Capítulo Diecinueve

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La cabeza de Hisoka parecía un remolino dando vueltas sin parar, estaba muy mareado. Cerró los ojos con fuerza y respiró hondo intentando disipar el mareo que estaba sobre él. Después de un momento breve, lo consiguió, aunque al intentar sentarse cayó estrepitosamente.




Se quejó y miró a su lado, la chica, que le había salvado la vida, estaba acostada a su lado con la piel y los labios muy pálidos. Con otro esfuerzo Hisoka trató de sentarse y lo logró con éxito. Nada en su cuerpo dolía y no veía signos de la persecución anterior en su cuerpo.




Miró alrededor y los carros aún ardían en llamas casi consumidos, debieron estar en ese lugar por un largo tiempo, no era raro que nadie supiera del accidente puesto que, todavía faltaba un gran trayecto hacia la llamada "civilización".




— Oye.— dijo Hisoka en voz alta tratando de llamar la atención de la chica a su lado.— Estás viva ¿verdad?— el estado físico de la niña era mejor que el suyo por fuera, sólo se veía muy pálida, sin embargo, Hisoka supo que quizás en su interior muchas heridas fueron causadas por su escapada del auto.



Zulia no habló, ni siquiera se movió un centímetro. Hisoka como un gran hombre de batalla comenzó a buscar un lugar digno para enterrarla, me molestaba un poco que hubiera muerto, no un poco, le molestaba mucho, en ese momento solo quería revivir a los hombres calcinados y matarlos él mismo.




La furia corrió por sus venas y el calor llegó a su cuerpo, la confusión también estaba presente. Miró a la chica a su lado, se veía tan frágil y delicada, su rostro se veía mal pero aún así exudaba calma, su pequeño cuerpo quieto cubierto por ropa rota dejaba ver algunos rasguños en su piel blanca. Hisoka no pudo procesar sus pensamientos por un momento pero si sabía algo, no podía dejar que Zulia muriera.



Digamos que, sin saberlo, se había acostumbrado a su presencia que dejó de ser molesta hace mucho. No sabía cuándo pasó o cómo ocurrió, pero, tenía que cuidarla.





— Zulia, despierta.— no tuvo reacción de la chica.— Niña apestosa no puedes morir, tenemos un trato y si lo incumples ¡yo mismo te mataré!— le gritó molesto, ahora su furia se dirigía a ella, ¿por qué tenía que ser tan frágil? ¿De verdad tenía que morir por tan poco?






Por otro lado Zulia había entrado en un estado de autocuracion concentrada, redujo su conciencia y solo se puede enfocar en su propia herida, curar a Hisoka fue muy difícil, tuvo que hacer muchas cosas por lo que se cansó bastante, el método que está utilizando es el más eficiente con su estado de energía actual. Ese método no la dejaba saber nada del mundo exterior que pudiera distraerla, necesitaba máxima concentración.




La habilidad de Zulia no se medía por energía vital, sino por su energía física, ya que el cuerpo de Zulia era bastante débil su capacidad de curación se veía realmente reducida y limitada.


Hisoka estaba a punto de zarandear violentamente a Zulia cuando esta de repente se sacudió y tosió un poco. El estado de ánimo de Hisoka pasó de molesto y enojado a aliviado y enojado.



— Más te vale no morir porque iré al infierno a cobrarte mis servicios.


***




La noche cayó y las llamas de fuego habían menguado un poco ya que no había casi nada que consumir, el incendio comenzó en la mañana y los autos ya no podían alimentar el fuego, el viento frío de la noche junto con el rocío de la misma hicieron que las llamas menguaran, por suerte no hubo ningún incendio forestal.





No el chico malo «Hisoka Morow»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora