34. Sentimientos.

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El día está oscureciendo, las luces de los autos por las avenidas nos iluminan, el aire fresco golpetea una parte de mi pecho y de mis manos.

Después de unos minutos entre autos, semáforos y el ruido de la ciudad, el paisaje cambia a uno muy distinto, estamos en una carretera prácticamente sola, pasan de vez en cuando algunos autos, nos envolvemos del olor a la naturaleza debido a que estamos en medio de árboles, incluso la temperatura se siente más baja, lo que hace que sienta el aire más fresco.

Robert baja la velocidad y se desvía por la terracería, entrando entre los árboles. Sigue el camino un rato más y es cuando se detiene.

Bajamos, me quito el casco y veo frente a nosotros una especie de río, el lugar así de noche y bajo la luz re la luna luce precioso.

—Rob ¿Dónde estamos?

—Ni yo lo sé —se acerca a mí y toma mi mano—. Descubrí este lugar hace unos años, es uno de mis lugares para escapar un rato de todo —me invita a sentarme sobre el césped muy cerca del río.

—Es lindo —volteo hacia a arriba buscando la luz natural que nos alumbra—. La luna se ve preciosa hoy —no puedo evitar quedarme pasmada viendo la luna. Me percato del silencio, volteo con Robert y está ahí, viéndome—. ¿Qué pasa?

Se queda quieto por un rato, como pensando, niega con su cabeza y suspira.

—Nada, solo observo lo hermosa que eres.

—Has andado más cursi de lo normal —le sonrío, porque me gusta cada vez más esto que tenemos—. Digo, me encanta que lo seas.

—Que bueno, porque eres tú quien me hace ser así —acaricia mi mejilla y deja un beso en mis labios—. Te quiero, demasiado.

—Yo te quiero demasiado más —nos reímos y de nuevo me besa. Su lengua acaricia mis labios, antes de separarnos dejamos ir un suspiro al mismo tiempo.

—Lexi, deberíamos de irnos.

—Sí, si ya estás cansado podemos regresar a casa y…

—No, vámonos lejos, escapémonos de todo y de todos. —Toma mis manos con fuerza. Y yo me río.

—Robert, pero mañana tenemos trabajo, es lunes.

—Sí, pero si llamas a Berkoff pidiéndole un tiempo, él te lo dará. Lexi, vámonos.

—No puedo dejar mi trabajo, sabes todo lo que implica ello, además estamos casi a fin de mes y faltan muchas cosas —digo con mi sonrisa ancha, porque lo que me pide lo deseo, aunque no sea tan fácil de hacer.

—Solo unos días, regresamos el viernes o el jueves, solo vayámonos juntos, llama a Berkoff.

Me rio de los nervios, niego con mi cabeza al momento en que saco el celular de mi chamarra.

—Es una locura, lo sabes —desbloqueo la pantalla, veo algunas notificaciones de mis redes sociales y mensajes, pero ignoro todo yendo directo a la agenda telefónica, mi jefe es de los contactos que aparecen al inicio debido a un guion corto que pongo antes de su nombre, oprimo su contacto y llevo mi móvil a mi oído, timbra pero no responde—. Rob, es domingo, probablemente esté con su familia y...

Mi móvil suena, es él. Miro a Robert y sonrío.

—Estoy nerviosa —deslizo el botón verde—. Hola, jefe.

—Alexandra, hola, ¿cómo estás? —responde Nick.

—Bien, ¿y tú?, ¿Cómo están tus padres?

Si Volviste A Mi Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora