Capítulo #32

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Valentina

Mauro se queda completamente callado por unos segundos logrando preocuparme. También observo que la mano con la que sostiene el celular comienza a temblar de tal manera que ocasiona que éste se caiga al suelo estrellándose parte de la pantalla.

—¿Qué pasó? —pregunto levantando su teléfono y viendo que del otro lado de la línea cortaron la llamada—. ¿Estás bien?

Su cara se vuelve pálida como si le hubieran dado la peor noticia de todas y mira sus manos dándose cuenta de que ahora ambas tiemblan. Mauro traga saliva con fuerza mientras sus ojos se abren cada vez más, pero no emite ni siquiera un sonido aumentando mi intranquilidad.

—Mauro, por favor, decime algo.

Sin embargo, mi pedido no sirve de nada, ya que en un instante sale corriendo hacia dentro de su casa pasando por delante de los chicos y sin dirigirles la palabra, por lo que todos se dan vuelta y me miran confusos.

—¿Pasó algo, amiga? —pregunta Rosario corriendo hacia mí.

—Por lo visto sí, pero no sé qué pudo haber sido. Estábamos de lo más bien hasta que lo llamaron y cuando atendió comenzó el problema.

—Ahí los pibes fueron a verlo —dice Luz señalando hacia el interior—. Esperemos que no sea nada grave.

Ambas me abrazan fuerte y al rato veo a Tomás venir hacia nosotras algo tenso.

—Se encerró en su pieza y no quiere abrir —nos explica—. Paulo le está hablando desde afuera a ver si puede convencerlo, pero parece que está muy difícil. ¿Por qué no intentás vos, Valen? Por ahí te escucha.

Las chicas me miran como dando por aprobada la idea de Tomás, por lo que asiento y voy directo hacia la habitación de Mauro. En la entrada se encuentra sentado Paulo como resignado después de haber probado sin éxito que su amigo salga de ahí, y ni bien llego me mira como suplicándome que haga algo.

—¡Váyanse, por favor!

La voz de Mauro se escucha quebrada como si hubiera estado llorando durante horas y me parte el corazón en mil pedazos.

—No vamos a dejarte así, amigo. Estamos acá con vos.

—No quiero compañía, Paulo. Si abro y veo que estás, no te miro más en la cara —grita enojado—. Necesito estar solo.

Ambos nos miramos sin saber qué hacer, hasta que se me ocurre algo.

—Mejor ustedes vayan, yo me quedo acá con él.

—Bueno, cualquier cosa escribinos, Valen. Nos vemos.

Paulo desaparece por el pasillo y a los minutos veo cómo se los lleva a todos de la casa. Con mucho miedo toco para ver si Mauro me deja ingresar, pero no me contesta, así que decido volver a golpear.

—Mauro, ¿me abrís?

—No, Valentina. No quiero que me veas así —dice apoyándose en la puerta.

—¿Así cómo?

En mi peor estado.

Sus palabras me destruyen y sigo sosteniendo que necesita más ayuda que nunca aunque él diga lo contrario.

—¿Por qué decís eso? Vos también me has visto destrozada y en mis momentos más oscuros, y aun así me ayudaste a salir de ese pozo. ¿No te das cuenta de que nos complementamos? Siempre estamos el uno para el otro y no nos dejamos caer. Por favor, dejame devolverte el favor.

Después de varios minutos esperando y sin tener respuesta, me doy por vencida girando para ir hacia el living e irme de acá, pero inesperadamente escucho que se abre la puerta. Giro rápido hacia él notándolo cansado y con los ojos hinchados después de tanto llorar, pero al toque se sienta en la cama de espaldas a mí enrollando sus brazos alrededor de las rodillas y moviéndose de adelante hacia atrás, por lo que me acerco despacio y me pongo en cuclillas delante de él.

—Me llamó Martina —dice con una voz casi inaudible—. Ella fue la que generó que me convierta en esto.

Al escuchar el nombre de su ex, me agarra un escalofrío que recorre toda mi espalda y tomo sus manos para que se sienta mejor.

—No quería que me vieras así porque hace meses que intento reconstruir mi cabeza yendo a terapia, y lo único que me faltaba era que pensaras que lo tiré a la basura.

—Mauro, nadie puede juzgarte por tus reacciones —respondo mirándolo directo a los ojos—. Solo vos sabés lo que pasaste y el esfuerzo que estás haciendo para salir de esta.

—No lo estoy haciendo yo, lo estamos haciendo los dos.

Sus palabras se quedan en mi cabeza y sonrío como respuesta, ya que no puedo ni siquiera acotar algo. Me siento a su lado para abrazarlo con fuerza y él me lo devuelve apoyando su cabeza en mi hombro. Mauro suspira profundo demostrando estar más calmado y ambos vamos cayendo lentamente hasta quedar recostados pero sin soltarnos.

—Perdón por no haberte abierto antes, pero estaba demasiado perturbado. Y también le debo una disculpa a los pibes porque les contesté como el orto, sobre todo a Paulo.

—Tranquilo, ahora no pienses en eso —le digo con suavidad mientras acaricio su pelo—. Pero acordate que nunca vas a estar solo porque estás rodeado de gente que te quiere mucho, especialmente yo.

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Buenas noches (desde Argentina), hermosos lectores!!! Casi que dejo lágrimas escribiendo este capítulo, pero acá se los dejo.

Aprovecho para recordar algo que explicité en las aclaraciones al principio del fanfic: todo lo que se fue narrando a lo largo de estos capítulos es puramente ficción y en ningún momento me basé en cosas que le hayan pasado a Lit Killah en su vida.

Con esta novela simplemente quiero visibilizar lo importante que es acudir a seres queridos y ayuda profesional cuando estamos pasando por un mal momento, y que nunca estamos solos ♥

Complementados | Lit KillahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora