Capítulo #33

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Mauro

A pesar de que ya llevo seis meses viniendo a terapia, no puedo evitar sentirme tenso en el momento previo a la sesión. Ahora mismo estoy en la sala de espera de la clínica con Valentina, y mientras ella mira su Instagram yo me encuentro sentado con el torso hacia adelante.

—Tranquilo, Mau —susurra acariciando mi espalda—. No es la primera vez que venimos, intentá relajarte un poco.

Entiendo que lo dice porque estoy completamente callado y mis rodillas no dejan de moverse por los nervios, pero el hecho de pensar lo que va a salir de tema de conversación en unos minutos me consume.

—No puedo, estoy demasiado estresado.

—Tratá de respirar profundo —me sugiere—. Quizás así te sientas mejor.

Cierro mis ojos e inhalo conteniendo el aire unos segundos y exhalo lentamente, así unas cuatro veces haciendo que mi cuerpo se sienta menos tensionado.

—Monzón, adelante por favor —dice la secretaria.

Asiento en silencio y Valentina me sonríe al tiempo que hace una seña para que entre al consultorio. Me pongo de pie con decisión antes de arrepentirme e ingreso cerrando la puerta detrás de mí.

—Buenas tardes, Mauro —me saluda la psicóloga con amabilidad.

—Hola, buenas tardes.

—Ponete cómodo que en breve estoy con vos.

Mientras la licenciada Álvarez completa unas planillas, yo me recuesto en el sillón mirando hacia el techo. Una vez que termina, agarra un anotador con una lapicera y se sienta en el suyo frente a mí.

—Contame cómo estuviste desde la última vez que nos vimos.

—Todo venía en orden, porque pasé tiempo con mis amigos y con mis viejos, pero el viernes se fue todo a la mierda —digo tapándome la boca al instante—. Disculpe por eso.

—Tranquilo. ¿Qué fue lo que pasó?

Suspiro profundamente y me quedo callado un ratito para contener las lágrimas que ya sé que van a salir en cualquier momento.

—Me llamó mi primera ex novia.

La doctora Álvarez abre los ojos sabiendo perfectamente de quién le estoy hablando y empuja sus anteojos hacia arriba para luego escribir en el cuaderno.

—¿Y qué sentiste cuando la escuchaste?

—En ese instante quedé paralizado, mis manos empezaron a temblar y me agarró como un ataque —explico mientras juego con mis pulgares—. Fue horrible porque no estaba solo, y esa persona me vio en ese estado.

—¿Quién estaba con vos?

—Una... amiga —digo sin saber exactamente qué somos Valentina y yo.

La psicóloga me mira levantando una ceja porque, por la forma en que lo dije, se dio cuenta que no hay solamente amistad.

—Bueno, está bien. En realidad sí es una amiga, pero que me gusta mucho y que lo último que quería era que me viera tan alterado.

—Después quiero volver sobre el tema de esta amiga tuya, pero primero quiero saber qué más te pasó.

—Me fui corriendo a encerrarme en mi habitación para seguir llorando, y ahí continué temblando y no quería que nadie estuviera conmigo. Sin querer le contesté mal a uno de mis amigos pensando que de esa forma podría descargarme y sentirme mejor, pero no fue así —le cuento mientras mis ojos comienzan a aguarse de a poco—. Me convertí en un monstruo por culpa de Martina, y no quiero que Valentina vuelva a verme de esa forma.

—¿Quién es Valentina?

Cuando la psicóloga Álvarez menciona su nombre, mis labios se aprietan formando una línea y noto que había dicho su nombre con una re naturalidad.

—Mi ''amiga'' —le respondo haciendo comillas con los dedos—. Ella fue la que me ayudó a salir de todos los pozos en los que me metieron mis dos exs.

Que Ana y Martina se me hayan venido a la cabeza hizo que sintiera un inexplicable gusto amargo en la boca, y al tiempo en que la psicóloga escribe yo trato de borrarlas de mi mente.

—Contame cómo la conociste y tu relación con Valentina.

Sonrío de la nada y me acuerdo de todos los momentos buenos y no tan buenos que pasamos juntos, a pesar de que no somos novios ni nada de eso.

—Nos llevamos muy bien. La conocí en una joda, como si hubiera sido una novelita, y después de eso medio que empezamos bastante mal, pero con el tiempo pudimos conocernos mejor —le comento brevemente—. Cuando nos hicimos más amigos nos apoyamos mucho mutuamente: yo hice que encontrara su verdadera personalidad y ella ordenó mi caótica vida estando ahí en todas y motivándome a que viniera a terapia a solucionar mis mambos. Además de ser hermosa es tan buena piba...

—Por lo que veo no sólo te gusta físicamente, sino que también su forma de ser, y muchas veces eso es clave para una buena relación. Que tengan ese tipo de conexión hace que se complementen muy bien; además, personas como ella son las que vos necesitás para sentirte mejor vos mismo y para superar el miedo que te creó Martina.

Levanto una ceja porque no entiendo del todo lo último que me quiere decir. ¿Realmente Martina me asusta?

—Por lo que vos me contás que te generó su voz al teléfono, me hace pensar que es alguien que en algún punto te intimida por la manera en la que pueda reaccionar. Y no tenés que dejar que pase eso, tenés que ser fuerte.

—¿Qué me quiere decir?

Tenés que enfrentar a Martina, porque una vez que lo hagas vas a poder vivir en paz como te merecés —me explica—. Y te recomiendo que te acompañe tu amiga, ya que ella fue tu sostén y va a ser quien te dé el coraje que se necesita para afrontar tu pasado.

Me quedo pensando un momento, y sinceramente me asusta eso de tener que hacerle frente a quien me hizo tanto mal años atrás, pero tendría que intentarlo. No estaría perdiendo nada.

—Puede que sea difícil, pero te aseguro que tu salud mental te lo va a agradecer, Mauro —concluye la psicóloga.

—Tengo que reflexionarlo, pero voy a tratar de hacerlo. Muchas gracias.

La doctora Álvarez me sonríe y me paro para salir de acá. Una vez afuera, miro con detalle cómo Valentina se quedó esperándome, como lo hizo en todas las sesiones que me acompañó, y me quedo pensando en lo maravillosa que es.

—¿Qué tal todo? —pregunta levantando la vista de su celular.

Sin responderle, me acerco a ella y la agarro de la nuca para clavarle un largo beso en los labios porque por alguna razón lo necesitaba. Valentina se sorprende, pero me lo sigue sin chistar y nos separamos para pegar nuestras frentes una a la del otro.

—Voy a tomar eso como que te fue bien.

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Buenas noches, mis amores. Este capítulo se hizo esperar, pero acá está finalmente. Estén atentos que se vienen cositas hermosas por delante, no se lo pierdan <3

Complementados | Lit KillahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora