Capítulo 48

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FSME

Sara Méndez

No sé en qué demonios pensó Daniel cuando aceptó que Dean me acompañara a esa supuesta reunión, es insoportable y para acabar, la supuesta platica se fue a la mierda pues no era más que un complot para atraparnos y el hecho de que nos hayan dejado ir sin más, tiene algo oculto, algo que Dean no fue capaz de ver por qué es un idiota, esta gente nunca me hace caso y por eso nos va a terminar jodiendo.

Con el arma entre manos camino entre los árboles buscando despistar al enemigo, me han herido y tengo el brazo sangrando por un rozón de bala.

—No tienes a donde ir, sal de una vez.

Hace tiempo tiré mis lentes, llevo más de una hora corriendo entre el bosque, me he perdido, pues no tengo mi celular en manos y ya era para que hubiera entrado en la ciudad.

No sé si Dean alcanzó a huir pero espero que sí, porque por mucho que lo odie, él es el único que puede llamar para que me ayuden a salir.

Corro en cuanto una bala impacta contra el tronco del árbol en el que me escondo, no me detengo más que para amarrar un pedazo de tela en mi herida.

Diviso las luces de la ciudad y con ello el helicóptero que sobrevuela el sitio. Me oculto entre la oscuridad de los callejones y contenedores de basura, lejos de la luz.

—Salió del bosque, revisen y cierren todas las calles— ordenan y me muevo trepándome en el techo de una vivienda.

Agradezco estar en México, sus techos y balcones cortos me hacen todo más fácil a la hora de brincar de un techo a otro, la luz del helicóptero apunta en otra dirección y aprovecho eso para bajar las escaleras de una vecindad y adentrarme en una casa apuntando a la familia que come con tranquilidad mientras observa un partido de fútbol.

—Dame tu teléfono, niña— extiendo mi mano hacia una niña de unos 12 años que me deja su aparato en mi mano.

No tengo idea del número principal Daniel, él mismo se registró y no tuve tiempo de memorizarlo mientras lo tecleaba, del único que recuerdo es de aquel con el que me texteó.

— ¿Tienen agua?— pregunto y la señora me trae un vaso y una jarra temblando de miedo— Gracias, no les haré daño, sólo necesito hacer una llamada.

—Adelante— dice todavía con temor— Permítame curar su herida— me dice y asiento dejando que llene mi brazo con agua oxigenada y lo vende mientras intento dos veces dar con el número correcto, lo recuerdo, pero no en orden.

—Vamos...— susurro intentando por cuarta vez, si no me responde, tendré que irme, no puedo hacer peligrar a esta gente.

— ¿Hej?— contestan y quiero destruir el teléfono en mi mano al equivocarme tan estúpidamente.

—La DDS me está persiguiendo, perdí mi teléfono y llevo una hora corriendo, creí haber llamado a Daniel pero di contigo, ayúdame— hablo rápido mientras bebo otro trago de agua.

—¿Estás bien?

—Por supuesto que no, tengo una herida pequeña en el brazo y llevo más de una hora corriendo.

No tengo muchos hombres en México, pero puedo llamar y hacer que te den tiempo para que huyas de donde sea que estés.

—Bien, haz que ataquen el Ángel y el monumento del municipio donde viven mis padres, eso me dará tiempo.

Daré la orden, protégete belleza— corto la llamada y cambio la televisora hasta dar con las noticias en vivo.

—Muchas gracias, les traeré su recompensa en cuanto salga de este lío.

Virgen De La Mafia 🔪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora