35.- 𝑩𝑼𝑪𝑲𝑩𝑬𝑨𝑲

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Bajaron a cenar con los demás, pero no regresaron luego a la torre de Gryffindor. Potter llevaba escondida la capa en la parte delantera de la túnica. Tenía que llevar los brazos cruzados para que no se viera el bulto. Esperaron en una habitación contigua al vestíbulo hasta asegurarse de que éste estuviese completamente vacío. Oyeron a los dos últimos que pasaban deprisa y cerraban dando un portazo. JJ asomó la cabeza por la puerta.

—Vale —susurró—. No hay nadie. Podemos taparnos con la capa.

Caminando muy juntos, de puntillas y bajo la capa, para que nadie los viera, bajaron la escalera y salieron. El sol se hundía ya en el bosque prohibido, dorando las ramas más altas de los árboles. Llegaron a la cabaña y llamaron a la puerta. Hagrid tardó en contestar; cuando por fin lo hizo, miró a su alrededor, pálido y tembloroso, en busca de la persona que había llamado.

—Somos nosotros —susurró Potter—. Llevamos la capa invisible. Si nos dejas pasar, nos la quitaremos.

—No deberíais haber venido —dijo Hagrid, también susurrando. Pero se hizo a un lado, y ellos entraron. Hagrid cerró la puerta rápidamente y Jade se desprendió de la capa. Hagrid no lloró ni se arrojó al cuello de sus amigos. No parecía saber dónde se encontraba ni qué hacer. Resultaba más trágico verlo así que llorando.

—¿Queréis un té? —invitó. Sus manos enormes temblaban al coger la tetera.

—¿Dónde está Buckbeak, Hagrid? —preguntó Ron, vacilante.

—Lo... lo tengo en el exterior —dijo Hagrid, derramando la leche por la mesa al llenar la jarra—. Está atado en el huerto, junto a las calabazas. He pensado que debía ver los árboles y oler el aire fresco antes de...

A Hagrid le temblaba tanto la mano que la jarra se le cayó y se hizo añicos.

—Yo lo haré, Hagrid —dijo JJ inmediatamente, apresurándose a limpiar el suelo.

—Hay otra en el aparador —dijo Hagrid sentándose y limpiándose la frente con la manga.

—¿No hay nada que hacer, Hagrid? —preguntó Potter sentándose a su lado—. Dumbledore...

—Lo ha intentado —respondió Hagrid—. No puede hacer nada contra una sentencia de la Comisión. Les ha dicho que Buckbeak es inofensivo, pero tienen miedo. Ya sabéis cómo es Lucius Malfoy... Me imagino que los ha amenazado... Y el verdugo, Macnair, es un viejo amigo suyo. Pero será rápido y limpio, y yo estaré a su lado.

Hagrid tragó saliva. Sus ojos recorrían la cabaña buscando algún retazo de esperanza.
—Dumbledore estará presente. Me ha escrito esta mañana. Dice que quiere estar conmigo. Un gran hombre, Dumbledore...

Hermione, que había estado rebuscando en el aparador de Hagrid, dejó escapar un leve sollozo, que reprimió rápidamente. JJ se incorporó con la jarra en las manos y esforzándose en no pensar negativo.

—Nosotros también estaremos contigo, Hagrid —comenzó, pero Hagrid negó con la despeinada cabeza.

—Tenéis que volver al castillo. Les he dicho que no quería que lo vieran. Y tampoco deberían estar aquí. Si Fudge y Dumbledore te atrapan fuera sin permiso, te verás en un aprieto.

Por el rostro de Hermione corrían lágrimas silenciosas, pero disimuló ante Hagrid preparando el té. Al agarrar la botella de leche para verter parte de ella en la jarra, dio un grito.

—¡Ron! No... no puedo creerlo. ¡Es Scabbers!.

Ron la miró boquiabierto.

—¿Qué dices?.

𝐉𝐀𝐃𝐄 𝐘 𝐄𝐋 𝐏𝐑𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐀𝐙𝐊𝐀𝐁𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora