Capitulo 5

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No es normal que un niño sueñe con vivir fuera de su hogar... a no ser que los tormentos tengan mucho peso para el. 

Noche tras noche, especialmente cuando la furia de la bestia llena de temor el ambiente, yo no podía esperar el momento en que pueda vivir libre. Mi padre me ha enseñado a ser realista hasta cierto punto. Sabía muy bien que el mundo donde vivimos es frio y cruel, pero... lo único que quería era sentir ese alivio que concede la libertad, aunque sea por un tiempo, a costa de lo que sea. Llegue incluso a creer la fantasía de que en la calle o en cualquier lugar que el mundo nos conceda, seria mucho mejor que estar en esta triste y salvaje prisión que llamamos Andres

Fui un mocoso estúpido... lo se.

Me desperté. Los moretones aun dolían. Con un sabor de amargura insoportable en mi garganta, recordé lo que había sucedido la noche anterior. Una vez mas sucedió. Diez minutos de tortura emocional y física que va sumado a la lista de recuerdos, hasta ahora. Ornela no recibió muchos daños, pues la defendí. Pero pude ver como rompía en llanto mientras me observaba ser golpeado. ¿Has oido hablar de los diferentes fantasmas y monstruos de peliculas de terror famosas y de lo mucho que eso te traumaba en tu infancia?. Pues no sabes nada. Esta es la auténtica pesadilla para un niño.

Con esa última cereza para el pastel, he tomado finalmente la decisión. Bajo mi cama había varias bolsas de Triax bastante gordas, repletas de casi toda nuestra ropa. No tenía planeado ningún destino, no pensaba en los peligros, no pensaba en Ornela, en su seguridad, no pensaba en mí, ni siquiera pensaba... simplemente deje que el miedo me impulsara a avanzar con mi plan.

Al rato vi que no era nada fácil llevarlo a cabo. Andrés nos encerraba con llave, siempre que iba a trabajar, hasta que volvía. Y cuando se encontraba en casa, era como si nos vigilara constantemente, a pesar de andar bastante ido con los vicios. Yo me encontraba sentado en la cama, agarrándome la cabeza, temblando de la ansiedad y el miedo. Ya ni sabía qué hacía, o estaba a punto de hacer.

En un principio, estaba decidido, y mientras más rápido lo hacía, mejor. Pero luego mi conciencia no paraba de infundirme miedo e incertidumbre. Llegue a darme cuenta de que estaba a punto de cometer una tamaña estupidez. Estaba pensando en desistir, hasta que sentí a Ornela sentarse al lado mío, y abrazar mi espalda, mientras yo me encontraba inclinado. Cierto... aun no había compartido con ella el plan de la fuga.

-¿Estas bien?, ¿Vas a vomitar?- Dijo un tanto perpleja.

-No Orne- Dije pensando en la manera de decírselo.

-¿Vamos afuera?, estoy aburrida- Dijo la inocente.

-Ornela...- Trague saliva y respire- ¿No te gustaría que estemos en otra parte?-

-¿Adonde?- Pregunto ella con ojos abiertos.

-Adonde sea... lejos de acá... ser libres... ¿No queres ser libre?- Dije con una sonrisa, para asi poder implantarle el deseo también.

-Si..- Dijo sonriendo también.

-Entonces vam...-

-¡MARIO!-

De golpe, sentí mi piel como de pollo. Mi corazón me bombardeaba el cuerpo una otra vez. Y pude ver que Ornela se encontraba de peor forma.

-¡Abajo, rápido!- Dije empujado a Ornela bajo la cama, para luego incorporarme yo. Sentimos los pasos gigantescos del hombre, y oíamos como el murmuraba y nos maldecía a lo bajo.

-¡MARIO!-

Sonaba como un monstruo, muy fuera de sí. Vimos al engendro volcar la mesa de luz, haciendo resonar los objetos que se encontraban encima estrellarse contra el suelo. Luego abrió el armario, solo para encontrar muy poca ropa en el.

Despojos de ArañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora