16. ¿Qué tan profundo es tu amor?

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Lo primero que llegó a los oídos de Parker cuando entraron al apartamento fue la voz de Madonna sonando de fondo

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Lo primero que llegó a los oídos de Parker cuando entraron al apartamento fue la voz de Madonna sonando de fondo. La melodía pegajosa de La Isla Bonita inundaba toda la estancia, la cual estaba decorada minuciosamente, todo parecía en su sitio. Las paredes eran de un color crema y los muebles eran de mimbre con los cojines a juego con las paredes. Había un montón de flores por todos lados: unas margaritas puestas en la mesa de centro entre el sofá y las dos butacas, unos girasoles colgando frente al comedor y otro par de macetas de rosas en varias esquinas de la casa.

La madre de Miranda lo saludó como si se conocieran de toda la vida, su nombre era Bianca y él tenía que decir que era bastante jovial y hermosa. Llevaba el cabello oscuro suelto y un vestido de tirantes negro de flores que dejaba a la vista unos cuantos tatuajes. Intentó no actuar tan impresionado al respecto, pero sí lo estaba.

Podía ver de dónde había salido Miranda. Y la verdad es que se parecían bastante, a diferencia del color de cabello y la edad, eran muy parecidas. Y, en cuanto a Alejandro, sí tenía cierto parecido, pero Miranda y su madre eran dos gotas de agua.

—Es un gusto conocerte al fin —dijo Bianca.

—El gusto es mío —Parker le sonrió y le entregó una bolsa de papel—. Le traje esto.

—Oh, Dios. No me trates de usted —Bianca tomó la bolsa en sus manos—. Y gracias, no tenías que molestarte.

Mientras Bianca ojeaba dentro de la bolsa, una bola de pelos beige salió corriendo meneando la cola mientras daba saltos intentando llamar la atención de Miranda.

—Hola, lindura —Miranda se agachó y comenzó a rascarle la cabeza—. Parker ella es Ruby.

Parker sonrió y la llamó para saludarla, la perrita fue a su encuentro mientras lo olisqueaba.

Miranda se puso en pie y sonrió.

—Parece que le caes bien, pero primero tiene que inspeccionarte. Y, mamá, Parker no podía venir sin traer nada, así que te compró vino. Y galletas.

Bianca lo observó con ojos brillantes.

—Ya veo. Ponte cómodo, Parker —Bianca le sonrió afablemente—. ¿Quieres algo de beber? ¿Agua, café, jugo? ¿Vino?

—Un jugo estaría bien, gracias —él se sentó en una de las butacas y observó como Ruby se acurrucaba a sus pies. Así que sí le había caído bien.

—¿Y las chicas? —Preguntó Bianca desde la cocina—. Pensé que vendrían contigo.

—Verónica está en plena sesión y no cree terminar hasta tarde, así que me dijo que te pidiera disculpas por no venir. Natalia no me ha escrito, supongo que ya luego me dirá si viene o no. Y Daniela viene en camino —Miranda soltó la cartera sobre el sofá y luego miró a Parker—. Ya vuelvo, voy al baño.

Algo hermoso |Amar de nuevo 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora