Capítulo #11

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Valentina

Una vez afuera del estudio y siendo las ocho de la noche, veo que en la plaza están con las competencias de freestyle y me acerco para corroborar si está Mauro. Miro por arriba todas las caras, pero ninguna es la de él, por lo que doy media vuelta decepcionada y ahí es cuando lo ubico. Se encuentra sentado en la oscuridad de la vereda fumando un cigarrillo, como es su costumbre, y con las manos en la cabeza. Antes de darle tiempo a que se vaya, cruzo la calle y me paro frente a él.

—Hola.

Levanta su cabeza al escucharme, y sus perdidos ojos me miran desanimados por un segundo para volver a su pose original.

—Hola —saluda en voz muy baja.

—¿Podemos hablar un momento? —pregunto suavemente poniéndome en cuclillas para quedar a su altura.

—No tenemos nada que charlar —escupe secamente revolviendo su pelo con las manos.

Sinceramente me dolió la forma en que me contesta, porque lo único que quiero es saber qué le pasa, pero él tampoco pone voluntad.

—Mauro, por favor. Estoy haciendo todo lo posible por entender qué te pasa que no me hablaste desde hace más de dos semanas —exclamo con la voz cortada—. Yo no sé si hice o dije algo que te molestó y me estoy desviviendo por saberlo, pero vos no estás colaborando conmigo. No es un simple capricho.

Vuelve a levantar la vista y nuestros ojos hicieron conexión automática como esa noche en la casa de Tomás. De repente una lágrima le rueda por el cachete descolocándome por completo.

—Valen —me llama por mi apodo removiendo sentimientos en mi interior al escucharlo—. Te lo pido bien. Andate.

—¿Pero por qué?

—Por favor, lo mío tampoco es un capricho —me pide con desesperación tomándome por los hombros y acercándose a mí—. Aunque no lo parezca, te estoy protegiendo. ¡Rajá de acá, boluda!

Lo miro con desconcierto mientras me enfoco en sus ojeras debajo de esos hermosos ojos verdes que tiene, y de la nada su mirada se transforma en ira pura fijándose detrás de mí.

—Hola, gordo —dice una voz femenina a mi espalda mientras que Mauro se apoya con desgano en la pared—. Y hola...

Como supongo que lo último es para mí, doy la vuelta poniéndome de pie y luego veo que él decide hacer lo mismo ubicándose al lado de la desconocida.

—Ella es Ana, mi novia —presenta Mauro a la chica.

Al decir eso, algo por dentro se me cae en pedazos. Él mismo me había dicho hace un tiempo que tenía onda con una chica y me aclaró que no era su novia, pero ahora me siento confundida.

—Yo soy Valentina, un gusto —la saludo fingiendo con amabilidad.

Ana mira mi mano extendida sin mover ni un pelo y enarca una ceja con desconfianza.

—Así que son amigos con Mauro.

—Sí, pero hace poco —respondo haciéndome la desinteresada.

—¿Y dónde se conocieron? —interroga mientras observo que Mauro me hace disimuladamente señas que no entiendo.

''Pará, loca. ¿Qué sos, policía?''

—En una fiesta de un amigo suyo hace unos meses —explico algo que no es de su incumbencia de todas formas—. Y él va a la escuela frente a la mía.

Los ojos de Ana se abren de par en par y luego su mirada se ensombrece al mismo tiempo que sus manos se forman en puños.

—Así que vos sos la cheta del colegio privado.

No me deja responder porque se abalanza sobre mí tirándome al suelo y golpeándome fuertemente. Intento defenderme como puedo agarrándola de los pelos mientras escucho gritos aislados de Mauro y otros chicos tratando de detenerla y sacármela de encima, pero todo es en vano. Siento sus duros puñetazos en toda mi cara dejándome cada vez más débil, pero junto fuerzas de no sé dónde y la empujo a un costado; ahí es donde Mauro se acerca a mí y los pibes de la plaza la alejan de nosotros. Me siento tan adolorida que apenas puedo moverme, pero al menos pude sacarme a la salvaje esa de arriba.

—Valen, ¿estás bien? —pregunta preocupado acariciando mi frente mientras niego—. ¿Qué hiciste, Ana? —le grita Mauro rebasado en enojo—. ¡Me prometiste que no iba a pasar esto!

—Amor, perdoname. No fue mi intención —escucho que dice mientras giro mi cabeza hacia ella.

—¡No me vuelvas a llamar así! —le grita nuevamente—. ¡Ya no quiero verte nunca más! Más te vale que te olvides de mí y de Valentina, hija de puta.

De repente siento cómo Mauro me alza en brazos, y al rato escucho a mis amigas preguntando lo que pasó después de la clase de ballet. Él les explica sintéticamente lo sucedido y ellas se comprometen a visitarme luego en caso de que necesite algo.

—Vayamos a algún lado seguro.

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Holis. Les traje un capítulo un toque intenso como les anticipé en mi tablero, así que estén atentos a los siguientes.

PD: el que quiera que le dedique el que sigue que me diga

Complementados | Lit KillahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora