Valentina
Después de nuestro paseo con Luz, decidimos volver a nuestras casas a eso de las cinco de la tarde. La tremenda siesta que pretendo hacer ahora no tiene explicación, porque caminamos tanto que estoy agotadísima; pero ni bien entro me encuentro con mis papás sentados en el sillón como si estuvieran enojados.
—Hola, ¿cómo les va?
—Valentina, tenemos que hablar —dice mamá cortante.
Trago saliva fuerte porque creo saber qué asunto quieren discutir, y no me siento preparada realmente.
—Acá estoy, así que díganme —trato de responder relajada.
—Al mediodía nos llegó un mail de tu academia de danza diciendo que te expulsaron en forma permanente porque insultaste a la profesora. ¿Cuándo pensabas decirnos? —explica papá algo calmado para lo grave que ellos lo consideran.
''La puta madre. Era lo que temía.''
—No la insulté, solo le dije lo que pensaba de forma un poco agresiva para ser yo.
—¿Tratarla de tonta e injusta entonces te parece bien? —pregunta mamá sorprendida.
—En realidad no —contesto pensativa—. Debí haberle dicho más cosas, porque eso fue muy suave para lo que se merecía saber. Digamos que fui demasiado respetuosa.
Mis papás se miran entre sí ante mi respuesta inesperada, y hasta yo estoy anonadada con lo que acabo de decir debido a la forma en la que actué el miércoles con Madame Bonnaire, pero es lo que creía y nadie lo va a cambiar.
''Vos tenés que vivir tu vida y no permitir que los demás quieran vivir la de ellos a través tuyo''. Esa frase, que me había dicho Mauro la noche en que nos escapamos de casa, me retumba la cabeza ahora mismo y puedo ver que lo estoy haciendo; de a poco me voy liberando para hacer lo que siento correcto y lo que me gusta.
—¡Valentina, por favor! —me grita mamá como desesperada—. ¿Qué te está pasando? ¡Vos amás ir al estudio de danza!
—Lo amaba, mamá. En tiempo pasado —escupo sin filtro—. La forra de la profesora me hizo odiar ir a sus clases de mierda. No significa que dejé de amar el ballet, porque es mi pasión, pero la forma de enseñar ahí era espantosa.
—¿De dónde sacaste ese vocabulario, hija? —interroga papá sereno pero preocupado—. Vos no sos así.
Me callo un momento y vuelvo a pensar que yo nunca fui de decir lo que pensaba de manera tan cruda, en eso tiene razón. Pero últimamente me siento saturada y cansada de ser la ''nena buena'' que no mata una mosca y que todo lo dice de forma educada.
—No, nunca fui así porque ustedes no me lo permitieron. Sobre todo vos, mamá —confieso señalándola—. Siempre me dijiste que me calle las opiniones para agradarle al resto y que sea la chica perfecta tanto en la escuela como en ballet. Esa Valentina que formaron se agotó de serlo, ¡necesito tener libertad! —exclamo gritando de tal manera que me hace sentir desahogada—. Ya no tengo cinco años para que me anden moldeando a su gusto. Si hago y digo las cosas es porque yo lo decido, no por ustedes. Quiero vestirme como se me antoja, hacer y deshacer si así lo deseo.
Nuevamente los dejo boquiabiertos con mi discurso, y siento como que me saqué un peso importante de los hombros. Mamá me mira decepcionada y comienza a marearse, por lo que papá la ayuda a sentarse en el sillón otra vez para que se estabilice.
—Solo queríamos darte lo mejor, hija —dice papá también desilusionado—. Quisimos cuidarte porque por muchos años fuiste lo único que teníamos y nos importaba que tuvieras todo. ¿Por qué no nos dijiste que ya no querías ir?
A pesar de que hace unos segundos tuve total alivio por todo lo que solté, ahora me siento rota por las palabras de papá. Él siempre me apoyó y no fue de opinar mucho sobre mi vida, pero siempre estaba influenciado por mamá que me tuvo presionada todos estos años.
—Porque ustedes nunca estaban disponibles para hablar conmigo por el tiempo que les demanda el trabajo y porque Juliana era más chiquita y necesitaba más atención —confieso en voz baja—. Por favor, no me malinterpreten. Aunque no parezca estoy más que satisfecha con todo lo que me dieron y el esfuerzo que hicieron, pero critico el hecho de que no me dejaron desarrollar mi personalidad.
No hay respuesta de su parte y eso es algo que me inquieta, pero ya está. Reventé y no puedo revertir lo que dije. Mamá se levanta como puede mirándome con desaprobación y se dirige a su habitación mientras papá me abraza.
—Perdón, hija. No quisimos ser malos padres.
—Papá, yo...
—Ya está —manifiesta sin dejarme terminar—. Ya nos dijiste lo que sentías y te lo agradezco porque ahora sabemos lo que no debemos hacer de acá en adelante. Pero lamentamos haberte dado una vida tan sobre protegida.
Sin decir más, se va también a su habitación dejándome sola, y me replanteo la frialdad con que dije todo eso. Creo que con ellos se me fue la mano, pero no hubo manera de ser más suave porque no lo iban a entender.
Me recuesto en el sillón para descansar un poco mientras me tapo los ojos con el brazo y a los minutos escucho unos pasos bajando de la escalera, hasta que siento cómo se hunde el almohadón a mis pies.
—¿Estás bien? —pregunta suavemente la voz de Juliana.
—Hola, Juli —la saludo mientras la invito a que se acueste a mi lado—. Algo así.
—Escuché gritos cuando estaba en la pieza y bajé por las dudas.
Para ser que tiene doce años, y que los pibes están entrando en la edad del pavo, mi hermana es bastante madura y capta muy bien lo que pasa en esta casa. Cualquier otro en su lugar ni se hubiera dado cuenta o quizás ni se hubiera molestado en venir, pero ella siempre fue mi compañera.
—Digamos que nuestros papás y yo no estamos muy bien —le explico resumidamente mientras acaricio su pelo.
—Eso creí, porque cuando pasé por la puerta de la pieza de ellos la escuché a mamá llorar y a papá intentando consolarla.
Ni bien dijo eso, un sentimiento de culpa se me vino al pecho.
—Juli, prometeme una cosa —le digo mirándola fijamente—. Nunca dejes que nadie, ni siquiera nuestros viejos, quieran hacerte a su manera; pero tampoco seas como yo que aguanté muchos años lo que sentía hasta el punto de colapsar y arruinarlo todo.
—Te lo prometo, Valen.
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Me encanta escribir capítulos intensos como este, no se los voy a negar. Así que si les gustó voten y comenten jeh.
PD: la dedicatoria va para otra lectora re fiel <3
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Complementados | Lit Killah
FanfictionElla es una dedicada aprendiz de danza clásica que siempre fue educada para alcanzar la perfección. Él es un buen chico que fue corrompido por la mala junta y que vive sin proyectar nada de su futuro. Ella será el orden que Mauro necesita en su vida...