21.- Felices 26.

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Abril 17, cada vez está más cerca la fecha que no quiero que nadie se acuerde.

Me remuevo sobre mi cama, con mucha pesadez abro mis ojos, me estiro todo lo que puedo para sentarme en la cama, bostezo, y lo único que quiero es seguir enredada entre mis cobijas. Por la ventana observo el día lluvioso, y me doy cuenta de que estoy comenzando a adorar este clima.

«Perdón California».

El reloj marca las 10:02 am, me levanto —al fin—, en la cocina me sirvo un vaso de agua y lo bebo como si no hubiera un mañana.

—Se siente de lo mejor esta resaca ¿verdad? —escucho a mi amiga, volteo y se encuentra en el umbral que se hace en la entrada de la cocina.

—Ojalá se sintiera como dices —sirvo más agua en el mismo vaso y se lo extiendo, ella se acerca y lo toma.

—Pensé que ibas a quedarte con tu galán —termina de beber el agua, deja el vaso sobre la mesa.

—No, él iba a salir temprano a Tacoma por unos asuntos de la empresa —lleno la jarra de la cafetera, cambio el filtro y pongo café.

—Tengo que admitir que, ese McClain, es un jefazo, bueno, no es nuestro jefazo, pero, es muy buen líder —se sienta en un taburete y yo hago lo mismo.

—Sí, aunque ha andado raro, no sé —recargo mi costado derecho en la barra.

—Ay no, Lexi, han estado tan bien, no busques algo con que discutir.

—Es que no lo busco, es solo que lo siento, algo le pasa —muerdo mi labio, pensando y e intentando de adivinar que es lo que puede ocurrirle—. Te juro que algo pasa con él, me siento de la misma manera que con mi hermano y mi cuñada, ahora Robert también me oculta algo, y tú sabes como me ponen estos presentimientos.

—Lo sé, pero tranquila, si es que te ocultan algo, ya te lo dirán, tal vez no es el momento —toma mi mano—, no te estreses ¿sí?

—Okay.

Mi amiga y yo almorzamos juntas, pasamos nuestro sábado libre de trabajo, viendo películas, platicando de lo bien que me he sentido con Robert, y según ella «nos vemos muy bien juntos». Por la tarde-noche recibo una llamada de mi quedante.

—Aló —respondo con cierta emoción.

—Hola Lexi, ¿Cómo estás? —escucho su voz un tanto extraña.

—Bien, ¿Cómo te fue en Tacoma?

—Me fue bien, ¿Qué estás haciendo?

—Oh, me la he pasado tirada en el sofá con Yanell, estamos en maratón de películas —me levanto del sofá y camino a la cocina.

—Genial, ¿se están divirtiendo?

—Mucho —respondo y seguido se hace un silencio, pero de repente...

—Lexi, te llamaba porque quería saber de ti, pero también para decirte que estaré fuera del estado unos días, tengo que revisar unos asuntos en Nevada y me tomará un poco de tiempo.

—Mmh, entiendo —no sabía que más decir, si así era difícil coincidir teniendo nuestras oficinas a un lado del otro.

—Sé que es raro no vernos, digo, pasa siempre en la oficina, pero sabemos que estamos ahí, justo a unos metros, y ahora estaremos a kilómetros por unos días.

—Sí, es extraño, ¿sabes cuando regresas?

—No, pero en cuanto lo sepa yo te llamo —menciona.

Si Volviste A Mi Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora