Capítulo 18

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Entrenamiento

Estoy aquí tratando de trepar un muro de 5 metros solo de un brinco, llevo diez minutos intentándolo y no lo logro mientras que el idiota de Dante se ríe de mis caídas sin importarle que me rompa un hueso.

—Tienes que encarrerarte y brincar con más fuerza—explica y me pone el ejemplo.

—Para ti es fácil decirlo, llevas toda tu vida en esto y mides 20 centímetros más que yo, además tienes más fuerza, yo solo llevo 20 días entrenando.

—Eres alta, debes lograrlo.

—Ayúdame— le pido recargándome en el muro.

—No.

—Somos un equipo ¿recuerdas? Pon tus manos como escalón.

—¿Crees que lo vas a lograr así?

—Tú solo ayúdame con eso y cállate, me atrapas del otro lado.

—Como si sí fueras a poder.

Pone sus manos como se lo pedí y tomo una buena distancia para encarrerarme y doy un salto apoyando mis botas en sus manos logrando sostenerme de la pared, treparme con ayuda de mis piernas y sentarme en la cima de la pared.

—Si que pesas—dice sacudiéndose sus manos por la tierra que mis botas dejan en sus manos.

—Lo normal, solo que tú eres débil.

—¿Piensas quedarte todo el día ahí arriba?

—¿Me lanzo así sin más?

—Intenta caer parada.

—Bien, si muero llévale mis cenizas a mi madre—le digo y me doy la vuelta agarrándome de la pared y bajo impulsándome de esta.

—Sabía que no eras tan tonta como para tirarte así sin más—dice y recarga su brazo sobre mis hombros.

—¿Qué sigue?

—Las armas, has pasado el entrenamiento físico muy bien, te felicito, no esperaba menos de mi alumna.

—Oh, es muy satisfactorio para mí escuchar eso, maestro—me río mientras seguimos caminando.

Llegamos a un campo de tiro donde me enseña como cargar, descargar y quitar armas de pequeño tamaño y calibre.

—¿Y esta como se dispara y carga?—le pregunto agarrando una escopeta y un rifle gigante.

Me explica sus nombres, tipo de balas y cómo usarlas de la manera correcta.

Toda mi semana se va en aprender a disparar de manera perfecta dando tiros certeros a las cabezas de los maniquíes que coloca en diferentes distancias.

—Bien, eso ha sido perfecto, le diste a todos en la cabeza, tienes buena puntería.

—Lo sé.

—Quiero que des 20 vueltas al campo de entrenamiento.

—¿20? Le pregunto sorprendida.

—Si, quiero ver que tanta es tu condición y resistencia.

—Si sabes que no es un entrenamiento militar, ¿Cierto?—pregunto viendo el campo con horror.

Odio ese campo, tiene mil objetos que te hacen difícil el trayecto, desde redes, costales, incluso trampas por si pisas mal un lazo y para sumarle, mide 100 metros. Paso las primeras 10 vueltas a la perfección pero a la onceava fallo enredándome con la red y cayendo al lodo.

—¿Así piensas salvar a tu familia?, ¿Así piensas que mereces estar a mi lado y ayudarme? Eres una debilucha que no aguanta más de 10 vueltas—dice y me levanto continuando con la pista a más velocidad. —Eso es, te quiero ver más movida.

Virgen De La Mafia 🔪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora