Capítulo 2

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Miradas pesadas

Despierto gracias al sonido de mi despertador el cual callo con un movimiento de mi mano, hago mis necesidades y me arreglo para ir a la escuela con algo cómodo para ir al parque de diversiones también, tal como estuvimos planeando toda la semana mis amigas y yo.

Las clases son de lo más tranquilo para mí a excepción del examen, el cual califican enseguida y obtengo una calificación casi perfecta que hace valer la pena mis horas de estudio, de salida pasamos a comer algo por un puesto ambulante y nos encaminamos al parque de diversiones donde paso una tarde muy agradable junto a los gritos de Britani y la negación de Alejandra hacia los juegos extremos, por último ya anocheciendo comenzamos a caminar hacia la parada de autobuses entre risas hasta que un auto se detiene frente a nosotras cortando cualquier rastro de diversión.

—México es muy peligroso como para que un trío de mujeres esté por aquí sin compañía— la voz suena de alguien joven y el auto le da vista de galán al hombre que baja la ventanilla del coche conectando su mirada a la mía haciéndome estremecer. —Yo podría llevarlas si gustan.

—No gracias—respondo a su ofrecimiento con una sonrisa falsa cuando noto el color de sus ojos nada peculiar en México.

—Oh vamos Sara, es alguien muy guapo y nos va a llevar hasta nuestra casa—susurra Britani cerca de mi oído.

—Estás loca, es un desconocido.

Intento hacerlas recapacitar sobre los peligros que pueden correr si suben a ese auto, pero están tan engatusadas con el imbécil por el que casi choco el coche de mi padre que ni siquiera me hacen caso y suben al auto.

— ¿Tú no subes, muñeca?—pregunta viéndome fijamente.

—Me mandan mensajes cuando lleguen—lo ignoro dirigiéndome hacia mis amigas.

—Sí— responden al mismo tiempo.

Llego a la parada de autobuses rápido, pero la inquietante mirada de ese sujeto sigue en mi mente como si siempre la tuviera encima, como si ese tipo estuviera cerca de mí aun cuando lo vi irse con mis amigas en su auto, tiene una mirada tan pesada que me incomoda con el simple hecho de recordarla, y es que el bonito azul cielo que tiene es como si su aura pesada lo apagara.

Dos malditas horas de camino por el tráfico que se formó gracias a la lluvia y mi mamá me recibe con regaños porque a Britani se le ocurrió marcar al número de mi casa en lugar de marcarme a mi celular y a pesar que eso me molestó no puedo negar el hecho de la tranquilidad que me da el simple hecho de que esté bien.

***

Domingo 14 de Mayo

La semana se me pasa rápido y la incomodidad que siento como si alguien estuviera detrás de mí todo el tiempo no desaparece al igual que el mal presentimiento que siento cada dos por tres.

Me preparo para el trabajo con un pantalón de mezclilla y una camiseta rosa pastel junto a una gorra del mismo color, el trayecto de mi casa al trabajo lo hago lo más rápido que puedo.

—Buenos días—saludo entrando al restaurante donde ya todos mis compañeros están comenzando a acomodar todo, seña de que llegaron más temprano de lo normal.

— ¿Cómo está mi futura novia?— Osmar es el primero que me saluda con un beso en la mejilla mientras que los demás solo responden con un "buenos días", no le reclamo, él sabe que no tendremos nada y aun así sigue ahí insistiendo, lo aprecio como amigo, tal vez algún día se rinda y tengamos una mejor amistad sin sentimientos amorosos de por medio.

—Bien, gracias. — continuamos acomodando el restaurante como siempre mientras platicamos nuestra semana entre todos y como siempre todos tienen algo que contar excepto yo que solo platico mi salida al parque de diversiones, pues mi vida no es nada interesante en comparación a la que ellos tienen según sus anécdotas que me hacen reír y enojar con las de Daniela, mi amiga de trabajo que volvió con su ex.

