13. Recuerdos

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Las manos de Parker conocían el cuerpo de Miranda. Y encajaban de forma perfecta en su cintura y en la mano de ella, respectivamente.

Y como si de un milagro se tratara, las piezas del rompecabezas en la cabeza de Parker comenzaban a unirse poco a poco, aún había muchas sueltas, pero por fin algo estaba cobrando sentido. Lo suyo con Miranda estaba cobrando sentido.

Mientras el cuerpo de él y el de Miranda bailaban al ritmo de la música, mientras sus mejillas se rozaban ligeramente, mientras el olor dulce de su perfume impregnaba el pequeño espacio que los separaba, Parker estaba recordando.

Más que recordar, comprendía que lo que sentía no tenía nada de extraño. Era lo correcto. Todavía no sabía como había sido la primera vez que la había visto y eso le irritaba porque quería recordar cada detalle de eso. Pero ahí frente a ella, con sus cuerpos juntos, recordaba como lo había hecho sentir. Recordaba la forma en la que había envuelto su cuerpo con sus manos tantas veces, tanto que si cerraba los ojos estaba seguro de que podía delinear su figura sin mirarla siquiera. Recordaba la forma en la que su risa lo hacía sentir, y recordaba cómo habían bailado aquella noche en el club.

Estaban rodeados de todos los invitados de la fiesta, cada uno bailando con su respectiva pareja, el merengue que sonaba a través de los altavoces: Noches de Fantasía. Y aunque estaban rodeados de otros cuerpos danzantes, él solo sentía que estaban ellos dos.

Por otro lado, hacía tiempo que Parker no bailaba ese estilo de música y le alegraba no estar tan oxidado como creía.

—¿Te digo algo? —Miranda echó un poco la cabeza hacia atrás mirándolo con ojos brillantes y una sonrisa en los labios, a la vez que se pegaba más a él y hacía que ambos dieran vueltas—. Me gusta mucho esta canción. Y la letra... me parece demasiada casualidad que la estemos bailando.

Parker sonrió también y la miró fijamente mientras la alejaba para darle una vuelta.

—¿Crees que sea obra de tus amigas?

—Si así fue, recuérdame agradecerles luego. Quería ponerte la que habíamos bailado en Cancún pero...

Él negó con la cabeza.

—No necesito que recrees lo que hicimos allá. Porque a pesar de que ahora mi mente sea un enredo, puedo recordar lo que siento por ti, ya te lo dije. Lo cual es bastante, y es mucho mejor que nada.

—¿Sabes qué deberías hacer ahora?

—¿Besarte?

Miranda le dio otra sonrisa.

—Lo adivinaste —ella deslizó la mano que tenía en su espalda hasta su cuello y lo acercó un poquito más. Le estaba comiendo la boca con los ojos y eso a él lo estaba provocando muchísimo. Dejaron de bailar y él inclinó la cabeza hasta que sus labios se tocaron.

Algo hermoso |Amar de nuevo 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora