XIII. Cuando la conocí

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No recordaba cuándo fue la última vez que había pasado una noche sin dormir. Ni siquiera su primer encuentro con Liann lo dejó tan confundido. Su vida se estaba torciendo de una manera que nunca se hubiera imaginado.

A estas alturas debería estar en Castilla con una boda en puerta, no dando vueltas en un improvisado colchón. Tenía que ser un mal sueño, sólo así podía explicarse porqué había besado a Liann olvidándose de todas sus responsabilidades, pero sobre todo de Lira.

Conciliar el sueño era una batalla perdida así que decidió salir de la habitación con la esperanza de poder despejarse. Los primeros rayos del sol comenzaban a pintar el cielo, en la casona todavía reinaba un ambiente de silencio. Al pasar por la cocina, un olor dulzón le impregnó el olfato, pero ni siquiera la tentación de un bollo recién horneado le abrió el apetito.

Siguió su camino hasta salir por la puerta trasera. Afuera, Rik mantenía una lucha con otro hombre, más grande y corpulento. Jona y Tulio permanecían echados sobre la hierba atentos a los movimientos de aquellos dos. Andrej decidió quedarse en el umbral, a la expectativa.

Rik se abalanzó hacia las piernas de su contrincante, pero este lo tomó por la cintura y con ambas manos lo alzó sobre su cabeza, lanzándolo hacia atrás. El gemelo de Liann cayó amortiguando el golpe, primero con los pies y después con las manos, pero no se levantó, rodó sobre sí mismo y se quedó recostado con la vista al cielo. Después de todo sí había alguien que podía derrotar al pirata.

—Fuuuu, esa estuvo buena —Tulio silbó. —Me debes tres monedas.

—Ya habrá una revancha —De mala gana Jona le entregó su premio. —¿Qué tal contra Thanis?

—Esa estaría más reñida, no sé de donde sacaste que Rik podría con Cícero.

—Le tengo fe.

Era la primera vez que veía al marido de Dunnie, ahora podía entender porqué lo consideraban el más fuerte. Su sola estatura imponía respeto y con la facilidad que lanzó a Rik por los aires se sobre entendía su fuerza.

Cícero se acercó a su derrotado contrincante y le tendió una mano que éste aceptó sin dudar, un gesto de camaradería que Andrej jamás pensó ver en... ¿delincuentes? Esa palabra ya no le parecía adecuada cuando quería referirse a los piratas.

Al observar la interacción entre Cícero y Rik, no pudo evitar recordar una escena similar, un duelo amistoso entre él y Artheus, antes de que éste se convirtiera en monarca de la nación más poderosa de Aurea. Después de su coronación, las responsabilidades de Artheus lo mantenían lejos de cualquier otra actividad que no fuera dictada por sus ministros. Andrej debía reconocer que extrañaba a su amigo y la relación que veía entre la tripulación de Liann le recordaba su soledad. No tenía hermanos, ni siquiera personas a las que considerara amigos, excepto Artheus con quien se entendía a la perfección al compartir la carga de ser príncipe heredero de un reino.

La gente a su alrededor lo trataba con solemnidad, con respeto. Durante su educación sólo estuvieron él y sus mentores, nunca se le permitió mezclarse con los demás niños. Creció creyendo que él era un buen espadachín —había aprendido del mejor— y desde la noche anterior esa mentira se comenzó a resquebrajar. Ni siquiera podía asegurar quien ganaría en un duelo entre sir Allan y Cícero.

Jona y Tulio ingresaron a la casona sin prestarle atención, enfrascados en su discusión; Cícero tomó el camino contrario, perdiéndose entre la vegetación y Rik...

—Ella te venció con las espadas, pero fuiste capaz de desarmarla.

—Así que lo sabes. —Le devolvió una mirada cansada. Estaba harto de rebatir cada comentario; harto de recibir ataques y no poder defenderse; harto de saber que, en el fondo, no tenía la razón.

—Es mi hermana y puedo saber cuando algo no está bien. ¿De verdad amas a... tu prometida?

Esa pregunta lo tomó por sorpresa, esperaba más reclamos y advertencias, excepto que Rick preguntara si amaba a Lira. Sin que el pirata lo supiera, esa misma pregunta fue uno de las tantos cuestionamientos que lo mantuvieron en vela. Antes de conocerlos hubiera contestado sin titubear que su prometida era su mundo, por eso la convertiría en su esposa. Sin embargo, ahora no lograba encontrar la respuesta. Quería decir 'sí', pero las palabras se ahogaban en su garganta.

En Castilla, un instante sin su presencia se sentía como años lejos de ella, su mundo se tornaba gris y sólo volvía a tener color, cuando ella aparecía. Desde su secuestro, no había tenido contacto con ella, al principio, la necesidad de no tenerla le dolía, cada que pensaba en ella tenía la imperiosa necesidad de salir a buscarla, por ella se enfrentaría a todos los piratas, no importaba lo que hicieran con él si garantizaba la seguridad de Lira. Esa sensación se había ido diluyendo, sabía que necesitaba rescatarla —como todo caballero haría—, pero ya no quería morir en una batalla perdida. Volver con Lira significaba alejarse de Liann.

—Conocí a Lira en una fiesta organizada por mi madre y fue un momento inexplicable. Desde que la vi sentí que debía estar con ella. Lady d'Hush, una prima de mi madre, la presentó como hija de un familiar lejano que acababa de morir. Ella no podía dejarla en el abandono y la adoptó.

—¿Tu madre nunca ha preguntado que parientes?

—Al principio lo dudó un poco, pero Lira es una persona que encanta a cualquiera. Su presencia iluminaba mi vida de una manera única y desde esa fiesta comenzamos a pasar mucho tiempo juntos. Mis padres la adoran, encajó perfectamente en nuestro mundo.

—Casi como si te hubiera hechizado.

Andrej asintió en silencio, desde el primer momento que la vio sintió que la amaba.

—Pedirle matrimonio fue inevitable. Días después de haber anunciado el compromiso fue que iniciamos este viaje, y ustedes se cruzaron en nuestro camino.

—Nuestro objetivo siempre ha sido terminar con el demonio que destruyó a nuestra familia y ahora estamos cerca de cumplirlo, pero no lo hemos hecho. Liann está preocupada por ti, aunque es demasiado orgullosa para admitirlo, sabe que defenderás a esa cosa hasta el final.

Para Andrej, la capitana era una misterio, un enigma que poco a poco iba descubriendo. Desde el momento en que la conoció una cosquilla lo movía a acercarse a ella, ahora que conocía la verdad entendía sus motivaciones y, probablemente, ya las justificaba. Después de escuchar la pregunta de Rik, la palabra amor ya no tenía la imagen de Lira, una figura diferente comenzaba a ocupar ese lugar.

—Liann es lo más valioso que tengo, si llegas a lastimarla o algo le pasa por tu culpa, no habrá poder en esta tierra que me detenga para ir por ti.

—Mi mundo cambió con su presencia, pero entiende que hasta hace unos días yo vivía en mi palacio ajeno a problemas sobrenaturales, para eso tenemos a las dionnainir. Aun si Lira es quien ustedes señalan, no puedo pasar por alto que ella es mi prometida.

—De cualquier forma estás advertido, recuerda la posición en que te encuentras.

—Jamás lo olvido.

—Jamás lo olvido

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