Capítulo 30

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Los primeros rayos del Sol traspasaron los enormes ventanales de aquella gran habitación donde un par de figuras descansaban. La menor de ellas se movió ligeramente estirando sus músculos, algo tensos por la postura tan rígida que tenía. Sus ojos castaños observaron a su alrededor mientras se acomodaba boca arriba para ver el techo. Apenas recordaba que tras los hechos de la noche anterior habían acabado durmiendo juntas, por petición de la mayor por supuesto.

Eran detalles de los que Akuma aún no se hacía a la idea. Pensar en como tratar a alguien de una manera cariñosa y dulce. A primera vista ella habría sido de las que no tardaría en soltar una arcada con solo pensarlo. Pero mientras más lo tenía en mente, más cosas quería probar. Más quería sentir.

Sus ojos se fijaron en la bella gigante durmiente quien posaba uno de sus brazos sobre su torso. Hoy tenía una oportunidad de dar un paso con ella, de demostrarle lo que valía. Aunque su mayor objetivo era mostrarla que podía contar con ella, ser su pilar en todo momento como ella lo había sido en las últimas semanas.

Sacudió la cabeza dejando todo eso de lado, ahora su mayor preocupación era despertar a la reina que tenía al lado. Y no había mejor idea que haciéndolo jodiendo.

Con una sonrisa traviesa se irguió despacio hasta quedar a la altura de su oreja. Abrió ligeramente la boca dejando salir gruñidos de esta. El cuerpo de Alcina se tensó por un momento y sus mejillas fueron tomando color con cada rugido gutural que escuchaba. Los ojos de la menor se iluminaron y su cuerpo empezó a calentarse, hoy se sentía bastante valiente y con ganas de molestar. Con esto, paseó una de sus garras por aquella blanquecina cintura haciéndola estremecer hasta despertarse. Un puchero y una mala mirada salió de ella al ver lo que hacía.

-No se que pretendes, diavol. Pero sea lo que sea no lo vas a conseguir.

-¿Eso crees? Porque ese bonito sonrojo me dice otra cosa.-carcajeó viendo como escondía la cara entre las sábanas-. No me dirás que no ha sido un buen despertar. Seguro que el gruñidito ha hecho tu sueño más...-volvió a acercarse a ella relamiéndose-. Interesante.

Alcina la golpeó tirándola en la cama mientras ella reía. Últimamente había desarrollado mucha confianza en si misma. Ya no era tan nerviosa ni estaba tan perdida. Si esta era su verdadera forma de ser en una relación, Alcina tendría varios problemas en sus partes bajas.

-Diavol.-repitió tirando las mantas sobre ella mientras se levantaba.

-Tu diavol.

-Si tienes tanta energía para molestar a estas horas, estoy segura de que también las tendrás para la reunión.-un gruñido exasperado la sirvió como respuesta-. Tienes una apuesta que ganar. Espero que des lo mejor de ti.

-Puedes contar con ella, reina.-caminó hacia ella hasta quedar ambas frente al espejo de su tocador-. Daré eso y más. Espero que seas tú la que este preparada para lo que tengo en mente.

-No puedo esperar a verte fracasar.-bromeó con una pequeña sonrisa al ver la pose dramática que la menor reflejaba.

-Que tengas esas confianzas en tu amada la rompe el corazón. Tendrás que compensarlo con algo.

-Oh ¿Y cuál es el precio? Si se me permite saber.-Akuma agarró su mentón en una sola mano robando la un beso y esfumando las palabras que se habían quedado en su boca.

-Ya lo has pagado.-un guiño de ojo y una sacudida de mano bastaron como despedida antes de salir de la habitación para prepararse en la suya propia. Mientras tanto Alcina se había quedado petrificada con el pintalabios en la mano procesando lo que acababa de pasar.

Creí que la costaría más empezar a besarme.

En un principio, así había sido. Sus besos eran siempre cortos o en otro lugar que no fueran sus labios. Era un paso que pensaba que Akuma no se atrevía a dar, pero que equivocada estaba.

Eres insufribleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora