas no respondía a ellas-. Te preguntaré algo por mera curiosidad ¿Puedes hablar o eres muda?

Akuma dudo sobre como responderla. La miró varias veces pero no abrió la boca, solo asintió.

-¿Si a qué?-preguntó de nuevo provocando que la menor soltara un bufido molesta y  acabara mirándola mal-. No me mires así, no es mi culpa que no te expliques.-esta vez la respuesta fue un gruñido haciéndola reír por lo bajo.

-Sí, puedo hablar ¿Contenta ahora?-las primeras palabras que escuchó salir de su boca, por supuesto que apuntaría este día en su calendario como logro personal. Tenía una voz suave que resaltaba mucho el veneno que soltaba con ella.

-Para tener una voz tan dulce tienes una lengua muy larga querida.-la menor la miró sin comprender a donde quería llegar pero por suerte aparecieron el resto de sus hermanos y su madre. Dirigió su mirada a Alcina y asintió en forma de educación para después entrar.

Al menos esta vez había conseguido algo de ella aunque fuera mínimo.

Poco a poco iba acercándose a ella como podía aunque la menor era menos abierta que las ventanas de su Castillo. No sabía nada de ella, ni siquiera donde vivía o que le pertenecía. Estaba apartada de todo, eso por seguro.

-Deberías venir algún día conmigo, estoy segura de que te gustaría el lugar.-habló la vampira caminando a su lado. Akuma lo pensó y encogió sus hombros sin importancia-. Esta vez se ha hecho tarde ¿Quieres que te lleve a casa?-negó alejándose.

Que terca.

-Hay lycans fuera y a estas horas es muy peligroso caminar solo.-levantó las cejas mirándola. Tomó la mano enguantada de Alcina y caminaron juntas hasta el carruaje de la mayor. Creía haber ganado la batalla pero no era así, para nada. En cuanto Alcina entró Akuma la miró por última vez aquel día y cerró la puerta sin subir ella. Golpeó al caballo para que este se agitara y se moviera-. ¡Espera!-se dio cuenta del truco pero ya era tarde. Al abrir la puerta la menor ya no estaba allí, solo quedaban las huellas que mostraban que había salido corriendo-. ¡Esta niña! ¡Me la ha jugado!-gruñó.

Mientras Lady Dimitrescu se quejaba de como había sido tan estúpida para caer en algo como eso, la menor la observaba sobre la rama de un árbol asegurándose de que no decidiera seguir sus huellas.

-¿Aún te incomodan?-la pelinegra saltó de su sitio asustada y por poco cayó del árbol, todo de no ser por la mano que la sujetaba. Se fijó en quien era y rápidamente agachó la cabeza al ver la cabellera rubia de Miranda-. Sé que te cuesta, mi pequeña. Pero ahora también son tu familia.

Quería decirle las cosas, pero ni ella se comprendía. Abrazó sus rodillas soltando un gran suspiro sin saber que contestar.

-Tiempo al tiempo, Donna era parecida a ti al inicio. De todas formas tú eres muy capaz y tu intelecto lo demuestra. Sé que no me fallaras.-sintió caricias sobre su cabeza y se dejó llevar por ellas-. Por el momento estas siendo muy buena, pronto tendrás el escudo de tu casa si sigues así.

-Gracias, Madre Miranda.-respondió sin más.

Eres insufribleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora