Capitulo 29

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A medida que recuperaba mi consciencia sentí muchas sensaciones inusuales. Voces opacas. Chillidos muy agudos y una mujer dando órdenes. Mi visión borrosa y desorientada logro reconocer a mi enana aria llorando torrentes, mientras cierto niño castaño mayorcito la obligaba a mirar a otro lado.

Un dolor punzante, paralizante y repentino logro hacerme recuperar totalmente la sobriedad.

Pegue un quejido, e intente levantarme o al menos rodar para no continuar boca abajo, pero me retenían.

-¡Ssshh! ¡Quedate quieto!- La voz de una mujer enojada me grito.

Ya empezaba a sentir un gran ardor insoportable en mi espalda, mi piel comenzaba a sudar, y yo lloraba, asustado, confundido, sintiéndome físicamente mas torturado que hacia horas atrás.

-Una más...- Dijo la madre de Toni atentamente.

-Una más, Mario, aguanta- Toni abrazaba a Ornela contra su cadera, insistiendo en no dejarla ver la escena.

-¿Q-q-q- que están haciend-d-do?- Intente hablar como pude.

-Tenías un tajo en la espalda que no logro cerrarse y se infectó- La mujer que me trataba la herida del botellazo, hablaba calmadamente.

-Y ahora te la están cosiendo...-

-Shh, cállate- Le dijo fríamente su madre en tono bajo pero abrupto. -Una más. Respira profundo y no te muevas-

Lo que menos me dispuse a hacer es obedecer sus ordenes. Estaba aterrorizado y extremadamente adolorido.

-AAAAAAAHHHHHH!!!!!!-

Sentí un dolor de puntada inolvidable en la misma herida. Agite mis brazos y piernas pero la mujer me retenía y me regañaba cada tanto para quedarme quieto. Le dijo también a Toni que se llevara al perro negro y a la mocosita blanquita a unos metros de distancia, ya que se encontraba llorando a montones como si haya sentido mi dolor también.

Una vez habiendo terminado la pesadilla que parecía eterna y traumatizante, la mujer parecía frustrarse y yo solo permanecía recostado boca abajo en la colchoneta, permitiendo que los cubrecamas se empapen interminablemente de mi sudor y lagrimas aun sufriendo el dolor de los puntos y la misma infección.

-Es por esto que no quiero que me traigas mas pibes para cuidar. Ahora que no tenemos muchos recursos, ya ni se si este nene va a sobrevivir-

Si bien, en un principio la madre de Toni se notaba enojada al pronunciarle esas palabras a el, ahora ella paso de sonar impotente a triste.

Toni se acercó lentamente con Ornela de la mano, quien ya se había calmado de su llanto, pero aun seguía angustiada. Solo se quedaron parados observándome a un metro de mi. Observando aquella línea bordo en mi espalda cosido con un hilo de tela azul y también rodeado por una mancha grande, violeta oscuro en mi piel que lo hacía parecer un moretón.

-Mario, te podes mejorar, no te preocupes. Te colocaron hidrocortisona. Era lo que había en el hospital abandonado ese. No es para heridas, pero recuerdo que uno de esos funciono para un amigo a quien se le infecto el dedo, luego de que lo mordiera un perro...-

Lejos de querer afirmar si las palabras de Toni fueron animadoras o no, diré que Pipo también se acercó empezó a lamerme la herida. Nadie lo detuvo, y yo hubiera hecho algo para evitarlo, si no fuera porque aquello me hizo sentir un alivio extraño e inmediato...

A la mañana siguiente, yo pude al menos sentarme en la misma colchoneta y quedarme ahí. Me encontraba sumamente decaído. Aun sentía que si lograba ponerme de pie, me iría a desplomar. Así que solo permanecía sentado, sin apoyar la espalda a ningún lado, y mirar pensativo a la nada con mis ojos somnolientos y ojerosos. Me habría quedado en ese estado todo el dia y no habría tenido ningún problema.

Despojos de ArañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora