El día era bastante usual. De esos días en que sabes que tienes muchas obligaciones típicas de la mayoría de edad. En cierta esquina desapercibida se encontraba un bloque de departamentos. Era bastante modesto, con techo de chapa celeste oscuro, dos pisos, repletos de puertas, indicando la entrada a departamentos diferentes. El único acceso hacia la segunda planta era una escalera, completamente armada de fierro también pintado de celeste para combinar, ubicado en una esquina del edificio. Por el otro extremo se encontraba el gran garaje donde cierto auto de lujo color negro, brilloso y considerablemente caro llego a estacionar.
El dueño de tal chata bien cuidada se bajo, se alejo pero no se marcho sin antes activar la alarma con uno de los botones de su llave. El joven, respirando hondo, camino, con un sobre en la mano, subió por la escalera, y luego quedo frente a una puerta en particular para golpetearla a golpe de nudillos. Ya fueron cinco veces que repite lo mismo.
<Otra vez...>
Suspiro. Y volvio a la planta baja solo para poder consultar con Renata, la dueña de los alquileres.
Con solo abrir la puerta, pudo salir Raviola, la pastor australiana, disparando como una flecha hacia el exterior, solo con el objetivo de saludar al chico parándose con las patas traseras, colgando su larga y babeante lengua y sacudiendo su cola como plumero. El joven le sonrío y acaricio, pero su atención estaba más puesta sobre Renata, quien se encontraba ya enfrente suyo con un gesto de bienvenida en su rostro.-¡Buenas tardes, Mario!, ¿Cómo va todo eso?- Dijo con una sonrisa muy expresiva.
-Bien Renata... - Dijo amable, pero con poco entusiasmo- ...necesito un favor-
-Claro, ¿Que necesitas?-
-Eemm... Ornela... ¿salió?- Dijo apuntando uno de los departamentos de arriba.
-Eeehh... yo no la vi salir al menos.... No, no lo creo. Debe estar encerrada.. ya sabes... a ellos les encanta la privacidad..-
-Si, si..- Dijo rodando lo ojos -necesito hablar con ella.. tenes la llave alternativa-
-Mario...-
-Dale, solo por esta vez. Ella lo entenderá. No soy ningún extraño-
-Ayy... bueno. Pero no querrá comer mi cena de hoy cuando vea que fui yo- Dijo suspirando y luego fue directamente a buscar entre los cajones del escritorio.
Tras recibirla, Mario vuelve a subir las escaleras y entrar en la puerta sin problemas. El departamento estaba un poco desordenado, pero aun así se sentía el olor lavanda en el aire. Paso por la cocina, el living, y luego en el dormitorio. Ahí estaba una chica rubiona, blanca como los alpes, delgada y linda, recostada en la cama con los audífonos del tamaño de platillos cubriéndole las orejas por completo. Y por si fuera poco, tenía los ojos cerrados. Ni siquiera noto su presencia.
En cuanto finalmente se le ocurrió abrir los ojos, se pudo aparecer la imagen de su compañero de "trabajo", parado a un lado de la cama, observando con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
-¡AAAHH!- Se exalto.
Veía como Mario se hacia el padre molesto, moviendo los labios para regañar, y haciendo ademanes con las manos... pero obviamente sus palabras se ven obstruidas por la música latina retumbando fuertemente en los oídos.
- No te escucho- Dijo haciéndose la sorda de manera evidente.
Mario inmediatamente le quito los audífonos de un solo manotazo, solo para colocárselos el.
-¡¡Eeeehh Daddy Yankee!!!-
- ¡Es Musikman, tarado!!-
- ¡Bah!... si no es Daddy Yankee, es malísimo!- Dijo arrojando despreocupadamente los aparatos sobre la cama.
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Despojos de Arañas
Teen FictionMario y Ornela son dos hermanastros que, tras la muerte de sus respectivos padres, se ven obligados a permanecer juntos, intentando confrontar un mundo cruel y despiadado desde la tierna infancia. Ellos intentaran salir de su desesperada pobreza a t...