20.- 𝑯𝑶𝑮𝑺𝑴𝑬𝑨𝑫𝑬

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Era un mapa que mostraba cada detalle del castillo de Hogwarts y de sus terrenos. Pero lo más extraordinario eran las pequeñas motas de tinta que se movían por él, cada una etiquetada con un nombre escrito con letra diminuta. Estupefacta, JJ se inclinó sobre el mapa. Una mota de la esquina superior izquierda, etiquetada con el nombre del profesor Dumbledore, lo mostraba caminando por su estudio. La gata del portero, la Señora Norris, patrullaba por la segunda planta, y Peeves se hallaba en aquel momento en la sala de los trofeos, dando tumbos.

—¿Esto es lo que me ocultaban? —algunas veces cuando Jade les ayudaba en alguna broma, los gemelos checaban algo que ella no sabía que era. Cuando les preguntaba por ello, ambos se limitaban a contestar un: Cuando estes totalmente preparada nuestro secreto también será tuyo.

Ambos asintieron— Ya estás preparada.

Y mientras los ojos de JJ recorrían los pasillos que conocía, se percató de otra cosa: aquel mapa mostraba una serie de pasadizos en los que ella había entrado algunas veces por influencia de los gemelos y otros los cuales no había entrado nunca. Muchos parecían conducir...

—Exactamente a Hogsmeade —dijo Fred, recorriéndolos con el dedo—. Hay siete en total. Ahora bien, Filch conoce estos cuatro. — Los señaló—. Pero nosotros estamos seguros de que nadie más conoce estos otros. Olvídense de este de detrás del espejo de la cuarta planta. Lo hemos utilizado hasta el invierno pasado, pero ahora está completamente bloqueado. Y en cuanto a éste, no creemos que nadie lo haya utilizado nunca, porque el sauce boxeador está plantado justo en la entrada. Pero éste de aquí lleva directamente al sótano de Honeydukes. Lo hemos atravesado montones de veces. Y la entrada está al lado mismo de esta aula, como quizá hayan notado, en la joroba de la bruja tuerta.

—Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta —suspiró George, señalando la cabecera del mapa—. Les debemos tanto...

—Hombres nobles que trabajaron sin descanso para ayudar a una nueva generación de quebrantadores de la ley —dijo Fred solemnemente.

—Bien —añadió George—. No olviden borrarlo después de haberlo utilizado.

—De lo contrario, cualquiera podría leerlo —dijo Fred en tono de advertencia.

—No tienen más que tocarlo con la varita y decir: «¡Travesura realizada!», y se quedará en blanco.

—Así que, joven Harry —dijo Fred, imitando a Percy admirablemente—, jovencita JJ, pórtense bien.

—Nos veremos en Honeydukes —les dijo George, guiñándoles un ojo.

Salieron del aula sonriendo con satisfacción.

—No era para nada lo que me imaginaba que harían pero bueno —hablo Kiara— ¿Qué esperas? ¡vamos!.

—Pero.. no será peligroso.

𝐉𝐀𝐃𝐄 𝐘 𝐄𝐋 𝐏𝐑𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐀𝐙𝐊𝐀𝐁𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora