Ni si quiera en su mejor condición estaba preparado para una carrera a campo traviesa en la selva. Perseguir a los gemelos y, al mismo tiempo, tratar de evadirlos, resultaba una misión compleja. Desconocía el terreno, recorría una parte de la isla que jamás pudo explorar, su límite eran la playa y el patio trasero de la casona.
Preocupado por perder a los gemelos, no vio una raíz que sobresalía de la tierra y su pie izquierdo se trabó en ella. Alcanzó a meter las manos para evitar un golpe más grave, pero ese accidente le quitó tiempo valioso y no vio hacia donde se fueron Liann y Rik. Aunque quisiera, no podía regresar y esperar a la gente de Telarea; tampoco podía seguir avanzando sin saber que dirección tomar. Lo que le faltaba: ¡perdido en medio de la selva!
—¡Déjame aquí! ¡Sólo te estoy retrasando! —la voz de Thanis se escuchó cerca—. ¡Cícero, por el Padre, hazme caso!
Ignoró el dolor de su tobillo y, agazapado, se movió hacia el origen de los gritos. Trató de ser lo más silencioso posible. A través de un espeso matorral, vio a Cícero cargando en peso a Thanis. Un camino de sangre iniciaba en el nacimiento de su cabello, recorría su rostro, bajaba por su cuello hasta perderse entre los pliegues de su camisa, que también mostraba tremendas manchas carmesí. Su mano sobre su pecho, aferrada a una rosa roja.
—Si te dejo aquí, tratarás de regresar.
—¿Y tú no?
—Ellos estarán bien.
—Ni tú te la crees.
—Confío en su palabra, me extraña que la pongas en duda.
—No lo hago, es sólo que...
—Tarde o temprano las noticias llegarían a Telarea, Liann asumirá la responsabilidad y nos ha dejado la tarea más importante: proteger la villa en su ausencia.
—¡Si tan solo no hubiera estado en la maldita entrada!
Su discusión se perdió a medida que avanzaron. Lo más razonable sería seguirlos para regresar a terreno conocido. Al contrario, si se movía en la dirección por la que aparecieron, ¿encontraría las respuestas que buscaba? Seguridad contra incertidumbre.
Si esperaba la llegada de su gente, Liann tendría el tiempo suficiente para acabar con Lira y esconderse en la villa. ¿Sería capaz de ordenar una búsqueda minuciosa para dar con los culpables? ¿Y si no eran culpables? Sólo había una salida, tenía que llegar hasta Lira para demostrar su inocencia o descubrir su engaño.
—Lo peor que puede pasar es que siga perdido.
La situación le parecía un mal chiste del destino, pero al menos tomó una decisión: seguiría buscando a los gemelos.
Llevaba unos metros recorridos cuando una voz le hizo perder el aliento.
—Andrej, mi amor, por fin has llegado.
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Rosas del mar
ActionDurante su regreso a Telarea, el príncipe Andrej y su prometida, Lady Rheena, son secuestrados por un grupo de piratas liderados por la astuta Liann. La vida de Andrej dará un giro al convivir con los bandidos, se topará con desafíos y nuevas experi...