El día pasa volando con las mesas llenas y el personal estresado, no es hasta que siento una mirada pesada sobre mí que me volteo encontrándome al hombre que entra con un porte recto e imponente junto a esa mirada que destila temor para mí y fuego para mis compañeras de trabajo quienes suspiran al verlo, camina sin inmutarse a responder a los saludos del personal, sólo se dirige a una mesa mientras observa a diferentes lugares como si buscase algo o a alguien. Acepto mi cruel destino avanzando hacia la mesa donde toma asiento.

—Buenos días, ¿Qué desea ordenar?— hago mi pregunta clave brindándole una media sonrisa digna de un buen servicio.

—A ti— dice con descaro como si fuera lo más normal del mundo.

— ¿Perdón?— pregunto conteniendo mi molestia esperando a que se arrepienta.

—Lo mejor de aquí— rectifica con el rostro serio.

—Claro, enseguida—asiento retirándome hasta la cocina donde dejo estipulado lo que quiero servirle, espero paciente hasta que tengo la bandeja en mis manos y regreso a su mesa acomodando el platillo frente a él.

—Buen provecho— le brindo una última sonrisa dándome la vuelta dejándolo comer tranquilamente mientras me encargo de mis demás mesas y pedidos.

Recorro las mesas sintiendo su mirada penetrante hasta que logra incomodarme haciendo que me vaya al área central donde estamos cuando no hay pedidos pendientes.

—Woo, que buen tipo se sentó en tu mesa Sarita— Daniela se lo come con la mirada mientras él me observa con su mirada penetrante— ¿Será extranjero?

—No es tan perfecto, lo he visto varias veces en esta semana y no me da buena espina, además casi choco por su maldita culpa— le digo recordando nuestros "encuentros".

—Oh, el buenorro te está llamando— me codea lejos de ella ignorando todo lo que le dije.

—No está "buenorro"— le digo haciendo las comillas en el aire antes de dirigirme a su mesa.

—Dame la cuenta, muñeca—pide o más bien ordena guiñandome un ojo.

—Escúcheme bien joven, que sea la última vez que me pone un apodo o juro que tendrá problemas— intento verme amenazante pero fallo en el intento cuando abre la boca para hablar de nuevo.

—¡Uy! la gatita tiene garras— dice con tono burlesco.

—Jódase, enseguida le traigo su cuenta.

Me doy la vuelta hasta el lugar donde mi hermana realiza las cuentas, le entrego la hoja con la orden, me da el costo final de todo y regreso a su mesa encontrándola vacía, en su lugar un billete de grande denominación que a pesar de que me da mala espina no voy a negar que me ha hecho el día con esta propina.

—Vaya, mucha propina para ti Sarita— dice mi hermana con tono emocionado dándome el cambio que resta del total.

—Sí, es raro—le digo viendo hacia la puerta de la salida.

— ¿Lo conoces?— me pregunta y asiento contándole las pocas veces que lo he visto.

—Debes de tener cuidado, es raro que te lo hayas encontrado tanto en todo este tiempo y de repente—dice agarrando su mejilla en un gesto de preocupación.

—Lo sé, pero no puedo hacer nada, puede que solo sea por casualidad— intento tranquilizarla con una sonrisa.

—Recuerda que siempre tienes que estar atenta a todo lo que sucede a tu alrededor— dice antes de marcharse a su puesto.

El día continua y al igual que los demás días siento esa mirada fija en mí, signo que todo se comienza a volver muy raro para mi sencilla vida, por las 7 de la noche salgo del trabajo para dirigirme a mi casa esta vez sola, sin Diana, a medio trayecto siento pasos cerca de mí siguiéndome obligándome a prácticamente correr hasta llegar a mi casa recordando todas las películas de secuestro que he visto, volteo a todos lados antes de doblar hacia mi calle checando no tener gente detrás de mí, al llegar a casa omito todo lo sospechoso al contarle a mi mamá mi día y solo me encierro en mi habitación después de bañarme y acostarme con esa mirada pegada en mi mente, mi vida está tornándose sospechosa y temo que no sea cliché como en los libros y telenovelas, también temo no tener la suerte de poder salvarme del villano como las protagonistas, si es que hay un villano, claro.

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† 

Virgen De La Mafia 🔪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora