42. Perdón.

1.4K 69 9
                                    

Mi padre está disfrutando de un jugo de manzana, mientras yo leo un libro.

—Lexi —emite.

—¿Sí? —sin mover mi cabeza, paso mi mirada del libro a su rostro.

—Te he notado algo distraída, ¿está todo bien? —su mirada me inspira confianza.

Es mi padre, sé que no lo voy a tener mucho tiempo, así que, le diré todo.

—No —le doy una sonrisa exprés—. No está nada bien —agacho mi mirada, suspiro profundo como si al inhalar, fuera valor y no solo oxigeno—. ¿Recuerdas a Robert?

—¿McClain?, el amigo de Alex.

—Sí, él —de nuevo suspiro—. Lo conocí en un bar cuando llegué a Seattle —sonrío un poco ante el recuerdo—. Bueno, nos reencontramos, pero ninguno de los dos sabíamos quienes éramos, no nos reconocimos en el momento, esa noche coqueteamos, me llevó al hotel donde me hospedaba y me besó.

»Me gustó, pero al siguiente día resultó ser la persona con quien tenía que acordar una sociedad de su empresa con la de Nick, mi amigo, quisimos evitarnos, distanciarnos, no nos soportábamos, pero después nos dimos cuenta que lo que no soportábamos era estar lejos del uno del otro, comenzamos a salir, mantuvimos nuestra relación en privado por Alex, sé que se iba a infartar si se enteraba, y cuando vimos la relación seria, decidimos hablar con mi hermano.

» Justo una noche, antes de hablar con él, Robert y yo tuvimos un pequeño accidente, el hospital llamó a Alex, se enteró de la peor manera. Todo está mal entre ellos y me siento culpable, son amigos desde siempre. Además todo está mal con él, acabo de terminar con Rob porque, resulta que él sabía sobre ti todo este tiempo; sin embargo, no me dijo nada porque juró guardarle el secreto a Alex. Nada está bien con ellos.

Termino de hablar y por milésima vez suspiro.

—No entiendo por qué esconderse de Alex —mi padre extiende su mano sobre la camilla y yo la tomo—. Me alejé de ustedes cuando eras una niña, hoy eres toda una mujer, inteligente, trabajadora, independiente, y con un corazón gigante, lo sé porque eres mi pequeña, y me lo confirmas al estar aquí conmigo a pesar de mis errores.

—Papá —mis ojos se llenan de lagrimas.

—Mereces todo lo bueno de esta vida, perdona y perdónate, mereces ser feliz y estar con quien aporta felicidad a tu vida, piensa bien las cosas sobre esa relación, conozco a Robert desde pequeño, y aunque no sé de él desde hace mucho tiempo sé que es un buen hombre, no por nada Alex mantuvo su amistad y tú te enamoraste de él —aprieta de forma suave mi mano—. Te amo, Alexandra, solo deseo que seas feliz.

Me levanto y abrazo a mi papá.

—Gracias, papá, te amo, no lo dudes ni por un momento —beso su mejilla.

**

Nicholas, Yanell, mi padre y yo, jugamos al poker por la noche, reíamos con las historias de mi papá y los chistes que nos hacía en ocasiones.

Hoy es sábado, la mañana es más fría de lo normal y la lluvia no para desde anoche. Me he despertado más temprano de lo que acostumbro, por alguna razón necesito algo calientito en mi estómago, voy a la cafetería por un chocolate caliente.

Regreso y desde que las puertas del elevador se abren en el piso donde estamos se escucha un alboroto, Nicholas y Yanell están despiertos afuera de la habitación de mi padre, el doctor de mi padre entra corriendo a su habitación.

No sé qué pasa, solo sé que suelto todo lo que llevo en mis manos y corro hacia la habitación, mis amigos me miran preocupados.

—¿Qué pasa? —grito antes de llegar con ellos.

Si Volviste A Mi Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora