Capitulo 9

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"¿Una vida normal?"


Sonrisa, cada sonrisa traía paz los animales se acercaban, las plantas crecían más rápido y los días brillaban más con la sonrisa de Sofía, una sonrisa que alegraba la vida de Gertha su abuelita; aquella que la cuido siempre. Cuando ella era una dulce niña aprendió a plantar y a criar animales en la granja de su abuelita. Con el paso de los años fue creciendo, se le envió al colegio y los niños eran muy malos con ella pues era una niña de campo. A pesar de ello, Sofía nunca les guardo rencor, solo les deseaba lo mejor. Terminó la escuela como una de las mejores, llegó a la universidad y logró graduarse El día de su graduación dijo algo que marcaría el fin de su etapa de estudios de forma permanente.

— Muchos me subestimaron, porque venia del campo, pero miren: acá estoy, recibiendo un titulo y todo se lo agradezco a la persona que siempre creyó en mí, a mi madre, mi mama Gertha. Ella siempre me ayudo en todo y no podría pedir un mejor ejemplo que ella en mi vida —dijo con una gran sonrisa que alegraba a todos.

Mamá Gertha, como la llamaba Sofia, lloro de la emoción de ver a su nieta como una profesional. Fueron felices dos años más, pero a Gertha le había llegado el momento de partir; ella falleció un 16 de junio, esa noche una lluvia que azoto el pueblo callo y Sofía no salió de su casa.

— Una sonrisa menos para el mundo— decía la mama Gertha a Sofia cuando ella era niña y lloraba.

Estas palabras resonaron en la cabeza de Sofia, aunque ella estaba triste y llorando por la muerte de su madre, sonrió pues el mundo no merecía una sonrisa menos. Salir de eso no fue fácil, pero lo logró. 25 años una vida, una pareja, un trabajo y un perro, la vida de cualquier adulto de 25 años, todo parecía que iba por buen camino, pero apareció un asesino, un asesino serial en su ciudad. Para su mala suerte, este algún día se cruzaría con Sofía y su pareja, acabando con la vida de este último.

— ¡Sofia corre! - Gritaba Esteban mientras este agonizaba completamente lleno de sangre.

Sofia corrió y no volvió a voltear atrás. Cuando llego a testificar a la comisaria dijo que el mundo estaba en su contra, pues era su verdadero sentir luego de tantas desgracias.

...

Un año paso y Sofia tuvo que ir a terapia, usaba medicamentos para la depresión, pero aun así una sonrisa es más que suficiente para alegrar el mundo, la pregunta es: ¿Quién la alegra a ella?

Esto mismo se preguntaba su terapeuta mientras discutía su caso con sus colegas. Todos ellos estaban de acuerdo que Sofia tenía una calidez que ninguna otra persona tenía, pero que esta podía apagarse si seguía sufriendo tantas desgracias. Como parte de su terapia Sofía iba al gimnasio, hacer ejercicio era una manera de des estresarse según su terapeuta.

— Ve a la caminadora y calienta media hora – le dijo su entrenadora apenas llegó.

Sofía aceptó hacerlo, pero en su mente solo pensaba que eso sería un ejercicio muy pequeño. Llego a las caminadoras y no había nadie, así que se puso en la de la esquina. Esta era la caminadora de un chico que se llamaba Ares, pero ella no sabía eso, lo diferente de esta caminadora es que la velocidad aumentaba cada 5 minutos. Sofía empezó a trotar y la velocidad aumentó y aumentó cada vez más. Sofía no sabía que hacer pues no podía detener la máquina, ella intento correr y correr más, pero en un momento sus piernas no pudieron más y se tropezó.

La máquina la lanzo hacia atrás, pero justo en ese preciso momento un chico la atrapo, este chico se llamaba Ares. Era alto, fuerte, tenía pelo negro corto y unos ojos azules. Sofía lo miró y en sus brazos se sonrojó mucho.

DESCENDENCIA ARMONICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora