Capítulo 7

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Por suerte para Akuma la vampira de tres metros se había retirado a sus aposentos sin cenar, cosa que ella disfrutó. Lo único que la molestaba era tenerla allí, en su territorio, a la cosa que más odiaba en este mundo.

No pudo dormir nada pensando en maneras de deshacerse de ella.

Era temprano y se preparaba el primer café del día, pues lo iba a necesitar. Escuchó pasos y unas patitas, por lo que no la hizo falta girarse para saber quienes eran.

-Vaya y yo que pensaba que no madrugabas.

Empezamos bien el día.

-¿Podrías por una vez en tu vida dejar de pinchar en la herida? Eres muy pesada intentando pelear y yo no tengo ni cuerpo ni ganas a estas horas. Menos cuando no duermo, anotalo. Mi humor suele ser peor.-dijo bebiendo de su taza sin mirarla ni una sola vez.

-¿No has dormido? Supongo que será por mi presencia.-tarareó levemente sentándose frente a ella.

-Exactamente. Me he desvelado pensando miles de formas distintas en las que matarte sin que Madre Miranda lo sepa. Y para mi desgracia no hay ni una sola en la que no sospeche de mi.-se acomodó en su silla frotando sus ojos con pesadez hasta sentir unos golpes en sus piernas-. ¿Hm?-vio a su perrita y bufó-. Tú no vengas, traidora. Me abandonaste por ella.

-¿A qué te refieres?-Alcina se levantó sirviendose su propia taza al darse cuenta de que Akuma no se iba a levantar a hacerlo.

-A que ha dormido toda la maldita noche contigo. Dios, te dije que la mordieras Sky.-se quejó acariciando su cabecita-. Por cierto, llamó Madre. Traerá tu “vino” para que no haya ningún problema.

-Perfecto.-asintió viendo como se iba-. ¿Adonde vas?

-A trabajar, tengo que reformatear algunas cosas. Ya sabes las normas, cumple con ellas y nos soportaremos.

-¿Y qué hago mientras tanto?

-Ese es tu problema.

Mientras tanto un cuervo las veía desde la ventana soltando un gran suspiro. Esto iba a durar mucho tiempo.

***

Akuma tecleaba con gran velocidad sin despegar sus ojos de las múltiples pantallas a su alrededor. Ser la única que se encargara de la tecnología resultaba bastante agotador, más cuando tenías que salvaguardar la información de toda la villa. Tenía la música alta para poder concentrarse, pero eso no la impidió escuchar unos golpes en su puerta.

Terminó de escribir uno de los códigos y guardó el proceso antes de levantarse a abrir.

-¿Qué quieres?

-Tengo hambre.-dijo sin más.

-Bien por ti ¿Y?

-Pues que tendrás que hacer la comida.-la menor abrió la boca sin creerselo.

Ah no, esto si que no.

-Mira, bonita de cara.-cerró la puerta tras de si-. Si tienes hambre, te cocinas. Si la casa esta sucia, ayudas a limpiarla. Si hay algún problema, tú colaboras. Así es como funcionan las cosas con un compañero de piso y es lo que somos. Yo no voy a ser tu puta criada ¿Lo captas? Ahora dejame trabajar.-volvió adentro y la cerró la puerta en las narices-. Puta gigante egocéntrica.-escupió y subió la música que tenía puesta.

Alcina por su parte no sabía que hacer, nadie la había tratado así además de Heisenberg y solo era por unas horas. Pero esto iban a ser ataques constantes y solo una de ellas se alzaría sobre la otra.

O me acostumbro a ella o ella se somete a mi. No hay más opción.

Aún asi la tocó cocinar a ella.

Pasaron las horas y seguía sin saber nada de la menor. Literalmente, ya estaba atardeciendo y no había salido ni una sola vez, ni siquiera para comer.

¿Qué estará haciendo?

Lady Dimitrescu se aburría mucho. Admitía que los ratos con esa mocosa insoportable al menos volvían el día más ameno pero ahora que no la veía no hacía otra cosa que sentarse a leer alguno de los libros de las estanterías. La sorprendía no ver ninguna foto a su alrededor, solo decoraciones góticas, pero nada más.

Increiblemente se estaba empezando a preocupar por ella, puede que la hubiera pasado algo. Pero cada vez que pasaba por enfrente de la puerta de su estudio escuchaba la música alta y algún que otro ruido aparte.

¿Qué cojones pasa con esa chiquilla?

Cuando menos se lo esperó aquella horrorosa música dejó de sonar y escuchó el sonido de la puerta. Giró la cabeza viendo como la cerraba con una patada y se estiraba en el sitio mientras bostezaba.

-Una cosa menos de la que preocuparse.-la escuchó decir antes de verla caminar a la cocina donde ella estaba sentada.

-Ya era hora, creí que te habías perdido o algo.

-Mi trabajo es algo de muchas horas o ninguna en días. Así funciona, reina.-abrió la nevera en busca de lo que tanto la apetecía.

-Hice comida si gustas.-se calló al verla tomar una manzana y morderla después de lavarla.

-Toda tuya, con esto voy bien.-se asomó a una de las ventanas y silbó fuerte-. ¡Sky! ¡A casa ya!-gritó y a los segundos la perrita entró por la pequeña puerta que había.

-Me preguntaba donde había estado todo el día.-pensó Alcina en voz alta.

-Sky no es una perra normal, por eso me encanta.-la acarició y la dio un trozo de su manzana-. Es muy independiente pero sabe cuidarse.-crujió su cuello y se sentó en la mesa donde la vampira estaba. Sacó un paquete de cigarrillos y su mechero.

-Creí que habías dejado de fumar.-río Alcina recordando el momento.

-Nunca lo hice, pero no fumo delante de madre. Sería una suicida si lo hiciera.-dijo sobandose la mejilla como si aquel golpe todavía la doliera-...... Que sepas que te odio cada vez más en las reuniones por esto.-hizo los gestos que hacía ella al fumar de su alargador provocando unas pequeñas carcajadas-. Asquerosa, solo sabes provocar.

-Vaya vaya, en unos momentos me llamas reina y en otros me insultas. No tienes término medio.

-Dentro de las palabras bonitas hay bellos insultos.-respondió inhalando el humo y haciendo aros con el-. Dios solo llevamos veinticuatro horas.-se quejó saltando de la mesa.

-¿Y qué con eso? ¿No puedes soportar a alguien superior a ti Akuma?

-No juegues con fuego o te quemarás, no molestes a un demonio cuando no sabes las consecuencias.-su aura cambio a una muy oscura en cuestión de segundos mientras la miraba de forma amenazante.

Lady Dimitrescu admitía que nunca había visto una mirada como la suya. Una con tanto odio, rencor, rabia e incluso locura. Y lo que más la daba mala espina de eso es que llegaba a sentir algo cuando la miraba así, se sentía intimidada.

Yo soy más fuerte que ella, es solo una humana. Pero ¿Cómo puede tener este efecto en mi?

-Je, cobarde.-escupió con una sonrisa burlona alejándose de ella.

La cosa no mejoraba nada y el ambiente entre ellas solo era tenso.

Eres insufribleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora