Malcon la conducía por las extensas calles decoradas con muchos colores y ornamentación brillante, Zulia estaba inquieta de una buena manera, quería detenerse y admirar todo lo que había a su alrededor, no obstante, eso significaba dejar la guía de Malcon y no podía hacerlo, no hasta llegar a su destino.
Al llegar a una gran mesa llena de deliciosa comida Zulia pensó que por fin había llegado al cielo, los olores de todos los platos se entremezclaban haciendo que el lugar fuera exquisito y que a Zulia se le hiciera la boca agua.
— Ese de allá es tu lugar.— le señaló su acompañante y a nuestra protagonista casi se le salen los ojos de sus cuencas, su lugar estaba justo al lado del gobernador de la cuidad. Ella confundida se quedó en su mismo lugar, no se movió ni un centímetro, debía ser un fatídico error de Malcon insinuar que el gobernador de la cuidad había designado que ella fuera su acompañante esa noche. «Imposible» dijo para sí misma.
— N-no creo que ese sea mi lugar...— no supo cómo llamarlo y temió que eso lo molestara, él se giró hacia ella nueva vez y le sonrió. Zulia se sonrojó.
— Claro que sí, si te da miedo mi papá yo estaré junto a ti.— le dijo el chico dándole un codazo del que luego de avergonzó.— L-lo siento.— él tampoco tenía mucha experiencia hablando o socializando con chicas, toda su vida la había pasado en otra cuidad practicando para ser un gran gobernante como su padre, aunque en el fondo, el quería ser un cazador.
Ella simplemente respondió con un "Bien" y lo siguió hasta su lugar en la mesa, todos al verla acercarse pusieron cara de desagrado, que se esmeraron en ocultar pero que no fueron imperceptibles para Malcon o Hisoka. Ella emocionada por todo, los saludó a todos con una radiante sonrisa angelical, muchos no entendían como un demonio podía tener un aspecto tan adorable.
Todo el pueblo sabía que Zulia ella una chica inocente y honesta, que no había maldad en su corazón, sin embargo, los hechos del pasado les impedían aceptar eso totalmente, no querían que más desgracias sucedieran.
Tímida se acercó al gobernador, lo había visto varias veces hablar con las personas del pueblo, pero nunca se había acercado a ella, y en realidad, era algo de lo que ella estaba agradecida; había visto incontables veces la manera lasciva en la que trataba a las jóvenes, algunas si dejaban pero otras tenían que sufrir en silencio. Pero, para bien o para mal, Zulia estaba consciente de que el gobernador nunca intentaría hacer algo en contra de ella.
— ¡Buenas noches, señor!— le dijo entusiasmada por toda la comida, le dio una elegante reverencia –la que veía que a menudo le daban los demás del pueblo– y extendió una sonrisa amable en su rostro.
El gobernador, un hombre de por lo menos unos cuarenta años, regordete, con sus mejillas pintadas de un rojo pronunciando la miró y luego le dedicó una sonrisa. Zulia no pudo interpretar el gesto así que lo dejó pasar, casi le pasó desapercibido el ligero toque de Malcon en su cintura, al posar sus ojos él este le dedicó una sonrisa para que de relajara.
— ¡Señorita Zulia! Qué bueno tenerla aquí en esta noche.— le dijo el gobernador con tono jocoso, levantando un vaso de lo que parecía era vino.— Siéntese, no de quede parada por favor. Esta noche disfrute de todo lo que quiera.
Y esas fueron las palabras claves para que Zulia tomara confianza y comenzara a llevar un plato, había tantas cosas en la mesa, tantas que no había probado aún que decidió tomar un poco de todo haciendo una pequeña torre inclinada.
— ¿En serio te comerás todo eso?— la dulce voz de Malcon se escuchó a su lado derecho y se sonrojó. A Malcon lo había conocido un día que había llegado mal herido hace unos meses, tenía un brazo y pie fracturado, además de contusiones en el cuerpo, ella lo ayudó a sanar y al final él no fue como los demás pueblerinos, le dedicó una sonrisa y le dijo "gracias". Zulia estuvo a punto de pedirle matrimonio ahí mismo.
Malcon trato de sacarle conversión varías veces a la pobre Zulia pero cada vez que intentaba decir media frase se congelaba y no podía continuar haciendo que Malcon riera muchísimo por sus pésimos intentos de socialización.
— ¡¡Zulia!!— gritaron a su lado y se dio cuenta de que el gobernador quizás de había pasado un poco de la raya con las copas de alcohol, pero, ¿qué más daba? Era una noche para celebrar, todos podían embriagarse si eso los ponía alegres.— Tengo... No, tenemos, todo el pueblo te necesita en estos momentos— Zulia, quien había estado en un estado de serenidad y relajación toda la noche se puso alerta.—, un hombre malvado ha venido a pisar nuestras tierras, el ganado, las cosechas. Todo. Todo se ha ido abajo desde su llegada.— había escuchado cosas así antes, sin embargo, Zulia no creía mucho en esas cosas ¿sería, realmente, posible? Ni siquiera ella que era la persona maldita del pueblo había podido causar tal calamidad.
» Necesitamos que se vaya, y como en ti hemos visto una joven de valores y respetuosa, te hemos elegido para la tarea.— los ojos de Zulia se aguaron, ella no pensó en nada más, no pensó en los todos los años de su vida que había sido repudiada y apartada del pueblo, no pensó en las miradas de miedo o odio que recibía todos los días como su pan diario, no pensó que siendo una huérfana todas las personas le dieron la espalda y la hicieron valerse por sí misma; ella solo pensó en que el pueblo la necesitaba a ella.
Pensó en todos sus años queriendo ayudar a la cuidad, serle de utilidad, ayudar tanto a los hombres como a las mujeres, ser considerada parte de la gran familia que eran todas esas personas así, su corazón revoloteó en alegría de solo imaginarse teniendo una vida normal, teniendo amigos, tanto como animalitos como a personas. Su atención aún estaba fija en el hombre, toda la mesa se quedó espectante a lo que pasaría en ese momento, muchos temblaban de miedo porque fuera decir que no, otros porque ella les hiciera algún daño, otras miraban la escena con desinterés o borrachos; solo Malcon se preocupaba realmente por la chica que tenía a su lado.
— Puedes negarte si quieres...
Pero ella no lo dejó terminar, ya que, con una gran sonrisa y expresión ilusionada dijo:— ¡Acepto, lo haré!
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No el chico malo «Hisoka Morow»
FanficUn libro donde la protagonista sabe que detrás de esa sonrisa perversa hay una sonrisa amable. Zulia tiene la vida más aburrida de todo el pueblo, pero a la llegada de este hombre misterioso todo cambia. El pueblo, desesperado por echarle de sus tie...