Capítulo Once

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— Tengo miedo.— dijo con un sonrojo en sus mejillas y orejas, no quiso levantar mirada y encontrarse con los ojos burlones de su acompañante, porque intuía que la estaba mirando de esa manera.


Y no sé equivocó, Hisoka la miraba como si estuviera viendo un payaso de circo, su declaración lo divirtió.




— ¿A qué le temes?— ese día por alguna razón desconocida estaba bastante conversador, supuso que que si bien humor por salir de ese pueblo era más grande del que el podría imaginar.




Zulia apretó sus manos sudorosas en sus pantalones, no sabía si decirle o no, eso era algo que le había rondado la cabeza desde que pensó en irse del pueblo pero que nunca lo había expresado en voz alta, no supo si el chico a su lado podría entenderla.





— A ir a un lugar y ser tratada igual... Supongo.— Ser rechazada por las personas otra vez en el lugar donde se instalaran, no encontrar un hogar, una familia. Eso la atemorizaba hasta el punto d ponerla a llorar, había vivido toda su vida bajo malos tratos, ya que había logrado salir de esa mala vida ¿volver a lo mismo? No lo podría soportar, sabía que había algo mal con ella, sin embargo, no quería volver a ser tratada así nuevamente.






— ¿Ser tratada igual que en ese sucio pueblo?— preguntó Hisoka indignado, sabía que era posible, y que habían cosas peores que ser tratada como alguien inexistente «Esa chica no sabe nada del mundo exterior, me permitiré sentir pena por ella por unos tres segundos. Listo.» se dijo Hisoka mentalmente mirando a la chica con la mirada baja.





Zulia asintió ante las palabras de Hisoka.







— Sé que es patético y todo eso, pero no quiero sentirme así a cada lugar al que vaya.— Zulia en su interior estaba feliz y aliviada de poder sacar sus emociones frente a alguien que no fuera un animal, sin embargo, al mismo tiempo tenía miedo a como reaccionaría Hisoka a esa pequeñez. No quiso levantar la cabeza.







— Yo creo que deberías preocuparte por cosas mucho peores que esa.— le dijo de manera indiferente, ni siquiera volvió a darle otra mirada y se concentró en su mapa «¿Cómo rayos acabé en un lugar tan remoto» se preguntó viendo el mapa, quizás por fuera tuviera una máscara de serenidad pero por dentro estaba irritado.— La civilización es una selva donde los depredadores más salvajes son los que ganan, y tú pareces un conejo ¿sabes lo que quiero decir?— Le dije dirigiendo una mirada pensativa al frente, buscando la ruta más cercana. Zulia musitó un "no" muy débil pero perceptible.— Que creo que no duraras mucho tiempo en la cuidad. En la cuidad hay personas muy malvadas que se aprovechan de chicas como tú. Y no son un juego, te pueden hacer hasta desaparecer si lo desean.






Los ojos de Zulia volaron hasta él asustados, sus palabras impusieron el miedo a lo desconocido en su cabeza y ya no sabía si realmente quería ir a ese lugar, no obstante, lo que sí sabía era que no quería volver al pueblo. Con mucho miedo, la castaña miró al hombre frente a ella y lo detalló: contextura atlética, cabello rojo y sedoso, hombros anchos, largas piernas y sin duda un rostro tan hermoso como aterrador. Sus ojos amarillos tenían cierto grado de malicia y picardía que te incitaban a acercarte, sus labios delgados te envolvían en un deseo ardiente de probarlo, sin embargo, su esencia te hacía correr. ¿Cómo puedes querer acercarte a alguien y al mismo tiempo temer por tu vida?








— ¿Tú eres un hombre malo?— le preguntó Zulia mirando su perfil con fijeza, de repente el rostro de Hisoka se volvió hacia ella y una sonrisa perturbadora junto a unos ojos que prometían muchas cosas, y no precisamente buenas, se encontraron con ella. Zulia sintió el impulso de echarse hacia atrás pero se mantuvo firme en su lugar.




«Se siente como la primera vez que lo vi.» se dijo Zulia mentalmente recordando ese día.







— ¿Tú qué crees? ¿Soy un chico malo o no?— le habló Hisoka con voz profunda e hinotizante, las piernas de Zulia temblaron mientras sus ojos estaban fijos en los de él. Aunque fue solo por un momento, un instante efímero, pudo captar la misma emoción de soledad y tristeza en sus ojos. Zulia apartó su mirada de él y miró al cielo.








— Yo solamente creo que no eres el chico malo que quieres ser.— dijo sin pensar Zulia, al mismo momento de decirlo se arrepintió. Miró a su acompañante asustada pero este estaba mirando un punto a la lejanía con ¿nostalgia? Los ojos de Zulia se quedaron en él por mucho tiempo.








Y sólo se quedaron ahí parados, cada uno metido en sus propios pensamientos sin darle importancia a lo que ocurría a su alrededor. Después de lo que fueron unos minutos de meditación Hisoka, con un rostro sombrío se levantó y empezó a caminar, Zulia lo siguió sin prestar mucha atención al camino que tomaban, seguía sin pensar que él podría hacerle daño.







Después de un par de minutos que vio que no iban hacia ningún tren sino que se estaba acercando cada vez más y más a el bosque Zulia se alarmó un poco «¿Hacia dónde vamos?» se cuestionó a sí misma, tenía cero conocimiento del camino que estaban tomando.






— Señor Hisoka...— le llamó, aunque solo podía ver su espalda podía sentir la hostilidad salir de casa poro de su cuerpo, por eso habló con voz baja para no molestarlo y soltar al dragón que llevaba dentro.— ¿Me podría decir por qué nos estamos alejando de la estación?







— ¿Quién te dijo que viajaríamos en tren? Solo quería un mapa.— Zulia sintió dos cosas en ese momento, decepción y desconcierto. Una por no poder subirse al tren como tanto ella había anhelado y la otra por no saber el motivo de su larga caminata.— Duraremos dos semanas en camino si no paramos a descansar, tres si lo hacemos.





«¡Tres semanas caminando y dos sin descansar! ¿De qué está hecho este hombre?» comentó internamente Zulia asombrada. Le parecía un gasto innecesario de energía si tenían dinero y mucho trenes para escoger, quiso llorar en ese momento y apreció todo el tiempo que estuvo sentada en el auto, presentía que Hisoka escogería las dos semanas sin descansar.






— ¿Se puede saber por qué?— le preguntó Zulia con un puchero adorable pero fuera de la vista del pelirrojo.








— Sencillo: tengo enemigos dispuestos a matarme.— le dijo como si le estuviera diciendo que el clima estaba realmente fresco, la mandíbula de Zulia cayó al suelo de la impresión.— Si vamos en tren seré fácil de rastrear y no tendré mucho con qué defenderme, si vamos por el camino del bosque será más difícil encontrarme y podré matarlos con libertad.







— ¿Matarlos?























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Tarde pero seguro ;)

No el chico malo «Hisoka Morow»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora