—Deja que te acompañe.
—Parker, tienes que estar en el trabajo como en dos horas
—Si no han atendido a tu mamá, creo que necesitas a alguien que razone con ellos.
Miranda lo miró de reojo y apretó el agarre contra el volante.
—Si para cuando llegue no han atendido a mi mamá, no voy a razonar con nadie. Se supone que es su maldito trabajo atender a cualquiera que llegue a urgencias. Se supone que si está en urgencias es por algo.
Parker inclinó la cabeza hacia atrás y se quedó en silencio.
—Pero si no te importa llegar tarde al trabajo...
—No voy a llegar tarde. Si cuando llegamos todavía tu madre está esperando pues la subimos al auto y la llevamos a otro sitio.
—Okey —lo volvió a mirar y se sintió mal por haber contestado a las patadas—. Perdón por hablarte así. Es que, de verdad no puedo creer que el servicio médico aquí sea tan horrible.
—Está bien. Si hay alguien que entiende ese sentimiento soy yo.
En el trayecto hasta el hospital, Miranda se obligó a calmarse porque tenía que conducir. Y conducir la alteraba aún más. El tráfico se intensificó cuando iban llegando por fin al hospital y ella evitó pegarle un golpe de frustración al volante para que Parker no pensara que estuviera loca.
No entendía cómo es que la vida podía ser así. Cómo es que en un momento estaba acostada abrazando a Parker, coqueteando estúpidamente y luego recibía ese tipo de noticias. Mientras iba en el auto no paraba de preguntarse qué era lo que podía tener su madre. Había llamado a Alejandro y él le había dicho que saldría para allá enseguida, pero no sabía si llegaría primero que ella. Esperaba que sí.
El hospital quedaba en otro estado, el cual por cierto se llamaba como ella, y quedaba más o menos a media hora si no había tráfico. Y vaya que había tráfico.
Cuando por fin llegaron y entraron por la zona de emergencias del hospital, a Miranda se le cayó el alma a los pies. Y estaba segura de que a Parker también. La sala estaba repleta de personas, algunas estaban sentadas (dormidas o quizás desmayadas del dolor, Miranda no lo sabía con exactitud), otras de pie, esperando ser atendidas. Los familiares discutían con las enfermeras y los encargados detrás de la barra de información. Odiaba los hospitales. Las ironías de la vida: se estaba enamorando de un médico.
Recorrió la sala con la vista en busca de su madre y divisó a Alejandro discutiendo con una mujer de mediana edad cerca de una fila de asientos. En uno de los asientos se hallaba su madre con la cabeza gacha sosteniéndosela con las manos a cada lado.
Se acercó a paso rápido con Parker a su lado y se acuclilló frente a su mamá.
—Estoy aquí, mamá —le rodeó la cabeza con sus manos para mirarla, pero Bianca no hizo ningún esfuerzo en moverse—. ¿Cómo te sientes?
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Algo hermoso |Amar de nuevo 1|
RomanceLos amores de verano son intensos, y al igual que las olas del mar, duran muy poco antes de estrellarse en la orilla y deshacerse en espuma. 🌊🌊🌊 Miranda está dispuesta a tomarse sus pequeñas vacaciones con calma, sin las preocupaciones de la vid...