CAPÍTULO 9

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Empezó a despertar lentamente, pero no era lo suficientemente conciente, aún no entendía la hora, lugar, ni contexto de donde estaba pero sabía los movimientos que había a su alrededor, era un estado entre la vigilia y el sueño.

Escuchó unos pasos cerca de ella los cuales se mezclaban con su extraño sueño y vió en su mente una figura deteniéndose frente a ella tocando su cabello y pronunciando con melancolía.

Lo siento Kyoko.

Despertó casí que inmediatamente cuando escuchó la puerta cerrándose. Ya estaba devuelta en la realidad.

Vió que estaba cubierta por un gran abrigo marrón y logro divisar tras las cortinas que estaba atardeciendo. Se levantó y buscó por toda su casa al invitado que estaba segura de haber dejado ahí cuando cayo dormida pero no logró encontrar nada.

Mierda...

¿Él que le pidió perdón fue Kei o el hombre de su sueño?

Corrió hacía el pasillo de su departamento buscando hacia el lado del ascensor algun rastro del rubio pero no logró encontrar nada

¿Por qué se había quedado dormida?

Se sentó en el sofá una vez más apreciando el abrigo del chico con una sonrisa boba. Lo tomó en sus brazos y lo calzó en su cuerpo de forma que al levantarse pudo sentir lo pesada que era la tela. A Kei le gustaban esos abrigos y a ella también, incluso tenía los suyos propios, pero este parecío maravillarla de una manera única.

Caminó hacía el espejo de su habitación y apreció su imagen con aquella sonrisita aún ahí. Sentía aquel olor característico a Kei, aquel suave perfume que se obligaba a si mismo a usar porque odiaba los olores fuertes en sus fosas nasales pero tampoco quería oler mal. Se sintió en las nubes durante unos segundos.

Giró divertida sobre su eje y movió la tela como si fuese un antiguo y pomposo vestido. No pudo evitar reír cuando se encontró una vez más con su reflejo y notó cómo tenía todo el cabello en el rostro, caía disparejo entre sus ojos y algunos mechones molestaban su nariz por el crecimiento natural del flequillo que había hecho hace casi un año. Se despejó la vista con la mano y se obligó a borrar la tonta sonrisa.

De pronto incluso se sentía linda, el abrigo casi que arrastrándose por sus tobillos le hizo sentir elegante. En el espejo había alguien bella, pero era raro pensar que esa belleza era proveniente de si misma.

¿Y por qué ahora se sentía linda?

¿Cómo su mente se había calmado y llevado lejos aquellos raros pensamientos que tuvo en el parque tan rápido?

Se sentía en paz.

Pero no basto mucho tiempo para volver a su estado normal.

Su mente era un lío de pensamientos pero no podía dejar pasar el calor en su rostro que empezaba a desesperarle y las mariposas en su estómago que no se detenían.

Tenía un problema.

Y uno de los grandes...

Se sentó en el borde de su cama con todo dando vueltas.

Enamorarse de Kei una vez más o perdonarlo una vez más le hacía perder el orgullo, aunque no es como si tuviera demasiado.

¡Pero Dios! Estaba comportándose como su hermana pequeña.

—¿Y a ti que bicho te pico?

Se giró asustada al escuchar una voz en el marco de su puerta, era su hermana del medio. Kaori quien le miraba con asco.

—¿¡Hace cuánto llegaste?

—Llegué hace una hora, estaba en cuarto de Kaito, te vi hacer todo eso por cierto —resoplo con disgusto— ¿No se supone que ustedes dos habían terminado?

Over The Moon [Tsukishima Kei]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora