CAPÍTULO 4

1.5K 151 97
                                    

Una parte de ella se estaba cayendo a pedazos en el sofá, aquel vacío en su pecho que ningún humano deseaba sentir absorbía cada rastro de algún sentimiento positivo, pero también existía una parte de ella que estaba demasiado furiosa como para detenerse a analizar la situación con la calma que realmente ameritaba.

Podrían haberlo arreglado antes de que Kei se metiera con su físico y lo había intentado así que por ese lado no se sentía tan culpable, también entendía que todo había sido su culpa de cierta manera por ser irresponsable con ella misma.

Esa parte de sus pensamientos le hacía sentir peor.

Pero era un hecho que la forma de reaccionar de Kei no había sido la adecuada, a penas se dio cuenta de que algo no iba bien empezó a gritarle, eso no era su culpa, podría presentarle la situación a cualquiera y seguro estarían de acuerdo con ella.

Pero estar consciente de ello no le quitaba la culpa que estaba cargando.

Si tan solo se hubise alimentado bien cuando fue el momento las cosas no se habrían derrumbado así.

Ya ni siquiera quería estar tan delgada, no le interesaba, tenía pensamientos positivos sobre su cuerpo bastante más seguido que antes y podía verse al espejo sin llorar en el proceso, cosa que hace años era imposible.  Pero aún así había dejado de comer, y estaba empeñada en contar las calorías de todo a diario, pasaba horas en el gimnasio ejercitándose pensando que aquello le haría sentir un poco mejor al final del día.

Todo esos actos eran los mismos que le habían destruido su adolescencia, los odiaba con toda su alma, sentía repulsión por ellos pero al mismo tiempo le aterraba dejarlos atrás.

Quizá por eso hacía todo eso, miedo de crecer. Estaba bien en su horrenda zona de confort, tenía todo controlado, en el mundo adulto no.

Habían cuentas, cheques, sueldos, bancos, víveres y nada de eso dependía de ella.

Era aterrador.

Basta... —murmuró para si misma.

Estaba sobre pensando las cosas otra vez, como siempre lo hacía y eso solo aumentaría su ansiedad e iba a terminar con un ataque estando completamente sola.

Sola...

Estaba sola.

Amaba la soledad, después de haber crecido en una familia numerosa los momentos que tenia a solas los atesoraba muchísimo, le hacían sentir tranquila y podía disfrutar mucho más de cada pequeña accion que llevaba a cabo. Pero todo era muy distinto ahora, sabiendo que el chico que tanto amaba nunca volvería.

Ya no tenía novio...

¿Qué se supone que debía hacer ahora?.

¿Y el anillo? ¿qué debía hacer con el anillo?.

Lo miró detenidamente por otra vez, era de plata, a ella no le gustaba el oro y Kei lo sabía, estaba perfectamente pulido y si se detenía a mirar podía ver su reflejo en él, y guardaba una pequeña gema que se asemejaba a un diamante en él.

Era precioso, lo que siempre había soñado.

¿Por eso Kaito le había preguntado cosas tan raras últimamente?

¿Yamaguchi lo sabía?

Corrió a su habitación de golpe y se lanzó a por su celular intentando ignorar todo el desastre, buscó por todos lados pues no estaba bajo su almohada como siempre, lo terminó encontrando detrás de la cabecera de su cama, no quiso detenerse a pensar el como había llegado ahí.

Lo desbloqueo con rapidez y sintió sus ojos arder en cuanto notó su fondo de pantalla en el cual estaba su ahora ex novio.

El rubio sonreía muy forzadamente sosteniendo una cuchara de madera en su casa pues Kyoko ese día había decidido fotografiar cuando le estaba enseñando a cocinar pues Kei apestaba en ello.

Over The Moon [Tsukishima Kei]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora