Capítulo 13

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A la mañana siguiente la joven protagonista amaneció con un gran rubor en sus mejillas ante el sueño que había tenido. Estaba ardiendo y sudando, sentía la boca seca y con falta de algo.

Miró a su alrededor desesperadamente soltando un suspiro de alivio al ver que estaba en su cuarto y que no tenía ninguna marca fuera de lo común en su cuerpo.

Dios, parecía tan real. Hasta puedo sentir la presencia de sus labios....

Paró sus propios pensamientos y ahogó un grito en la almohada.

¡Hace bastante tiempo que dejaste de ser una adolescente hormonada! ¡Comportate!

Lo mejor sería darse una larga ducha para quitarse todo lo que sentía en esos momentos. Solo así sería capaz de bajar las escaleras y verla a ella.

De todas las mujeres en el mundo tuve que tenerlo con esa jodida marquesa de poca monta.

Por suerte para ella tenía otras preocupaciones en mente. Como que hoy era el día donde llegaban miles de cajas y bolsas con comida y vino por parte de Miranda. Odiaba mucho ese día porque la tocaba a ella ordenar todo y las cajas de vinos no eran precisamente ligeras.

Al bajar y abrir la puerta ya estaban todas las cosas. Agradecía que Madre Miranda no estuviera cada vez que se las enviaba. Era lo único bueno.

-Manos a la obra.-se animó así misma y empezó con su labor. No paso mucho tiempo para que su compañera apareciera y se sentara en la mesa de la cocina mientras la miraba.

-¿Otra compra?

-Sip, para variar.-siguió colocando las cosas.

-No te quejes, al menos Madre Miranda te hace la compra cada semana.

No empecemos otra vez... O bueno, empecemos, sera lo mejor.

-¿Por quién crees que hace estas compras?-agitó varios paquetes de carne hacia ella mostrándoselos-. Si hace esto es porque su hija favorita esta aquí.

-No tengo ni idea de lo que hablas. Ni siquiera soy su favorita.

-Eso no te lo crees ni tú.-murmuró para si.

-¿Estas insinuando que ella nunca te ha hecho estas cosas?-la menor aplaudió y dejó caer su cabeza hacia atrás para verla.

-A ver que entendamos una cosita ¿De verdad crees que si solo ha venido apenas unas cinco veces a verme en años se va a molestar en hacerme la compra semanalmente? Más cuando todo lo que compra son cosas que te gustan.

Lady Dimitrescu abrió la boca para protestar pero no sabía que argumentar en contra de eso.

-Tu silencio prueba mi punto, reina.-volvió a levantar la cabeza mientras colocaba las cosas en el refrigerador.

Parecía que había ganado la discusión esta vez. Parecía.

-Si es así ¿Qué me dices de los chocolates que trae aquí?-sacó lo nombrado de una de las bolsas-. Tú eres la única a la que le gusta el dulce.

-Y una mierda.-respondió sin más dejándola con la boca abierta.

¿Cómo se atreve a responderme así?

-¿Cómo dices?-gruñó levemente tratando de controlar su temperamento.

-Que si te gusta el dulce, pero te callas por orgullo.

-No tienes ni idea de nada, niñata.

-¿Entonces quién se ha comido el pastel con fresas?-había soltado la bomba.

Eres insufribleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora