Perdón, estaba escribiendo el capítulo a la hora de siempre, entonces serré los ojos por un segundo y cuando los abrí ya habían pasado más de ocho horas. Estaba muerto después de un día bastante ocupado, pero bueno, aquí está el capítulo, nos vemos más tarde para el capítulo normal de hoy.
Nos apiñamos ante la ventana y miramos abajo. No se veía al emperador por ninguna parte. Algunos de los defensores de la estación nos miraban desde la rotonda con confusión.
—¿Qué tal si avisan?—preguntó Jamie.
Se había quedado sin enemigos que electrocutar. Él y Cazadora se hallaban ilesos en medio de un mosaico de pedazos de cristal caídos.
—¿Dónde está Cómodo?—pregunté.
Cazadora se encogió de hombros.
—No lo hemos visto.
—¿Qué quieres decir?—inquirí—. Acaba de salir volando literalmente por esa ventana.
—No—me corrigió Leo—. Litierses lo mandó volando por la ventana. ¿Verdad que sí? Me gusta tu estilo, amigo.
Lit asintió con la cabeza.
—Gracias.
Los dos entrechocaron sus puños como si no hubieran pasado los últimos días hablando de las ganas que tenían de matarse el uno al otro. Habrían sido unos estupendos dioses del Olimpo en ese sentido.
—Bueno—dijo Thalia—. Supongo que deberíamos peinar el barrio. Si Cómodo sigue ahí afuera...—miró al fondo de South Illinois Street—. Un momento, ¿Blackjack, y ese es Percy?
El pegaso doblaba la esquina con Percy sobre su lomo aún inconsciente. Estuve a punto de saltar de la ventana para ir con el. Entonces recordé que no podía volar.
—El Trono de la Memoria—le dije a Emmie—. ¡Lo necesitamos ya!
Nos juntamos con el caballo en el vestíbulo del edificio. Lo que me hizo recordar que más tarde habría que ir a por el Mercedes y por la Flecha de Dodona.
Josephine y Leo entraron corriendo junto con Meg (que había estado defendiendo las habitaciones con heridos de cualquier invasor que se las arreglara para llegar allí) cargando el Trono de la Memoria. Lo colocaron en el centro de una alfombra persa que seguía ardiendo. Bajé a Percy del equino con cuidado y lo deposité sobre el asiento.
—Calipso—dije—. ¿El cuaderno?
—¡Lo tengo!—ella esgrimió su pequeña libreta y su lápiz.
Me arrodillé junto a Percy. Tenía la piel demasiado amoratada y respiraba de forma demasiado entrecortada. Le puse las manos a los lados de la cara u examiné sus ojos. Sus pupilas eran dos puntitos. Parecía que su conciencia se alejara y se volviera más y más pequeña.
—Sigue conmigo, Percy—le rogué—. Estás entre amigos. Estas en el Trono de Mnemósine. ¡Recita tu profecía!
Percy se levantó tambaleándose. Agarró con las manos los brazos de la silla como si una potente corriente eléctrica se hubiera apoderado de él.
Todos retrocedimos y formamos un círculo a su alrededor mientras le salía humo oscuro de la boca y le envolvía las piernas.
Cuando habló, afortunadamente o lo hizo con la voz de Trofonio, sino en un profundo tono monótono similar al de Delfos:
Las palabras rescatadas por la memoria se incendiarán,
antes de que la luna nueva asome por la Montaña del Demonio.
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Las pruebas de la luna: La profecía oscura
FanfictionArtemisa superó su primera prueba como mortal, pero aún le aguardan muchos peligros, esta vez su viaje la llevó a Indiana donde se reunirá con antiguas aliadas que dejó de ver hace mucho tiempo. La diosa aun se debate si puede considerar a Percy su...