42.- 𝑻𝑶𝑫𝑶 𝑺𝑨𝑳𝑫𝑹Á 𝑩𝑰𝑬𝑵

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Mientras Fudge volvía a hablar, Potter salió disparado de detrás del árbol, saltó la valla del huerto de calabazas y se acercó a Buckbeak.

—«La Comisión para las Criaturas Peligrosas ha decidido que el hipogrifo Buckbeak, en adelante "el condenado", sea ejecutado el día seis de junio a la puesta del sol...»

Evitando parpadear, Potter volvió a mirar fijamente los feroces ojos naranja de Buckbeak e inclinó la cabeza. Buckbeak dobló las escamosas rodillas y volvió a enderezarse. Potter soltó la cuerda que ataba a Buckbeak a la valla.

—«...sentenciado a muerte por decapitación, que será llevada a cabo por el verdugo nombrado por la Comisión, Walden Macnair...»

—Vamos, Buckbeak —murmuró Potter—, ven, vamos a salvarte. Sin hacer ruido, sin hacer ruido...

—«... por los abajo firmantes.» Firma aquí, Hagrid.

Potter tiró de la cuerda con todas sus fuerzas, pero Buckbeak había clavado en el suelo las patas delanteras.

—Bueno, acabemos ya —dijo la voz atiplada del anciano de la Comisión en el interior de la cabaña de Hagrid—. Hagrid, tal vez fuera mejor que te quedaras aquí dentro.

—No, quiero estar con él... No quiero que esté solo.

Se oyeron pasos dentro de la cabaña.
—Más rápido Potter. —murmuró Kiara.

—Kiara, no me digas eso porque no me ayuda nada en este momento —se quejó Potter—. Solo me distrae.

—Ya cállate y apúrate.

—Muévete, Buckbeak —susurró Potter.

Jade fue hacía Potter y le ayudó a tirar de la cuerda con más fuerza. El hipogrifo echó a andar agitando un poco las alas con talante irritado. Aún se hallaban a tres metros del bosque y se les podía ver perfectamente desde la puerta trasera de la cabaña de Hagrid.

—Un momento, Macnair, por favor —dijo la voz de Dumbledore—. Usted también tiene que firmar.

Los pasos se detuvieron. Buckbeak dio un picotazo al aire y anduvo algo más deprisa.
Llegaron a los árboles...

—¡Para! —le dijo a JJ—. Podrían oírnos.

La puerta trasera de la cabaña de Hagrid se había abierto de golpe. Jade, Potter y Buckbeak se quedaron inmóviles. Incluso el hipogrifo parecía escuchar con atención.
Silencio. Luego...

—¿Dónde está? —dijo la voz atiplada del anciano de la comisión —. ¿Dónde está la bestia?

—¡Estaba atada aquí! —dijo con furia el verdugo—. Yo la he visto. ¡Exactamente aquí!

𝐉𝐀𝐃𝐄 𝐘 𝐄𝐋 𝐏𝐑𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐑𝐎 𝐃𝐄 𝐀𝐙𝐊𝐀𝐁𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora