Capítulo 31

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Un movimiento de mano, un pensamiento y el sonido del bolígrafo trazando letras sobre el papel. En un ambiente tan relajado como ese no había ninguna otra cosa que se pudiera notar.

Akuma había regresado a la que había sido su habitación para hacer el papeleo. Como ahora dormía prácticamente todos los días con Alcina, el cuarto se utilizaba más como un estudio para ella.

Realizaba las cuentas mentalmente sin apenas problema, nada detenía sus movimientos y rápidos cálculos mientras mostraba los beneficios que ganaba Lady Dimitrescu con sus ventas. A decir verdad las cifras eran más impresionantes de las que se podía esperar. Ahora ya podía decir con toda la razón que la vampira era una ricachona nacida en cunita de oro.

Sonrió al pensar en como habría sido la expresión de su rostro si la hubiera escuchado decir eso. Aunque no era lo que más invadía sus pensamientos. La mitad de las neuronas estaban siendo utilizadas en el trabajo mientras la otra parte pensaba en lo acontecido días anteriores.

-Podría haber una posibilidad para ella. Si tan solo pudiera sacar sus alas sin necesidad de transformarse del todo.-pensó mientras escribía-. Pero teniendo en cuenta los informes acerca de ella, es algo bastante improbable. No tiene tanta facilidad de control para solo quedarse con una cosa. Ni yo soy capaz de hacerlo y tampoco se si podría ser capaz.-analizó cada una de sus palabras sin darse cuenta del ruido del manillar-. Aunque ya he sido capaz de tomar el control de esa forma.... Podría hacer pruebas para ver si es posible y al final enseñarle a ella a hacerlo.-mordió levemente su labio-. Pude verlo en sus ojos. Necesita libertad y volar... Sería de lo mejor para ella. Volar sin miedo a ser juzgada por el aspecto de su contraparte.

Tenía que intentarlo, estaba dispuesta a ello. Había varios planes en mente, cosas que debía quitarse de encima antes de actuar, pero todos ellos iban con el mismo propósito. Hacer que esta extraña relación saliera a flote haciendo a Alcina feliz.

Unas grandes manos enguantadas se posaron sobre sus hombros provocando que su cuerpo diera un pequeño salto. De la sorpresa, echó la cabeza hacia atrás para ver al culpable. O más bien la culpable.

-Hey.-susurró sonriente mientras sus ojos paseaban por el rostro de la mayor.

-Hey.-devolvió el saludo acariciando sus mejillas-. Llevas toda la mañana con eso ¿Tienes pensado parar en algún momento?

-¿Necesitada de mi?-preguntó burlona. El rostro de la vampira cambió a uno molesto y la golpeó levemente el brazo haciendo que soltara una carcajada. Esta chica iba a ser la muerte para ella como siguiera volviéndose tan pícara-. Ni una bromita aguantas.

-No se ni de que me sorprendo, si eres tú con la que estoy tratando.-gruñó para si misma escondiendo una ligera sonrisa-. ¿Y bien?-arqueó una ceja esperando una respuesta.

-Ya había terminado, solo estaba pensando en ciertas cosas.-admitió extendiéndole los papeles.

-¿Qué tipo de cosas si es que puede saberse?

-Cosas que una dulce y linda reina como tú no debería saber.-la sacó la lengua de forma juguetona antes de auparse en la silla y darla un beso.

-Eso no es justo y lo sabes.-comentó durante el beso-. Acabaré adivinandolo.

-Probablemente, pero no ahora mismo.-dio un pequeño toque en su nariz antes de bajar de la silla-. Y bueno ¿Qué tienes en mente?-una sonrisa ladina hizo que se preocupara de inmediato. Esa sonrisa nunca significaba nada bueno.

-Yo también he estado pensando y creo que es hora de retomar tus clases sociales.-como odiaba Akuma tener tanta razón-. Y se me ha ocurrido que deberías pasar tiempo con las niñas.

Eres insufribleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora