1. Perfectos desconocidos

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—Cuando vuelvas, vamos a tener una conversación seria acerca de lo que pasó

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—Cuando vuelvas, vamos a tener una conversación seria acerca de lo que pasó.

—No quiero hablar de él, Ve —le respondió Miranda a su amiga mientras entraba en la habitación—. No quiero hablar de él y no quiero escuchar de él en los próximos diez años. Y sé que sucedió hace unos meses, pero no sé porqué tengo la sensación de que me está pasando factura justo ahora.

—Eso es porque estabas demasiado ocupada como para pensar en él. Y ahora que no lo estás, supongo que es inevitable que tu mente te haga una mala jugada. No voy a presionarte para que hables de él. Ninguna de nosotras lo hará. Solamente estamos preocupadas por ti y de esa repentina decisión de viajar sola.

››No puedes huir así como así y no hablar las cosas. Eso no es bueno, necesitas desahogarte. Y aunque digas que se te pasará estando unas semanas a solas, no sé... me preocupa.

—Sí puedo. Ya lo hice —Miranda se tumbó en la gran cama color blanco y miró hacia el techo—. Además, no es como que tú hables mucho acerca de lo que te molesta.

No le estaba gustando el ritmo en el que iba la conversación. Se supone que no tenía que pensar en su terrible exnovio estando en Cancún. Esa discusión no la estaba ayudando.

—Sí, sí. Ya me callo. Y te dejo. Por favor, disfruta mucho de Cancún. No te quedes en tu casita de playa todo el tiempo —Verónica se quedo un momento en silencio y agregó, en un tono más divertido: —Quien sabe si sales y te consigues a un tipo que te quite todos los males.

—¿Cómo es que pasamos de hablar de una cosa a la otra? —Logró soltar una sonora carcajada—. No creo que lo más sano sea enredarme con alguien más para curar mis males.

—No hay nada que un buen acostón no solucione, Miranda. Pero uno bueno, eh. Uno excelente. Algo que valga la pena.

—Si tú lo dices. Aunque, pensándolo bien, no suena mal.

—Es pura joda. Tómate el tiempo que necesites. Pero es en serio, diviértete, distráete, visita lugares, ve de compras, cierra este ciclo y regresa siendo la Miranda que conocemos. No dejes que ese idiota te arruine las cosas. Más de lo que ya lo ha hecho.

—Gracias, Ve —ella sonrió, aunque su amiga no la estaba viendo.

—Nos vemos, M.

—Hasta pronto —dijo ella, para luego colgar y quedarse un momento viendo hacia arriba.

Había ansiado ese viaje para ordenar su cabeza, su vida y ya que estaba en eso, arreglar sus sentimientos que bastante habían sido dañados últimamente.

Pero Miranda sospechaba que su amiga tenía razón, estar sola no mejoraría por completo su estado de ánimo. Pero por lo menos lo calmaría un poco ¿verdad? Si evitaba pensar demasiado en eso, si mantenía su mente centrada en divertirse, entonces lo lograría.

Algo hermoso |Amar de nuevo 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora