Lo mejor de extrañar a Miranda era el momento en el que volvían a encontrarse. Cuando por fin podía admirar la forma en la que sonreía al verlo, rodearla de la cintura para besarla, sentir su piel cálida contra la de él. Sus labios. Su cuerpo sobre el de él.
Sin duda, el tiempo pasaba dolorosamente lento cuando no estaban juntos, pero valía cada minuto de espera; porque cuando sucedía, era siempre, como la primera vez.
Miranda ladeó su cabeza en dirección a la de Parker y quitó su mirada del escenario para depositarla sobre él.
―¿Por qué siento que no dejas de verme? ―Miranda habló por lo bajito, solo para él y sonrió―. El escenario está al frente.
Parker le sonrió de vuelta y deslizó su vista a lo largo del rostro de ella, deteniéndose un momento en sus labios y luego de regreso a sus ojos.
―Porque no dejo de verte. Perdón, es que te extrañé mucho. Y además estás más bonita en la vida real que en mi cabeza, que fue donde te mantuve todo este mes.
Miranda sacudió la cabeza mientras se llevaba la copa de champaña a los labios y una risa salía de ellos.
―¿Sabes? ―dijo un momento después―. Cuando dijiste que me extrañabas y que querías verme no pensé que tu idea fuera traerme hasta Alemania, cenar en un castillo con música en vivo, tocada por gente con pelucas gigantes y vestidos pomposos. Mis expectativas con respecto a nuestras citas no van a bajar luego de esto, Parker. Quiero que lo sepas.
Parker no pudo hacer más que reír por lo bajo; aunque la orquesta sonaba tan alto, que dudaba que alguien más aparte de Miranda pudiera escuchar su risa.
Lo primero que hizo después de recibir a Miranda fue decirle que tenían que conseguir ropa adecuada, así que habían ido de compras. Ella no sabía para qué ocasión tenía que vestirse, así que simplemente se arregló con la idea de que irían a un restaurante de lujo, pero cuando llegaron al palacio de Charlottenburg, la impresión la golpeó tanto que Parker fue capaz de notar un par de lágrimas que surcaron su rostro.
La ostentosa arquitectura barroca del palacio fue testigo de los grititos y saltitos que Miranda había articulado en cada pasillo, jardín y esquina que visitaron horas antes de la cena.
Y lo mejor llegó después de que se diera cuenta que más que una cena, la entrada al palacio era una especie de viaje en el tiempo en el que se disfrutaba de un concierto en vivo de la mano de una orquesta vestida para la ocasión: pelucas blancas, ropa abombada y encaje en exceso.
Por supuesto, ellos no estaban vestidos así, pero en el lugar, todo parecía clásico.
―No podía disfrutar yo solo de todo esto ―Parker abarcó el lugar con un pequeño movimiento de la mano―. Después del congreso pensé que sería bueno quedarme hasta que terminaras tu viaje y así comprarte un pasaje. ¿Qué sería de mí viendo la arquitectura de aquí sin que una verdadera experta me explicara todo? Además, tampoco tendría chiste visitarlo sin ti. Aquí hay muchos sitios que te harían feliz, caminar por estas calles solo es tener una vocecita en mi cabeza que grita: ¡Miranda amaría ver esto! Así que le hice caso a esa voz.
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Algo hermoso |Amar de nuevo 1|
RomansaLos amores de verano son intensos, y al igual que las olas del mar, duran muy poco antes de estrellarse en la orilla y deshacerse en espuma. 🌊🌊🌊 Miranda está dispuesta a tomarse sus pequeñas vacaciones con calma, sin las preocupaciones de la vid...