Capítulo 29

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Paz, eso era todo lo que su cuerpo buscaba en ese momento. Estaba sentada en mitad de los jardines interiores del castillo que solían servirle como campo de entrenamiento. Solo se centraba en buscar la calma interior, tratando que sus llamas no salieran de su control. Quería ver hasta donde llegaba, aún con los ojos cerrados, quería saber el punto donde sus llamas podían actuar guiándose solo de su mandato, sin ningún otro pensamiento o emoción.

Había insistido en hacer esta clase de entrenamiento por su cuenta. A partir de ahora que ya sabía lo básico de su poder, quería evolucionar por si misma y a su ritmo, descubriendo tanto sus puntos fuertes como débiles.

Justo en estos momentos estaba centrada en el movimiento de sus llamas. La orden era “extenderse hasta el objetivo”. Abrió ligeramente los ojos cerciorandose de la trayectoria de estas y pudo ver un cúmulo de llamas azules sobre uno de los muñecos de prueba. La operación había ido con éxito.

Tras esto le quedaba la parte de no sacar media transformación con cada emoción. Para ello necesitaba una parte de calma y de autocontrol en cada situación que afrontara. Obviamente esto no daría resultado siempre y Alcina era la prueba viviente de ello. Cada vez que tenía una emoción fuerte desataba su enojo y en el peor de los casos sus garras. Lo mismo pasaba con Madre Miranda y sus alas.

No todos podían llegar a una clase de perfección y armonía con el parásito que habitaba en sus cuerpos. Demasiada suerte había tenido ella de tener el suficiente coraje de afrontar a sus demonios antes de que se hicieran dueños de ella.

Sacudiendo la cabeza y dejando esos recuerdos de lado, optó por realizar un nuevo ataque que llevaba practicando un tiempo. Pero tenía que hacerlo sin depender de la transformación. Tomó aire despacio y empezó a acumular parte de su poder en sus brazos, dejando que siguiera fluyendo una corriente básica por el resto del cuerpo para mantener el equilibrio natural de este. Mientras tanto, en su mente se proyectaba la clase de forma que quería que sus llamas tomaran y con ello sintió como la temperatura se elevaba por sus extremidades superiores. Acto seguido extendió ambos brazos colocandolos en cruz antes de expulsar el aire que guardaba junto con una palabra.

-Şarpe.

Las llamas cambiaron de forma convirtiéndose en un par de serpientes que rodearon sus brazos rápidamente antes de salir expulsadas de estos dirigiéndose directamente al enemigo asignado. Una vez alcanzado, estas clavaron sus colmillos y el fuego azulado se extendió arrasando el muñeco por completo, hasta el punto de solo quedar cenizas.

Akuma sonrió al ver el buen resultado que había dado. Ya tenía una nueva forma de ataque que usar, una para nada débil.

-¿Qué te ha parecido?-giró su cabeza levemente hasta ver detrás de ella a su guardiana, quien soltó un gruñido quejándose-. ¡¿Cómo que “no ha estado mal”?! ¡Ha sido perfecto, Sky!-otro gruñido de la perrita en tamaño grande que entrecerró los ojos viéndola-. ¡No lo saque!-un ladrido y una mirada hacia arriba de ella la dieron la respuesta que no buscaba. Akuma pasó su mano tocando sus cuernos y soltó un bufido molesto-. ¡Joder! ¡Ya lo tenía!-gruñó como un demonio mientras dejaba que su cuerpo cayera sobre el césped-. No hay manera, llevaba todo el entrenamiento con nada transformado aparte de mis ojos.-comentó al aire mientras agarraba el espejo de bolsillo que se había traido consigo para ver los cambios.

-¿Problemas con demonios?-escuchó decir cerca de ellas. Sky levantó las orejas y no dudo en saltar hacia la gigante del Castillo a la que tanto cariño le había tomado. Alcina sonrió de lado sin poder evitar hacerle carantoñas.

-Si digo que si sonara a que estoy teniendo problemas conmigo misma. No suena bien.-respondió la menor incorporándose-. Sky te lo puede decir, casi lo consigo.-la perrita grisácea gruñó en respuesta-. ¡¿Cómo puedes ser tan mentirosa?! Me llevas viendo toda la tarde.

Eres insufribleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora