Capítulo #34

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Valentina

—Qué lindo día —dice Rosario suspirando profundo.

—La verdad que sí —responde Luz—. Aunque si no hubiéramos tenido justo hoy ese puto examen de geografía, hubiera sido un mejor viernes.

La tarde está tan soleada y primaveral que con las chicas decidimos sobre la marcha venir a tomar mates a una plaza cerca del centro, y por lo visto no somos las únicas en haber pensado lo mismo: un montón de nenes chiquitos están en los toboganes y hamacas, otros son perseguidos por los padres para volver a casa, y también hay bastantes parejas de pibes de nuestra edad y gente adulta disfrutando del día.

—Tranqui, por ahí te va bien.

—Eso espero, Valen. Mis notas vienen tan en picada que si llego a desaprobar mis viejos no me van a dejar ir a danza por unos meses y tampoco verlo a Paulo —exclama preocupada.

—Hablando de eso, ¿sigue Madame Bonnaire dando clases?

—No, la despidieron porque maltrató a Sol y a Maite —explica Rosario mientras ceba un mate—. Quedó grabada en las cámaras de seguridad del salón que pusieron hace poco, así que no está más. Fue algo similar a lo tuyo, pero ahora estuvo registrado y las chicas se agarraron de eso.

Sabiendo esto sería un buen momento para regresar, pero sinceramente me siento demasiado cómoda en donde estoy ahora con la profesora Torres y también conocí a nuevas compañeras muy buena onda, así que dudo volver a mi viejo estudio.

Luego de continuar charlando de otros temas, Rosario comenta que en la semana se habían visto con Tomás y que la habían pasado mejor que nunca, dándonos detalles de absolutamente todo, y Luz también agrega que con Paulo estuvieron arreglando para verse mañana a ''ver una película''. Por un instante se vienen a mí un montón de preguntas sobre cómo sería estar con Mauro de esa forma, pero rápidamente esfumo esos pensamientos porque no me parece del todo correcto.

—¿Y vos qué onda con tu chico? —me pregunta Luz moviendo sus cejas hacia arriba y hacia abajo varias veces.

—¿Yo qué?

—¿Pasó algo de eso?

Antes de contestar, recuerdo cuando habíamos estado jugando al cuarto oscuro en la casa de Paulo y que esa noche pude haber dejado que pasara cualquier cosa, al igual que cuando desahogué mis problemas familiares en lo de Mauro. Me pongo un poco colorada por pensar en eso y mis amigas se ríen.

—No pasó nada —contesto mientras le doy un sorbo al mate—. Sí me hubiera gustado, pero no se dio.

—¿Qué te pasa cuando estás con él? —interroga Rosario—. O sea, ¿qué sentís?

De todo. Cuando estoy con Mauro se me revoluciona el cuerpo entero.

Ambas se miran entre sí sonriendo sorprendidas y se quedan en silencio un momento, hasta que Luz habla.

—Creo que deberías dar el primer paso —explica como si fuera la solución—. Tendrías que ver la forma de que eso suceda.

—¿Pero cómo puedo hacer?

—Podrías usar la vieja excusa de la película invitándolo un finde por la noche a tu casa, asegurándote de que no estén ni tus viejos ni tu hermana —propone Rosario enumerando con sus dedos—. O podrían salir a comer a algún lado y a la vuelta lo invitás a pasar.

Pienso en ambas opciones y la verdad que no están nada mal, teniendo en cuenta que no se me ocurre nada mejor. Además, jamás se me hubiera pasado por la cabeza que en algún momento de mi vida estaría planeando este tipo de encuentro con alguien.

—Y nosotras podríamos acompañarte a comprar un lindo conjunto de ropa interior, como vos hiciste conmigo en su momento —dice Luz.

—¿Por qué no me invitaron? —pregunta Rosario haciéndose la ofendida.

—Porque te quedaste pollereando con Paulo toda la noche y me dijiste que no habías cargado ropa, boluda —le responde nuestra amiga riendo.

Largo una risa fuerte por la forma en que lo dijo y pienso que realmente sería buena idea que me asesoren sobre esas cosas.

—¿Me acompañan ahora?

Las dos giran sus cabezas hacia mí al toque y abren sus ojos bien grandes. En un segundo se ponen de pie, guardan el equipo de mate rápidamente y me levantan de los brazos sin darme tiempo a arrepentirme de mi decisión.

—Vamos a elegir un conjunto hermoso para que tu noche sea inolvidable —exclama Luz entusiasmada—. No puedo creer que te animaras a hablar de esto con nosotras, Valen. Me encanta que al fin hayas conseguido a alguien con quien puedas compartir esto.

—Hasta a mí me parece increíble.

—Lo lindo de todo esto es que se nota que Mauro te quiere y que seguro no va a ser algo de una sola noche —acota Rosario—. Pongo mis manos en el fuego en que va a ser algo súper especial para ambos.

Sonrío ante la idea de estar en esa situación, pero me pongo seria en un segundo y mi mente se llena de dudas.

—¿Y si no le gusto? ¿Y si no lo hago de la forma que él espera? —pregunto en voz alta con millones de inseguridades—. No tengo experiencia en nada de esto; tengo miedo de hacer algo mal y que después no quiera estar más conmigo por eso.

—Valen, vos bien sabés que Mauro no es de esos chicos que sólo quieren ponerla y listo. Y a pesar de que fue bastante salame cuando se conocieron, con el tiempo te demostró que nada que ver —me tranquiliza Ro—. Seguro va a saber manejar la situación y te va a acompañar, no te preocupes. Eso sí, cuídense ambos, por favor.

Me sonrojo un poco por su consejo y asiento. Más allá de que haya sonado como algo que dirían mis viejos, es la verdad y no puedo dejarlo pasar por alto; el último disgusto que quiero darle a mi familia es un embarazo no deseado.

—Sí, mamá.

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Complementados | Lit KillahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora