19. Un vistazo al pasado

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—¿Le recordaste a Verónica que tiene que darle las medicinas a Ruby? —su madre la miró con las cejas alzadas y ella asintió.

—Mamá, le dejé a Verónica una lista de todas esas cosas que estás preguntándome.

Bianca se echó atrás en el asiento y suspiró.

—Es que estoy preocupada. Además, sabes que no me gusta dejarla sola.

—Se preocupa más por Ruby que por nosotros —bufó Alejandro, rodando los ojos mientras desenredaba unos audífonos.

Su madre le lanzó una mirada fulminante.

—Bueno, Ruby no me dejó y se fue de casa para ir a otro país.

Alejandro sacudió la cabeza y soltó una carcajada.

—Basta con eso, mujer. Me fui para estudiar y trabajar. Además ya regresé, y no pienso irme de nuevo —le recordó su hermano y luego le entregó los audífonos a su madre—. Ten esto, escucha música y relájate. Por lo que más quieras, mamá.

Su madre asintió y volvió a recostarse del asiento.

—De acuerdo. Pero es que odio los aviones, y tengo un tumor y miedo de lo que pueda pasar. Y estoy preocupada por Ruby. Ella está acostumbrada a mí...

—Mamá. —La calmó Miranda—. Ruby estará bien. Y tú también vas a estarlo así que quédate tranquila, por favor. Ya verás que llegaremos rápido. Todo saldrá bien. —le aseguró ella, eso también iba para sí misma. Porque aunque no lo demostraba como lo hacía su madre, estaba nerviosa y preocupada.

Parker, quien había estado observando la conversación familiar en silencio, se acercó a su madre y le apretó la mano, dedicándole una sonrisa tranquilizadora.

—Bianca, no hay nada de que preocuparse. Tienes que respirar hondo y relajarte.

—¿Me abrirán la cabeza? No quiero que me abran la cabeza.

—Mamá...

—Ya, Miranda, estoy bien —su mamá volvió a observar a Parker—. Me gustaría saber las complicaciones de la operación.

Él negó con la cabeza.

—No te abrirán la cabeza. Existe otra técnica para remover ese tipo de tumores. Pero todo eso lo hablaremos con Brett cuando lleguemos. Te lo prometo.

Su madre pareció calmarse por fin y se colocó los audífonos que le había dado Alejandro, quien se encontraba ya con unos propios y con los ojos cerrados.

—Dormiré —les avisó ella—, y espero que sea hasta llegar.

Parker sonrió y se volvió hacia ella.

—¿Te sientas conmigo?

Ella asintió y se levantó para irse a con él.

—¿Estás bien? —le preguntó Parker a la vez que le apretaba la mano para luego entrelazar sus dedos.

Algo hermoso |Amar de nuevo 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora