Mauro
Es la primera vez que vengo a buscar a Valentina a su clase de ballet. Estoy parado en la entrada hace unos cinco minutos pensando si ingresar o quedarme acá afuera esperándola, porque muchas de las pibas que estuvieron saliendo me rebajaron con la mirada como si fuera un bicho raro. Suspiro profundo y sin dar más vueltas decido entrar con la mente clavada en mi frase de ''que te chupe un huevo todo, Mauro'', que me la empecé a repetir desde que me junto con Valen y algún conocido suyo está cerca.
Una vez dentro, estando en el pasillo que conecta a todos los salones de baile, busco con la mirada a su grupo de danza y ahí es donde la veo a través del vidrio de la puerta bailando tan delicadamente como cuando iba a la otra academia, haciendo sus giros en puntas de pie y moviendo sus brazos acorde a lo que dice su profesora. Por alguna razón que desconozco, ver bailar a Valentina al ritmo de esa hermosa música clásica me trae demasiada paz mental y me quedaría mirándola todo el tiempo que sea necesario.
Al rato me doy cuenta que viene desde el vestuario con otra ropa y charlando con una compañera, pero al mirarme se le forma una sonrisa en la cara y corre hacia mí para abrazarme.
—Hola, Mau. ¿Te aburriste esperándome?
—Para nada, me encantó haberte visto bailar.
—¿De verdad? —pregunta poniéndose roja.
—En serio, estuviste diez puntos.
Valentina se ríe y la abrazo por los hombros para salir del estudio, y ni bien estamos afuera me acuerdo amargamente el porqué ella me había pedido que la viniera a buscar.
—Che, no te veo bien —me dice habiendo caminado unos metros—. Si querés le decimos que no vamos.
—Estoy un poco nervioso, eso es todo.
Hace unos días me llamó de nuevo Martina insistiéndome con que quería hablar conmigo personalmente y ahí es donde detecté la oportunidad para hacer caso al consejo de la psicóloga, por lo que le comenté a Valentina y apoyó totalmente mi decisión ofreciéndose a acompañarme.
—Todo va a salir joya, Mau. Yo estoy con vos —responde sonriéndome.
Inevitablemente agarro fuerte su mano y vamos despacio hasta la parada de colectivo para subirnos al próximo e ir a lo de Martina.
Después de un viaje de cuarenta minutos, nos encontramos en la puerta de entrada y, teniendo en cuenta el tiempo que hace que no vengo, las cosas cambiaron un poco: la pequeña casa en construcción a la que solía venir cuando estaba con ella ya no es la misma y ahora se convirtió en una de dos plantas mucho más espaciosa que antes pintada de color blanco.
Un montón de recuerdos tanto buenos como malos se vienen a mi memoria, pero me mantengo fuerte para que no se escape ni una lágrima. Como si se hubiera dado cuenta, Valentina acaricia mi hombro y me da ánimos para que toque timbre. A los minutos de haberlo hecho, se abre la puerta principal dejando ver a una Martina muy distinta a la que yo conocí; abandonó su pelo castaño largo por un corte a los hombros de color violeta oscuro y en su ceja izquierda se hizo un piercing que queda medio escondido abajo de su flequillo.
''Demasiado tiempo sin ver a la principal destructora de mi psiquis.''
—Hola, Mauro —saluda abriendo la puerta y abrazándome—. Tanto tiempo...
Me quedo tieso ante su bienvenida y por alguna extraña razón no me causó absolutamente nada. Como no respondo su abrazo, Valentina me codea disimuladamente para que lo haga y a fuerza de mi voluntad le palmeo la espalda para no quedar mal.
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Complementados | Lit Killah
FanfictionElla es una dedicada aprendiz de danza clásica que siempre fue educada para alcanzar la perfección. Él es un buen chico que fue corrompido por la mala junta y que vive sin proyectar nada de su futuro. Ella será el orden que Mauro necesita en su vida...