Capítulo 9

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Después de aquel rato y de volver a limpiar todas las salas por la destrucción que provocaron, ambas quedaron exhaustas hasta el punto de no volver a moverse en lo que quedaba de día. La única que se movía entre ellas era Sky quien aprovechaba a lamerlas ahora que no se quejaban.

Aquella mañana Alcina fue la primera en levantarse y eso la extrañó. Buscó por toda la casa dándose cuenta de que la humana no estaba. Decidió acercarse a su cuarto y se pegó a la puerta llegando a escuchar pequeños ronquidos junto a los tranquilos y pausados latidos de su corazón.

Sigue dormida. Tampoco me extraña tras lo de ayer.

Alcina aún pensaba en esa pequeña conversación, en el cambio de actitud de la más joven como si estuviera acostumbrada a este tipo de trato. Cada vez la intrigaba más.

Por primera vez había visto su lado sensible y pudo ver la que sus ojos transmitían al decir aquellas palabras.

Es personal reina.

Había podido ver dolor, mucho. Parecía que en su interior guardaba mucho más de lo que demostraba con aquella personalidad. En eso se parecía a ella, dos mujeres que no dejaban que el resto viera su verdadera forma de ser para no mostrar vulnerabilidad.

Negó rápidamente con la cabeza, esa mocosa no podía parecerse a ella, no lo iba a admitir.

El sonido de un teléfono la sacó de sus pensamientos y se acercó a descolgar el que estaba en la pared.

-Madre Miranda.-saludó-. Sí, esta aquí. No, ahora esta descansando.-se quedó escuchando lo que decía-. Por supuesto, la avisaré de tu llegada.-antes de decir algo más ya la había colgado.

Pasaron algunas horas tras eso y fue cuando escuchó el sonido de la puerta y vio a una Akuma adormilada que frotaba sus ojos.

-Parece que alguien durmió bien.

-Ni tienes idea de cuanto.-bostezó tapándose la boca y sacudió la cabeza mientras se preparaba el café sin decir nada.

-Por cierto, llamó madre. Vendrá esta tarde para ver...-paró de hablar al ver como la menor escupía el café.

-¿Pu-Puedes repetir?-se giró lentamente.

-Madre Miranda va a venir.-lo siguiente fue inesperado. Vio como la mayor salía corriendo y escuchó muchos golpes tras ella.

Lady Dimitrescu acabó levantándose de la curiosidad viendo como la menor registraba todos sus armarios y algunos sitios que consideraba “escondites” que eran los lugares donde guardaba el tabaco.

-¡¿Por qué cojones tiene que venir?!-lo siguiente que vio fue como subía rápidamente a su habitación a ponerse la ropa y a arreglarse la melena de león  que tenía por cabello en ese momento.

-¿Puedo saber que te ocurre? Es una visita de madre.

-¡Eso es lo que me preocupa!-frenó en seco-. ¡Yo no...! ¡Agh!-volvió a correr poniendo de los nervios a la mayor que no dudo un segundo en tomarla como un cachorro y ponerla a su altura.

-¿Te puedes calmar y explicarme esto? Me estas poniendo atacada, maldita cría.-bufó.

-Vale, niña rica. A mi madre nunca me visita, adivina porque estoy así.-pellizcó su mano haciendo que la soltara-. Lo normal es que lo tenga todo ordenado para que no sospeche nada de mi y siga sintiéndose orgullosa ¡Y yo no tengo costumbre de sentarme a tomar una tacita de té!

¿Cómo?

Lo que más desconcertó a la vampira en ese momento era en el simple pensamiento de que su madre nunca había ido a esa casa.

Eres insufribleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora