Ornela no sabía que era peor en aquel momento. ¿No saber ni donde estaba sentada o escuchar a dos personas teniendo sexo en el retrete de al lado, estando consiente de que la novia de Mario era uno de los dos? Solo sintió mas nauseas. Se tapaba los oídos y cerró los ojos, pero era inútil no escuchar nada así. Rogaba que los síntomas de la droga se apacigüen de una vez, pero resulto ser otro tormento del que no se podía liberar. Quiso salir de ese baño cuanto antes. Corrió afuera tan rápido como pudo.
La pareja voraz de al lado no tenían la menor idea de que tenían testigos, hasta que escucharon a alguien correr hasta la puerta arrancando como un toro. Aun asi, Priscila, la veía de espalda y solo con eso pudo reconocer el cabello rubio y lacio, asi como la piel albina de sus brazos y piernas.
Ornela sentía la sensación de descubrir una verdad muy amarga, pero al mismo tiempo, un sentimiento de indiferencia hacia todo lo que suceda. ¿Por qué no se preocupaba? Ella no hacia mas que tambalearse del mareo y continuaba adoptando una visión distorsionada de toda la zona. La gente se veía deforme, las luces parecían culebras reptando en el aire. El vapor le transmitía una idea equivoca de que había fuego debajo del suelo. Definitivamente, no podía pensar nada bien. Solo quería encontrar a Federico.
Se entremezclaba entre la gente para buscarlo. No podía siquiera orientarse por donde se dirigía. Aun asi, no tardo tanto en encontrarlo. Vio a un chico, pero no podía identificarlo bien al inicio. Este estaba besuqueándose con otra chica. Ornela solo se quedó parada mirando con tristeza porque de a poco lo reconoció. Federico separo sus labios de los de ella dejándose al descubierto. La vio a Ornela por unos segundos, pero no pareció importarle eso. Solo continúo besando a la otra muchacha.
Ornela anhelaba mas que nunca volver a su casa a simplemente dormir y llorar todo lo que vio. Vino para disfrutar y distraerse del bardo del hogar. Pero de un momento para otro, estaba sola. Pudo encontrar la salida. Desafortunadamente, llovía a cantaros afuera. Estaba obligada a caminar mientras permitía que se empapara todo sus pantalones cortos y su camiseta de Prada. Pero justo en la entrada al boliche, tres hombres la abordaron.
Parecían de venti tanto años. Ornela sintió su corazón acelerado, y por suerte, la lluvia parecía haberle despejado mínimamente la cabeza para pensar mejor. Logro reconocer a alguien mas detrás de ellos. Priscila observaba desde cierta distancia para luego desvanecerse dentro del local.
Al parecer, el blanco de estos tipos era ella. Y una vez descubriéndolo, partió a correr como un conejo al otro lado de la calle. Ellos corrían tras ella.
La rubia trepo rápidamente un muro con ayuda de una cuantas cajas que habían al lado para subirse. En el proceso uno de ellos logro arrancarle una de sus sandalias. Al llegar al otro lado se calló de espalda al suelo. Aquello era super tedioso. Hacía años que ella no trepaba algo desde que vivía en la calle y había perdido habilidad. Ornela no se conformó para nada en quedarse tirada y se puso de pie rápidamente para seguir corriendo. Supo que dos de ellos lograron trepar el muro también, a lo que ella doblo por los callejones de la manzana para asi perderlos mejor. Avanzaba tan veloz como podía. Por poco iba a llegar hasta la vereda, si no fuera porque uno de los tipos pudo atajarla en el camino. Al parecer, se habían separado para recorrer toda la manzana y luego llegar los tres a la vez al mismo punto que era ella.
El tipejo la encerró en sus brazos para dejarla inmóvil. Al venir los otros dos a intentar desabrocharla, ella sacudia sus piernas para patearlos. Logro darle a uno, lo que hizo que el abrazador se descuidara y ella escapara de sus brazos. No fue exitoso aquello. Dos de ellos pudieron sostenerla por los brazos y el tercero, quien fue pateado, le dio un puñetazo en la cara. Corría sangre por su nariz y boca. Ese mismo le dio varios otros golpes en el torso y el estómago, dejándole un dolor agonizante a la chica. Ella callo en el suelo sintiéndose debilitada y vencida, para que luego otro de ellos la agarrara de los cabellos para tironeársela salvajemente y llevarla a rastras mas adentro del callejón. A este punto ella solo gritaba. No le quedaba mas opciones.
-¡CALLATE!-
La arrojo contra la pared. Su frente impacto contra ella, y entonces se sintió atontada. Entre los tres le empezaron a romper la camiseta de prada por completo. Ya era pura tela inservible. Ella se agitaba al respecto.
-NONONOOOO-
Uno de ellos volvió a darle un puñete en el estomago para que se callara. Al final el único resultado fue la inconsciencia total.
ESTÁS LEYENDO
Despojos de Arañas
Teen FictionMario y Ornela son dos hermanastros que, tras la muerte de sus respectivos padres, se ven obligados a permanecer juntos, intentando confrontar un mundo cruel y despiadado desde la tierna infancia. Ellos intentaran salir de su desesperada pobreza a t...