Capítulo #8

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Valentina

Después de haber decidido irme con Mauro a quién sabe dónde, comienzo a arrepentirme un poco. El miedo del qué dirán mis papás cuando llegue a casa me asusta junto con las exigencias que me van a imponer como escarmiento por esto.

Mientras vamos llegando al centro de la ciudad, voy cerrando un poco más mi campera para evitar que se vea mi pijama veraniego de ositos; pero para mi suerte la cantidad de gente por las calles es escasa, así que hacer el ridículo en estos momentos no se me hace tan grave.

Siendo casi las diez y media, sorprendentemente hay varios negocios abiertos y las luces de cada uno de ellos iluminan intensamente las veredas para ser la noche de mitad de semana.

—¿Cómo está tu tobillo, Valen? —pregunta Mauro sacándome de mis pensamientos.

—Bastante bien, considerando que me sacaste corriendo de mi casa —digo riendo.

—¡Tenés razón! —exclama golpeándose la frente con la palma—. Soy un boludo, disculpame.

Lanzo una risa fuerte por su expresión tan dramática y le respondo que no pasa nada. Y la verdad es que, por más que hicimos esa pequeña corrida, no sentí en absoluto el dolor; me había olvidado de él por completo.

Luego de haber caminado como por unos veinte minutos, llegamos a la plaza donde los chicos hacen eso de freestyle y que por cuestión de horario se halla desierta. Después de ver dónde ubicarnos, elegimos sentarnos en el césped e inevitablemente miro fijo hacia el oscuro ventanal de la academia de danza que se encuentra en la vereda frente a nosotros. Recordando la tarde de hoy allí dentro, un suspiro intenso se adueña de mi cuerpo haciéndome bajar la mirada al suelo.

—¿Estás bien? —interroga Mauro rompiendo nuevamente el silencio incómodo.

—Sí, solo que me acordé lo de hoy. Es todo.

Una pequeña lagrimita vuelve a caer por mi cachete, pero la seco rápido con el puño de mi campera antes de que lo note.

—Entiendo —responde mirando hacia el cielo nocturno—. ¿Y hace mucho que hacés ballet?

—Unos trece años más o menos.

—Fua, realmente debe gustarte. Es una banda de tiempo.

—Es verdad —río pensando que es cierto—. Me gusta, pero en los últimos cuatro años no lo vengo disfrutando —dejo un espacio de silencio y continúo—. Cuando empecé tenía la mejor profesora del mundo: muy amorosa y dedicada, de aquellas que realmente amaba enseñar y que cuando tenía que corregirnos lo hacía de buenos modos. Pero luego se mudó a Santa Fe y vino en reemplazo la que tengo ahora que es todo lo contrario a la anterior. Nos exige a tal punto que por más que tengamos los pies ampollados o doliendo, no nos deja detenernos hasta que no nos salgan los movimientos que nos marca.

Nuevamente me invaden los malos recuerdos con Madame Bonnaire y vuelvo a respirar profundo antes que largarme a llorar desconsoladamente.

—Una vez estuvimos practicando por varias horas para hacer de acompañamiento a una orquesta en el teatro, y varias de nosotras teníamos los pies sangrados de tanto bailar sin descanso. Pero en el momento que nos detuvimos nos retó diciéndonos que sigamos porque la coreografía no estaba perfecta como ella quería.

—¿No lo hablaste con tus papás? —pregunta Mauro mientras arranca pastitos y yuyos de la tierra—. Porque eso es una forreada.

—Lo intenté, pero estaban tan ocupados con su trabajo que no me escucharon; y si les digo ahora ya es tarde, no me van a creer —digo mientras me recuesto en el suelo mirando la luna—. En ese estudio de danza lo último que hago es ser feliz, pero lo hago por mis papás que ellos sí lo son.

Mauro se deja caer a mi lado y se acomoda el pelo con las manos. Por un momento lo miro y me hace reflexionar que es muy buena compañía, teniendo en cuenta la forma poco convencional de conocernos.

—Tenés que dejar de pensar en lo que pone contento al resto pero a vos no. Si ese no es tu lugar, déjalo.

—No puedo, Mau. Es una tradición de familia donde todas las mujeres hicieron danza clásica y es algo que no puedo cortar —confieso haciendo una mueca de disconformidad—. Me encantaría, y lo deseo con toda mi alma.

—¡A la mierda con las tradiciones, Valentina! —exclama Mauro agitando las manos en el aire—. Vos tenés que vivir tu vida y no permitir que los demás quieran vivir la de ellos a través tuyo.

Acto seguido mi celular suena y lo saco del bolsillo de la campera para ver quién llama, y al visualizar la pantalla me doy cuenta de que es papá. Por un segundo mis manos empiezan a temblar porque seguramente se dieron cuenta de que no estoy en casa, y no quiero ni saber la que me espera cuando llegue.

—A juzgar por tu cara no debe ser ninguna de tus amigas.

Niego varias veces y trago saliva con dificultad.

—Es mi papá —digo con un hilo de voz—. No quiero hablarle.

Mauro me hace un ademán para que lo haga y atiendo la llamada, que por supuesto es lo que esperaba: preguntas sobre dónde estoy, acompañadas de retos, gritos y más gritos, llantos de mamá y advertencias de castigos por haberme ido sin avisarles. Intento excusarme con que Luz ''tenía el corazón roto y quería que la acompañara'', pero es en vano porque de todas formas no me escucha.

—Creo que estoy en graves problemas, así que mejor voy volviendo a casa.

—Al menos dejame acompañarte, es lo menos que puedo hacer teniendo en cuenta que te metí en un quilombo terrible —se ofrece parándose y extendiendo su mano hacia mí.

La tomo y me pongo de pie para comenzar a emprender nuestro camino a paso más que rápido. Por alguna razón, el hecho de ir con mi brazo enredado al de Mauro me hace sentir protegida y como que todo está bien cuando en realidad no.

—Bueno, acá te dejo —me dice al detenernos a unas casas de distancia de la mía—. Lo último que quiero es que me vean tus viejos y se te arme peor.

—Gracias por este mini paseo, Mau —confieso sonriendo—. Lograste que me desahogara, ya que nunca antes había hablado lo de mis clases de ballet con alguien. Me hizo muy bien.

—De nada, Valen. Espero que podamos hacerlo más seguido.

Mauro se inclina a darme un beso en el cachete, y luego de despedirnos doy la vuelta y camino hacia la entrada de mi casa, aunque hubiera preferido ni hacerlo.

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Hola, queridísimos lectores!!! He vuelto y con capítulo de regreso. Gracias por su paciencia y por bancar la historia ❤

Complementados | Lit KillahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora