Capitulo 14

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El aeropuerto no estaba tan conmocionado como la última vez que llegaron ahí. Ornela se bajó de uno de los últimos aviones. Reconocía la grandísima ciudad de Buenos Aires que hacía unos cuantos días había abandonado. Ella estaba muy insegura. Apenas podía recordar bien la cara de Rick para reconocerlo. Al menos él le decía que la iba a esperar una vez que ella aterrice.

Y por si fuera poco, no faltaba el remordimiento el cual llegaba para hacerle sonar varias campanas y provocarle un nudo estomacal muy molesto. Mario no sabía de su ausencia. Viajo sin decirle nada a nadie. Solo la Raviola atestiguaba como a las cinco de la mañana, Ornela salía con una mochila sin vacilar.

Mientras ella se encontraba sentada en la butaca de espera, ella miraba a la nada. Tenía los ojos petrificados, y piel de pollo, producto del miedo y la incertidumbre. El sueño que padecía por haberse levantado temprano y haber dormido poco no la ayudaba tampoco. Ella esperaba que el poco maquillaje que tenía pudiera camuflar su somnolencia.

Pasaba un tiempo largo, y eso era preocupante. Ella sabía que Mario se iría a dar cuenta en algún momento, y que una vez de regreso, ella le deberá varias explicaciones. Pero prefiere tener que hacerlo luego de haber cumplido sus motivos, y no quedarse sin lograr nada.

-Señorita Spider Girl...-

Aquella voz profunda le hizo sentir una corriente magnética a lo largo de su piel, hay que admitirlo. Pero al subir rápidamente la cabeza, reconoció la figura robusta del hombre que buscaba. Finalmente pudo relajar sus nervios y levantarse contenta para saludarlo.

-Hola! Creí que no lo iba a encontrar- Dijo ella con una sonrisa amplia.

-Parece que viniste de hace rato... Te había dicho que vengas a las ocho...-

-El avión llego temprano...-

-Bueno, no importa. Mejor así que tarde- Acto seguido, le guiña un ojo, acompañando también con una sonrisa exitosa.

Ambos, Ornela y Rick iban saliendo del aeropuerto. Un auto más extravagante que el de Mario los esperaba. Ornela estaba tranquila finalmente, pero aun sentía un nudo interno. No hablaron tanto, a lo largo del paseo. Ella ya se entretenía viendo atracciones como el Obelisco, por no decir también lo grande que eran los edificios, y la gran abundancia de peatones que ocupaban las veredas, como una colonia de hormigas laburantes.

Cuando el vehículo se detuvo, vio que era frente a un establecimiento en específico.

Ornela no hizo más que seguir al hombre por donde el fuera. Entraron al edificio. Ella observaba el entorno mientras avanzaban. Se sorprendía de tan refinada extravagancia. Varios saludaban a Rick, como si él hubiera pasado gran parte de su vida ahí. Llegaron al tercer piso. No conversaron mucho en todo el camino. Ella solo lo seguía sumisamente.

-Entra, sentite como en casa, mi reina-

Ante ese último termino ella sonreía con cierto nivel de halago, pero timidez a la vez. Entraron a la oficina, una muy formal y ordenada. En cuanto Rick le dio permiso para sentarse, ella lo hizo a un lado del escritorio. El robusto hombre se sentó al otro lado.

-Bien, Ornela..- Rick resalto el nombre de ella con una sonrisa de amabilidad-... que gusto que hayas aceptado, realmente. Le aseguro que no se arrepentirá. Como te sentís ahora con todo esto?-

Ornela vacilo un poco.

-Un poco nerviosa... pero emocionada-

-No te preocupes. Las cosas saldrán de maravilla. Nunca te dijeron el extraordinario potencial que tenes?- Le guiño un ojo.

Ornela no hallaba que decir. Desgraciadamente una joven de tez blanca albina no podrá nunca ocultar el sonrojo intenso. Era obvio que él lo notaba y no hacia más que sonreír al respecto.

-Acá está el contrato- Saco una hoja algo larga y aparentemente recién impresa.

-Solo es cuestión de que firmes. Pero es importante, Ornela, que reconozcas magnitud de este compromiso- Desde entonces, lanzo una mirada de extrema seriedad. –Si esto es lo que queres, necesito que estés mas que dispuesta. Es una oportunidad única en tu vida-

Luego hubo un silencio breve pero muy significativo en la cual ambos se miraban a los ojos, uno tratando de verificar la firmeza del otro. Ornela rompio el contacto para ver el contrato y leerlo. Debido a lo largo y complejo que era la información, lo leyó rápido. Cuando hubo acabado al final, tomo el bolígrafo del costado y firmo.

-¿Firmo en algún otro lugar?-

-No, ahí es suficiente. Felicidades, Spider Girl. El mundo amara verte en la pasarela-

Le extendió la mano al que ella estrecho.

Ella paso aquella noche en el mismo hotel de la vez pasada, para luego ser despertada temprano al día siguiente por una llamada del mismo Rick, diciéndole que se aliste para ir a modelar las prendas nuevas de su línea. Ella se sorprendía de que fuera tan pronto. Salto como un resorte de la cama, casi se calló de rodillas porque la somnolencia era demasiada y la sangre no llego al cerebro a tiempo. Pero se paró para ir a lavarse la cara, despejarse lo suficiente, cambiarse de ropa, arreglarse como pudo y salir. Tenía la idea de tomar un uber, pero afuera estaba el mismo auto lujoso de Rick esperándola.

-Perdón, se me hacía tarde y no me arregle lo suficiente-

-De eso se encargaran en tu camerino, no te preocupes-

Ella no decía nada más.

Dentro de salón de eventos con butacas llenas de gente, estaba ella saliendo a la pasarela usando un vestido de seda, cuya falda llegaba hasta por encima de las rodillas y de escote cuadrado. Ornela nunca supuso que iba a llegar así de lejos y tan pronto, pero ahí estaba, regocijándose de ver tantas caras admirando y apreciando tan divina belleza, y tantas cámaras sacando provecho tantas poses. El ensayo duraba tres horas, ella estaba cansada y esperaba que la ocasión haya sido lo más fugaz posible, pero al mismo tiempo lo disfrutaba y estaba feliz.

Pero entre toda la multitud levantando la voz y los silbidos y los aplausos, había una persona que Ornela no logro identificar ni percibir. Pero en la esquina casi al margen de toda la gente, estaba un joven, alto de cabello negro y piel morocha observando toda la ocasión con una expresión insípida.

Despojos de ArañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora