Capitulo 31

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Pasaron días, y mi confianza conmigo mismo al exhibir mi talento era mas grande. Las monedas mas abundantes. Y el hambre mas llevadero.

Algunas noches, cuando volvíamos con Ornela al cementerio, yo me detenía frente a Garbarino para ver videos musicales reproduciendo en los grandes televisores expuestos tras las vidrieras. Mientras yo quedaba fascinado viendo aquellas estrellas del hip hop triunfar tras cámaras y vislumbrar sus talentos públicamente, Ornela estaba fascinada por lo grandes, limpios y lujosos que estaban esos aparatos.

El tiempo seguía avanzando, y yo me adaptaba a efectuar el mismo habito cada día: La de quedarme contemplando aquellos videos en aquellos grandes televisores tras la vidriera siempre que, con Ornela y Pipo, volvíamos del centro al cementerio. Llego un punto en que la nena se quejaba y hacia berrinches por detenerme yo a ver lo mismo de todos los días, pero que me fascinaba y se alimentaba en mi ser como una pasión llameante, y que por ende, yo la regañaba para que me deje de molestar y me quede viendo esas reproducciones como víctima de hipnosis.

Se habla mucho de la falta de educación en niños de la calle, y doy la razón en eso... pero para mí, "educación" era eso. Yo me inspiraba mucho en esos raperos luciéndose en videos musicales, para así tratar de imitar su mismo lenguaje corporal al recitar el poema cada día.

En ocasiones, pasaban otros niños de la calle, compañeros de Toni a reírse de mí. Siempre que eso pasaba, yo me retraía y me detenía de recitar para volver a sentarme en la colchoneta con Ornela al lado. Y cuando Nico y Fabian pasaban, con mas razón lo hacía. Pero lo bueno es que al dia siguiente la vergüenza inocente se me calmaba y continuaba recitando mis poemas con mas incentivo. Todo sea por sobrevivir.

Para mí, haber ganado monedas al recitar e imitar raperos, fue como una gota de sangre para un bebe tiburón: quería más y luchaba por más.

Mientras mi habilidad crecía, mi salud empeoraba. Y yo mismo no sabía por que. Si bien la herida cocida en mi espalda ya no me dolía tanto, empecé a tener calor y a decaerme de a poco. Era extraño. Sufría de salud, pero en espíritu estaba mas motivado que nunca, y nada me detenía de seguir recitando y ganando dinero.

Mi felicidad fue atropellada de repente al ver que la lata de arvejas donde recibía el dinero fue pateada por un chico extraño. Me levante enojado y listo para una posible contienda. Pero vi que este chico, uno de cabello negro y largo hasta la punta de la columna vertebral que parecía de mi edad, habían otros tres acompañándolo. Este chico se parecía bastante al que venía acompañando a Ornela el otro dia. Luego pude reconocer a uno altito que era uno de los que observaban cuando Solange nos dio comida hace dos semanas atrás. Y luego... a Toni.

El castaño se encontraba atrás observando, pero se lo veía avergonzado por algo. Los otros tres intentaron robarse las monedas desparramadas. Definitivamente no lo quería permitir. Quise defender mi dinero como defendería a Ornela. La pobre solo se encontraba durmiendo en la colchoneta. Y Pipo estaba echado al lado de ella, con la mirada en alerta ante esta situación.

-¡No! ¡Es mio!- Empuje a uno de ellos. Pero el de pelo larguito parecía mas fuerte, y me agarro de la ropa.

-¡Que nos importa! Maricon. Que andas de poeta-

Yo intente resistirme, pero no servía de tanto. Toni no hacía nada mas que mirar. El bravito me arrojo al suelo, y aquello fue una retumbada que provoco que Ornela se despertara y lastimosamente atestiguara toda la escena.

El loquito procedió a echarse sobre mí y golpearme el estómago, y los otros dos, como una jauría de perros violentos se sumaron a darme puñetazos en la cara, en el torso, en los brazos.... Y en mi espalda.

Toni por fin reacciono e intento detenerlos agarrando a uno del brazo, pero ya era inútil, uno de ellos lo empujo para preguntarle:

-¿De que lado estas?!-

Toni miro con mucha pena como yo estaba siendo golpeado, pero no quiso objetar nada mas. Ornela se aterrorizo y solo les grito para que paren, pero fue ignorada. El perro fue el único que demostró tener mas poder y voluntad, para abalanzarse sobre uno de ellos y morderle bestialmente el brazo. Solo aquello provoco que se detuvieran, y solo optaran por observar al chico atacado por la bestia.

Justo al momento llego la madre de Toni. El perro se separó del chico que quedo con el brazo ya ensangrentado. Los tres cobardes se fueron corriendo dejando las monedas aun mas desparramadas. Y tanto Toni como la mujer, Ornela y Pipo se acercaron al cuerpo aparentemente inerte del niño lleno de moretones en el cuerpo, y un tajo en la espalda mas abierta que antes con todo un torrente de sangre corriendo por encima como un rio.

Si, ese era yo. Sin consciencia. Sin respiración. Frio. Latidos vagos y escasos. Alarma y conmocion a mis alrededores. Yo viendo la cara de mi madre que parecia estar cantando las mismas canciones que cantaba cuando cocinaba. Y luego nada.

Recuerdo que la ultima chispa de pensamiento que tuve ese dia fue:

<Si me mataron, mejor. Gracias>

Despojos de ArañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora