Mauro
Hoy, cuatro de octubre, es mi cumpleaños. Hoy es ese día del año que me gustaría saltear y que pase del tres al cinco directo, y todo se debe a Martina, por supuesto.
Cuando cumplí diecisiete ella me insistió con que vaya a su casa a ''festejarlo'', pero esa noche fue en la que me levantó la mano por haberme revelado contra sus celos tóxicos. Recordar esto me hace volver a mi primera sesión con la psicóloga donde pude descargar todo este dolor, aunque evitando contarle el detalle de que fue el mismo día de mi cumpleaños porque ya no tenía más fuerzas para seguir.
Siendo las diez de la noche, estoy tirado en mi cama mirando el techo como si no tuviera nada que hacer con mi vida. El hecho de que a mis papás les haya tocado trabajar turno noche justamente hoy me entristece un poco más, ya que estar completamente solo a esta hora me pone peor, aunque al menos pude estar un rato con ellos en el almuerzo cuando llegué de la escuela.
Sin muchas ganas, me levanto y prendo un pucho mientras me pongo a escribir unas letras para canciones y veo de hacer unas melodías a la par para despejar mi cabeza. Al rato, un mensaje rompe mi concentración y me doy cuenta que es de Valentina diciéndome que está fuera de casa. Si fuera otra persona me haría el boludo, pero siendo ella no puedo negarme, por lo que rápidamente me clavo una remera y camino hasta la puerta de entrada para abrirle.
—¡Feliz cumple, Mauro!
La visita de los pibes me toma tan por sorpresa que no sé cómo reaccionar. Me emociona saber que los cinco se tomaron el tiempo de venir a saludarme, porque sinceramente estoy necesitado de afecto.
—No llores que nos ponés mal —dice Valentina abrazándome.
—Se puso sensible el boludito —acota Tomás—. Dale, ponete contento que trajimos escabio y te compramos algo.
—Debiste haberme dicho eso primero, amigo. Pasen.
Ni bien estamos adentro, Rosario deja algunas botellas en la mesa del comedor para tomar dentro de un rato mientras Luz lleva el resto a la heladera.
—Ahora que estamos los seis, te queremos dar esto. Esperamos que te guste —dice Valentina con los ojos brillantes.
Ella me entrega en mano una bolsa de papel madera con un gran moño y como si fuera un nene chiquito me apuro en abrirlo.
—No puede ser —exclamo sin poder creer lo que estoy viendo—. ¡Me encanta!
Rápidamente saco la campera facherísima que estaba dentro y me paro frente al espejo del living para ver cómo me queda. La misma es roja y negra con unos detalles en blanco que le dan el toque, y además es holgada como a mí me gusta.
—Me queda joya —digo mirándome mientras giro.
—Estás tan lindo que te comería la boca —responde Paulo.
Todos soltamos una risa por ese comentario y los abrazo fuerte como agradecimiento mientras lagrimeo. Guardo el regalo nuevamente en la bolsa y lo dejo sobre el sillón para preparar algo de tomar porque ver tanto escabio me tienta; hoy pretendo ahogar mi tristeza en alcohol de la mano de mis amigos.
A medida que la noche va pasando la sobriedad se va perdiendo de a poco, la música va subiendo su volumen y no podemos evitar reírnos de cualquier boludez o acordarnos de viejas anécdotas de cuando éramos más pendejos. La única que está en sus cabales es Valentina y lamentablemente tiene pinta de que va a ser la niñera del grupo.
—Voy un cacho afuera que quiero tomar aire, ya vengo.
Me pongo de pie tan de golpe para salir que me mareo y casi me voy encima de las chicas, pero Paulo y Tomás me sostienen a tiempo.
—Yo te acompaño, vení conmigo —salta diciendo Valentina mientras me abraza por la espalda para evitar otra caída.
Una vez en el patio de casa, ella acomoda dos de las sillas de jardín que tenemos y me ayuda a sentarme en una para después ubicarse en la otra. Ambos nos quedamos mirando el cielo en silencio hasta que lo rompe.
—¿Cómo te sentís?
—Ahora estoy mejor, tenía mucho calor ahí adentro y estaba tomando demasiado —respondo apoyando mi cabeza en su hombro—. Gracias.
—No hay que agradecer, Mau.
Otra vez nos quedamos callados por un momento mientras Valentina acaricia mi pelo, hasta que me acuerdo de algo que quería preguntarle.
—Eu, ¿qué onda con ballet al final? —interrogo al tiempo que me mira confundida—. Estoy casi borracho, pero la memoria no me falla, reina.
Ella se ríe por mi repentino tema de conversación y luego apoya su cabeza sobre la mía.
—Averigüé por una nueva academia de danza que queda bastante cerca de casa. ¿Y sabés quién va a ser mi profesora? —pregunta mientras yo pongo cara de que me diga—. La que te conté que me enseñaba hace varios años y que tanto quería.
—Uh, flama. ¿Y qué te dijeron tu viejos?
—Les comenté con lujo de detalle, y después de una larga charla logré convencerlos para asistir. Así que en unas semanas regresaría.
No puedo ignorar la felicidad que me genera esta noticia, porque Valentina al fin va a volver a hacer lo que más ama y por una vez en su vida sus papás no le pusieron trabas. Sin poder contenerme más, me paro lentamente para no tener otro mareo y abro mis brazos de par de par para que me abrace. Ella sonríe nuevamente y, entendiendo mi referencia, se pone de pie en un salto lanzándose hacia mí.
—Te felicito, Valu. Me alegro muchísimo por vos —le digo abrazándola fuerte.
—Gracias, mi rey.
Sin pensarlo dos veces, Valentina se separa un poco de mí y toma la iniciativa para clavarme un beso en los labios. Me rescato que es la primera vez que se anima a hacerlo y me pone contento lo suelta que se volvió en este tiempo que nos conocemos. La agarro por la cintura pegándola más a mí mientras ella es la que domina la situación, hasta que mi celular empieza a sonar por una llamada entrante.
—¿Quién carajo es? —me quejo apartándome unos centímetros de Valentina—. Espero que sea importante.
Sacó el teléfono de mi bolsillo y miro la pantalla para atender, pero por lo visto es alguien a quien no tengo en mis contactos ya que el número no aparece junto con el nombre.
—¿Hola? —atiendo de mala gana.
—Hola, Mauro, feliz cumpleaños. Te extrañé mucho.
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Hola, hola, holaaaa. Cómo están? Se vino el cap nro 31 de la mano de una llamada misteriosa, y se van a enterar en el siguiente quién es.
PD1: hoy sale Entre Nosotros aaaaaaaaaaaaaa estoy ansiosa nivel mil!!!
PD2: de qué país son?
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Complementados | Lit Killah
FanfictionElla es una dedicada aprendiz de danza clásica que siempre fue educada para alcanzar la perfección. Él es un buen chico que fue corrompido por la mala junta y que vive sin proyectar nada de su futuro. Ella será el orden que Mauro necesita en su vida...