30. La Caracola de Atenea

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Nota rápida antes de empezar con el capítulo:

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Nota rápida antes de empezar con el capítulo:

Hola, sé que llevaba mucho rato desparecida y pido perdón. No daré razones porque el capítulo es lo suficientemente largo, solo quiero decir que volveré a actualizar seguido a partir de ahora. Y como notarán, le he puesto título a los capítulos, eso no afecta para nada la lectura pero sentía la necesidad de hacerlo. Les tengo una sorpresa como disculpa por tardar tanto en actualizar.

Espero les guste lo que se viene a continuación <3

¡FELIZ LECTURA!

*****


Parker podía sentir como el resplandor de la pantalla le quemaba la retina, a pesar de que había bajado el brillo a cero. No sabía cómo era posible que aún no usara lentes, pero lo agradecía y a la vez esperaba nunca necesitarlos. Porque no pensaba quedarse como profesor toda su vida, deseaba retomar su trabajo de cirujano en algún momento y no lo haría usando gafas. ¿Cuándo sería eso? Pues esperaba que pronto, porque eso de corregir exámenes en la madrugada ya estaba dejando de gustarle a él, a su vista y a su espalda.

Aunque le gustaba enseñar, no se veía a sí mismo haciéndolo para siempre, al menos no en un salón de clases. Le había tomado cariño, pero al igual que lo suyo no era dirigir un hospital, tampoco lo era estar en un aula. Prefería enseñar en el quirófano, con la vista fija en un cerebro abierto ante él en lugar de una pantalla. Y con las manos sosteniendo sus instrumentos en lugar de un teclado.

Pronto. Solo tenía que organizarse. Empezando por el proyecto que tenía con Julio.

Parker se frotó los ojos con el pulgar y el índice un momento, resoplando por lo bajo. Estiró la espalda, la silla era incomodísima, ¿cómo Miranda podía sentarse ahí durante horas para hacer sus proyectos? Giró la cabeza para alcanzar a verla moviéndose entre las sábanas. El domingo al mediodía habían regresado de su pequeño retiro y ella lo había invitado a quedarse en su casa con la promesa de que le prestaría su laptop para que él corrigiera los casos clínicos que le había asignado a sus alumnos, no era la puntuación definitiva, era más bien una corrección y notas al pie de página para que mejoraran. Levantó su celular y observó la hora: faltaban cinco minutos para que fueran las dos de la mañana. La presentación de Miranda era a las siete, lo que quería decir que tenían que salir de la casa a las seis y por ende levantarse en tres horas. Soltó un bostezo y fijó su vista nuevamente en la pantalla; tenía dos opciones: terminar de corregir y seguir despierto toda la mañana o dejarlo hasta ahí y al menos dormir el resto de horas que quedaban para el gran día. No tenía que pensar mucho, ya sabía la respuesta.

Giró las muñecas mientras se alejaba de la laptop y se levantaba de esa silla demoníaca. Estiró los dedos un par de veces para quitar el entumecimiento, era algo que se había vuelto costumbre luego de las terapias.

Algo hermoso |Amar de nuevo 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora