40.- Decepciones y amistades.

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Noto como el cielo ya está totalmente oscuro, emprendo camino a la entrada del hospital, de nuevo entro a la habitación con mi padre y me quedo ahí con él.

Veo como duerme, su saturación está bien al igual que su ritmo cardíaco.

Pasa alrededor de una hora y salgo con mis amigos.

—Nick, quiero pedirte permiso de ausentarme unos días, necesito quedarme con mi padre el tiempo que le queda —suspiro—. Si no se puede, te entrego mi carta de renuncia y…

—Lexi, no te preocupes por eso, ya viene de California tu equipo de trabajo. Y por lo de tu padre, yo me haré cargo de absolutamente todo, de momento el piso estará despejado, solo estará el doctor a cargo y las enfermeras, quiero que estés tranquila con todo —acaricia mi hombro—. Puedes dormir aquí, Hudson puede traerte ropa y tus cosas personales para que no tengas que irte.

En mis ojos de nuevo pican las lágrimas, unas cuantas se me escapan.

—Voy a pagarte todo esto, Nick, tengo unos ahorros y…

—Después te preocupas por eso, ahora, concéntrate en tu padre —besa mi frente y me envuelve en sus brazos.

—Gracias, Nick, infinitas gracias —lloro un momento con él. Escucho como carraspea su garganta y se separa un poco—. ¿Pasa algo?

—Tu hermano —dice mirando detrás de mí.

Volteo y veo a Alex caminar apresuradamente hacia nosotros.

Su rostro es indescifrable, tiene pizca de molesto, preocupado, no lo sé, detrás aparece Nathalie, como queriendo alcanzarlo.

—Lexi —se acerca a mí.

—No —extiendo mi mano para evitar que se acerque más—. No quiero escucharte.

—Tienes que escucharme, yo no quise decirte esto porque…

—¿Por qué?

—No quería que sufrieras, sabía que ibas a sufrir viéndolo así —alza la voz.

—¿Y crees que con esto no me haz hecho sufrir? —me exalto, siento las manos de Nick sobre mis hombros pero me libero de él y comienzo a golpear a mi hermano en su pecho—. Tú sabías cuánto necesitaba encontrarlo, y resulta que hace un año sabes de él, eso es injusto y cruel, hasta para ti, Alexander.

No puedo evitar que se me salgan unas lágrimas. A unos metros detrás de Alex está Nathalie recargada en la pared del pasillo, y justo por ahí aparece Robert.

Lo miro por unos segundos.

—Lárguense los dos —digo, Alex voltea hacia atrás.

—No deberías estar aquí, Robert, es asunto de hermanos —dice el que se supone es mi hermano.

—Vengo a ver a Lexi —se acerca a nosotros pero Alex lo empuja.

—Aléjate —refuta mi hermano de forma tajante.

—Alex, ya no quiero pelear contigo, por favor, déjame hablar con ella —Robert se ve realmente afectado con todo lo que está pasando.

—Eso debiste pensarlo antes de meterte con mi hermana…

—¡Cállense! —alzo la voz—. Los dos me tienen harta y decepcionada, no los creía capaz de tanta mierda —de nuevo estoy al borde de las lágrimas.

—Lexi…

—No, Robert lo que sea que vayas a decirme no me interesa. Mi padre está muriendo en una cama de hospital y ustedes se creen con tanto derecho de ocultármelo —tomo aire y me acerco a Alex—. Te tenía en un pedestal, y tú solo te encargaste de que te bajara de ahí —comienzo a llorar—. Te veía como uno de mis héroes, sin saber que eras tú quien me quitaba al hombre más importante en mi vida, a mi primer héroe.

Si Volviste A Mi Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora