26. La curiosidad mató al gato

93 15 123
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Miranda tenía la música a todo volumen. La voz de Daddy Yankee sonaba desde la sala y ella estaba bailando al ritmo de Con Calma mientras hacía la decoración de la torta con la manga pastelera.

Hacía tanto tiempo que no iba a una fiesta, que aprovechaba cualquier momento libre para sacudir las caderas. Así estuviera sola decorando una torta.

Esperaba que Parker se estuviera divirtiendo así como ella estaba divirtiéndose mientras le hacía su dulce favorito. Una información obtenida gracias a una llamada a Mathías Miller.

Parker se había ido a eso de las seis y pico, lo que le dio tiempo a Miranda de hacer unas cuantas cosas. Primero, se duchó con agua caliente y se sirvió un termo completo del té de jengibre que Parker le había dejado. Luego, utilizó el tiempo que tardaba el bizcocho en hornearse y enfriarse para cortar y pegar algunas piezas de la maqueta.

Aprovechar el tiempo en muchas cosas a la vez era algo que estaba acostumbrada hacer desde que había entrado a la universidad.

Cuando acabó de usar la manga, espolvoreó un poco de canela por encima y llevó la torta lista a su respectivo lugar en la pequeña mesa de centro en la sala donde estaría acompañada por un chocolate caliente y chucherías para pasar la noche.

Al terminar, tomó un momento su celular para ver la hora y también leyó un mensaje que Verónica le había dejado hacía un rato.

Agarró el control remoto, subió el volumen de la siguiente canción en reproducirse, cuya letra la hacía sentirse muy sucia pero era muy pegajosa, y comenzó a ordenar el lugar.

Sus caderas empezaron a moverse provocativamente y su boca repitió la letra de memoria mientras acomodaba el sofá y las mantas que había tomado de su habitación.

Estaba tan inspirada cantando y bailando que cuando sintió unas manos cubrirle los ojos, dio un brinco, empujó al dueño de aquellas manos y gritó de una forma tan aguda que se peguntó de dónde había salido aquel tono si ella estaba ronca.

Parker rompió en carcajadas y la miró con los ojos chispeantes, sacudiendo la cabeza.

Miranda lo miró con los ojos muy abiertos, y resopló mientras decía:

—¿Me quieres matar de un susto? —Se puso una mano en el pecho mientras regulaba su respiración—. ¿O por qué entraste tan silencioso?

—No me escuchaste entrar porque tienes una rumba armada. Tú sola. —Parker señaló el televisor que estaba reproduciendo el vídeo musical de "No me conoce". Miranda se encogió de hombros, cambió su expresión por una sonrisa de oreja a oreja y señaló a Parker cuando repitió una parte de la canción mientras bailaba.

—"Si las miradas matarán, la tuya me hizo el amor..."

Parker parpadeó y la miró de arriba abajo un momento para luego sonreír de lado.

Algo hermoso |Amar de nuevo 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora