Mauro
Durante el camino charlamos boludeces del fin de semana, yo le conté que tenía prueba de inglés por lo que ella se ofreció a ayudarme y un par de cosas más.
—Acá estamos —dice sentándose debajo de un árbol—. ¿Qué querés contarme?
—¿Te acordás cuando hace unas semanas me sugeriste lo del psicólogo? —comienzo hablando mientras ella asiente como respuesta—. Bueno, el fin de semana me puse a buscar y saqué turno con uno para empezar el martes que viene.
Ni bien termino, Valentina me sonríe ampliamente como si le hubiera dado la mejor noticia de todas y se me tira para darme un abrazo haciendo que mi espalda caiga sobre el suelo y ella quede sobre mí.
''Mauro, poné la mente en frío.''
—Me alegra demasiado que hayas tomado en cuenta lo que te dije, porque me estás permitiendo ayudarte y eso me pone súper feliz.
—Es que lo estuve pensando y podría ser realmente bueno para mí —confieso al tiempo que le miro cada parte de su cara—. Aparte lo hablé con mis viejos y me dieron la derecha de que no tenían problema en pagarme las sesiones, porque parece que es algo que pensaban hace tiempo que me podía hacer bien, pero que nunca me dijeron, ya que sabían cómo pensaba con respecto a eso, viste.
—Sí, es como que cambiaste. Estoy muy contenta por vos —dice sonriendo—. Te va a hacer bien.
—¿Seguís con la idea de acompañarme?
—Obvio que sí. Si te lo prometí es porque lo voy a cumplir.
Le sonrío de vuelta y nos quedamos unos segundos mirándonos sin decir nada, hasta que me empieza a hormiguear el brazo por tenerlo debajo de Valentina, pero no quiero que ella salga de donde está.
—¿Estás cómoda?
—Ay, perdón —se disculpa mientras se incorpora—. No me di cuenta y te aplasté más o menos.
—Igual tranqui, no pasa nada. Por mí no había problema si querías seguir arriba mío —digo sin querer.
''¡Mauro, sos un pelotudo! Cerrá la boca.''
Valentina se pone roja por mi comentario y yo me autocacheteo mentalmente por la idiotez que acabo de soltar sin pensarlo ni una vez.
—O sea, yo también estaba cómodo. Eso quise decir —trato de arreglarla, pero sigo embarrándola—. Bueno, pero cambiando de tema. ¿Te puedo hacer una pregunta?
—Sí, decime —responde intentando ocultar su nerviosismo.
—¿Por qué te seguís juntando conmigo?
Ella inclina la cabeza hacia un costado sin entender a lo que me refiero, y ahora sí trato de pensar antes de hablar para evitar decir boludeces como recién.
—¿Querés que no lo haga más?
—No, no me refiero a eso —me atajo antes de que flashe cualquiera—. Tipo me quedé pensando lo que dijo el estúpido ese de tu compañero, y en algo le doy la razón. Viendo como sos vos y la onda de gente con la que te juntás, convengamos que yo no sos de ese ambiente. ¿Me captás?
—Sí, entiendo tu punto. ¿Pero qué tiene de malo?
—Nada, pero observándolo de afuera a mí también me sorprendería, porque no tengo ni ahí el estilo de vida que tienen tus cercanos —aclaro señalando mi físico en general.
Valentina me mira mientras se acomoda un mechón de pelo atrás de la oreja y se recuesta en el pasto. Su pollera del uniforme se sube un poco cuando cruza una pierna sobre la otra e intento mirar para otro lado, aunque un toque después me doy cuenta que tiene un short puesto abajo.
—Mauro, vas a tener que entender algo. Desde que nos hicimos más amigos me estuviste ayudando una banda a ser más yo misma, ¿no? —me dice seria y yo le respondo asintiendo—. Bueno, a partir de ese momento me está importando tres pitos lo que diga la gente. Ni siquiera mis papás.
—Hablando de eso, ¿charlaste con ellos después de lo de Ana?
—No, por suerte zafé. Viste que te dije que esa mañana no estaban porque ya se habían ido a la empresa donde trabajan —dice haciéndome recordar—. Bueno, esa misma noche llegaron tarde, por lo que tampoco hablamos, y en esas dos semanas más o menos se me fueron yendo los moretones y me fue más fácil taparlos con el maquillaje.
Valentina lanza un suspiro re profundo y me cuenta la discusión que tuvo con sus viejos el sábado a la tarde. Mientras la escucho, me pregunto cómo es que soporta el ambiente en su casa, porque yo no podría bancarme estar en su lugar con padres tan controladores y obsesionados con que ella sea lo que ellos pretenden. Su familia es demasiado conservadora y le ponen todo el peso en sus hombros, aunque también reconozco que mi caso es el otro extremo: yo soy re liberal, mis papás nunca me prohibieron ni me forzaron a hacer algo que no me gustara, mis relaciones amorosas me convirtieron en un caos tanto emocional como físico y nunca planifiqué absolutamente nada de mi vida para dentro de unos años. Conclusión, soy un desastre.
—Y bueno, por lo del sábado sigue un poco tensa la cosa en casa —resume mientras arranca yuyos del suelo—. Mamá me habla menos que antes, papá como que quiere hacer borrón y cuenta nueva, pero aún se nota la decepción, y Juliana se limita a acompañarnos a todos como puede.
—Tranquila, ya se les va a pasar, Valen —respondo intentando calmarla mientras me prendo un cigarrillo.
—No sé, eh. Es como que era lo que necesitaba decirles, pero fui re bruta porque literal que no medí mis palabras.
—Mirá, puede ser que estén un poco enojados ahora, no lo niego. Pero seguro que tus viejos te adoran y van a saber entenderte.
Ella sonríe como si le hubiera levantado el ánimo e inesperadamente me abraza.
—Gracias, Maurito —dice en mi oído haciéndome sentir un hormigueo—. Siempre tenés las palabras justas para hacerme sentir bien.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Se vino el 2/2. Ahora probablemente por unos días no publique porque ando estudiando a full jeh.
PD: interactuemos, bros. Cuántos añitos tienen?
ESTÁS LEYENDO
Complementados | Lit Killah
FanfictionElla es una dedicada aprendiz de danza clásica que siempre fue educada para alcanzar la perfección. Él es un buen chico que fue corrompido por la mala junta y que vive sin proyectar nada de su futuro. Ella será el orden que Mauro necesita en su vida...